Por David S. Blanco
La edición número 55 del certamen asturiano volvió a recuperar la esencia de las selecciones de antaño, con gran calidad y diversidad en su sección oficial compuesta, por 18 títulos provenientes de algunos de los más grandes festivales del mundo.
Casi dos decenas de filmes, de las cuales algunos fueron estreno mundiales, como la ganadora del premio a mejor película En attendant les barbares, de Eugene Green, o La vida lliure de Marc Recha. También tuvimos una gran presencia del cine de Cannes con cinco cintas en su competición, desde Jeanette, l’enfance de Jeanne d’Arc y Alive in france procedentes de la quincena de los realizadores, hasta Posoki y Until the birds return de Un Certain Regard, pasando por la película de inauguración del festival francés en 2017, Ismael’s Ghosts. de Arnaud Desplechin. También contamos con piezas de la Berlinale (On the beach at night alone) o de Locarno, con Lucky, Did you wonder who fired the gun? y Scary Mother para regalarnos una competición con un gran nivel.
Esta ha sido una edición en la que destacaría lo estático frente a lo estético. La gran mayoría de estas cintas apostaron por planteamientos bastante sólidos, sin pirotecnia, pero con espacio para la contemplación o las propuestas más densas. De esta competición destacaría por encima de todas a la extraordinaria Directions (Posoki) del director búlgaro Stephan Komandarev, una pieza presentada a través de extensísimos planos secuencia, que usa como vehículo para indagar en la podredumbre de la deprimente nación búlgara. También destacaría el premio a mejor dirección para Ana Urushadze, la directora de la georgiana Scary Mother, una de esas pocas cintas capaces de romper la realidad y jugar con el metarrelato de una forma original, perversa y apasionante.
Otra joya que me llevo de esta competición en la norteamericana Lucky, de John Carroll Lynch, cinta que muchos podrían considerar menor por su temática, pero cuya sencillez, humanidad, y sobre todo, honestidad, consigue auparse como una de las mejores cintas norteamericanas que he tenido el placer de ver este año. Por ultimo me gustaría destacar el festival musical de Bruno Dumont con Jeanette, y la apuesta por la ciencia ficción de Life Guidance, ambas temáticas raramente comunes dentro de las competiciones de este tipo de festivales, y que le dieron una frescura y dinamismo a esta edición gracias a su indiscutible calidad.
Pero no todo es sección oficial. Quizás la gran sensación personal de este festival ha sido descubrir la figura de Valie Export. El festival de cine de Gijón organizó una retrospectiva en su nombre, y pude disfrutar de sus dos películas mas icónicas, Invisible Adversaries y The Practice of Love. La primera es una de las mayores experiencias cinematográficas que he podido vivir en años, como un milagro de hace cuarenta años descubierto hoy, para demostrarnos que aún queda mucho que inventar en este bello arte. La segunda, pese a no ser tan extrema en las formas, ofrece un pulido estilo y excitante planteamiento tocando temáticas tan importantes en la sociedad actual como la pornografía y sus implicaciones en la sociedad, la figura de la mujer dentro de un contexto patriarcal y los problemas psicológicos que este le acarrea.
En la competición de cortos me gustara destacar un título por encima de todos, la interesantísima Aliens de Luis López Carrasco, una entrevista-documental a Tessa Arranz, en la que mediante más de 100 retratos de aliens que ella misma ha dibujado, nos desnuda algunos de los momentos clave de la movida madrileña y la época dorada del pop español.
En las secciones paralelas, destacaria la fresca Beach Rats de Eliza Hittman, una película que versa acerca de sexualidad reprimida en la adolescencia, de la presión social del entorno para ser uno mismo, y de tener que ponerse caretas para sobrevivir. Otra película a tener en cuenta fue The Prince of Nothingwood, la valiente cinta documental de Sonia Kornlund, que pone la lupa en esa mastodóntica estrella que es Salim Shaheen. Provocadora, divertida, y con un poderosísimo –y trágico- subtexto social. Por último, otro interesante del festival fue el visionado de The First Lap, del coreano Kim Dae-hwan, una cinta que nos ubica en el epicentro de una joven pareja que empieza a darse cuenta de que la vida que querían no se parece en nada a la que tienen. Una pieza fresca, densa y con mucho pulso, que confirma a su director como alguien a quien tener muy en cuenta en el futuro.
Y en esencia, esto fue lo más destacable de esta edición número 55. Es un motivo de orgullo que este festival recupere su forma tras unos años un poco convulsos.
A continuación, os dejamos el top 10 de las mejores películas vistas en esta edición :
Invisible Adversaries, de Valie Export
Posoki, de Stephan Komandarev
The Practive of Love, de Valie Export
Lucky, de John Carrol Lynch
Beach Rats, de Eliza Hittman
Scary Mothr, de Ana Urushadze
Aliens, de Luis Lopez Carrasco
La vida lliure, de Marc Recha
Jeanette, l’enfance de Jeanne d’Arc de Bruno Dumont
Quiero lo eterno de Miguel Angel Blanca