Por David S. Blanco
La cuarta jornada contaba con uno de las cintas con más nombre dentro de toda la competición de este año, Lucky, el debut en la dirección de John Carrol Lynch, que toma como elemento principal la figura de Harry Dean Stanton para regalarnos una pieza intimista, humilde y, sobre todo, conmovedora.
La cinta bucea en la psique de un anciano que vive en un pequeño pueblo al sur de Estados Unidos, cerca de la frontera mexicana. Lucky es un hombre rutinario, pero con hábitos un tanto peculiares, como hacer yoga cada mañana, tomarse un “Bloody Mary” en el bar con sus secuaces, o practicar su -sorprendente-castellano. Pero también es un hombre que está hastiado de vivir, de no comprender nada acerca de la vida, y de ver cómo la edad le merma física y mentalmente.
En Lucky, uno no sabe a ciencia cierta en qué momento se fusiona la realidad con la ficción, y el guion pasa a convertirse un biopic del reciente fallecido Stanton. Su carácter indomable e irracional, muchas veces esconde auténticas lecciones de vida, que lejos de intentar adoctrinar de manera maquinea y ramplona, consiguen que reflexiones acerca de tu papel en este mundo.
Y esto lo consigue convirtiendo a Stanton en un pivote sobre el que orbitan el resto de personajes, creando un mosaico de personas de distintas razas, edades y épocas, que ofrecerán un cuadro bastante humanista -y optimista- de la Estados Unidos que John Carrol Lynch quiere mostrarnos. Un cuadro, en el que todas las personas sufren de alguna forma, pero tienen esperanza por encontrar su redención.
A nivel formal, la película es bastante clásica, aunque se permite ciertas licencias estilísticas en un par de momentos oníricos de su protagonista, pero rápidamente vuelve a una iluminación centrada en el personaje principal, y un incisivo juego de primeros planos que rara vez Stanton comparte con alguien más. El tempo, está en el punto justo de ser lento, pero sin llegar a ser contemplacionista, lo que convierte en esta película en apta y muy disfrutable para todo tipo de públicos. Una grata experiencia contar con algo tan optimista en esta sección oficial.
Tras Lucky, pasamos a ver una programación de los cortos de la sección oficial del festival. El primero en ser presentado fue Hello, Horse! de la directora estonia Laila Pakalnina, una autora con varios trabajos a sus espaldas y que en esta cinta optó por hablarnos del paso del tiempo desde el punto de vista de un caballo, filmando cuadros estáticos en distintas épocas del año durante cerca de 26 minutos. Ni conceptualmente, ni técnicamente, me parece que haya nada destacable en este cortometraje, y creo que incluso en la peor serie Z hay más trabajo intelectual que en esta pieza, que, para colmo, se hace extremadamente larga.
Después vino El Domingo, de Ramón Salazar, director que ya presentó en 1999 el corto Hongos en el festival de cine de Gijón, y aquí firmaba en una pieza de ocho minutos un prólogo de su próxima película, en la que indagará acerca del sufrimiento que ocasiona el abandono de una madre en una niña pequeña. Como preámbulo de esta película, en El Domingo sitúa la historia en la sensación que tenía de pequeño acerca de estos días en los que sentía que todo se acababa. De una forma bastante abstracta y visual, nos muestra el hastío y la fragilidad de la infancia a través de un sorprendente y helado plano bajo el agua. Técnicamente muy interesante.
Tras este corto, vino a nosotros la Palma de Oro de este año en Cannes en la sección cortometrajes, la china A gentle night, de Qiu Yang, una enigmática cinta rodada en formato vertical y que nos habla de la angustia de una madre que ha perdido a su hija e intenta buscarla en lo más oculto de la noche, donde se dan contrastes de felicidad, fuegos artificiales y miedo, en una pieza que me dejó bastante indiferente.
Y, por último, en esta programación de cortometrajes en competición, estaba Aliens, la nueva película de Luis López Carrasco, que centra su punto de partida en la figura de Tesa Arranz, icono de la movida española en los años 80 y componente del grupo Zombies.
De manera muy inteligente, Luis López Carrasco decide rodar el corto íntegramente en VHS para homogeneizar el material de archivo de la propia Tesa y compaginarlo con una entrevista en la que la polifacética artista se nos abre y desnuda desvergonzadamente. Aquí se nombra, a nivel personal, su relación con personajes del cine como Almodóvar o Zulueta, y sobre todo, artistas de dentro de la industria musical española de los años 80. La cinta sorprende no solo por el impagable, divertido y valiente testimonio de Tesa, sino por su utilización como vehículo visual más de 100 cuadros pintados por ella que corresponderían a Aliens, con los que Carrasco intenta crear un vínculo entre todas las personas nombradas en la historia y sus dibujos. Lo mejor de esta programación de momento.
Y para finalizar, la nueva película de Miguel Ángel Blanca, que venía a presentar su nueva obra, la inclasificable Quiero lo eterno. Y remarco inclasificable porque estamos ante una cinta sombría, oscura en la temática y en la estética, sin lugares comunes y en la que el espectador nunca acaba de hacer pie y llegar a comprender a ciencia cierta que ocurre a nivel narrativo. Es una cinta abstracta, protagonizada por unos chicos que crean su propia realidad en base a sus reglas, deseos y aspiraciones. Una especie de nuevo Sci-fi que a veces recuerda a cintas como Gummo de Korine o Kill List de Wheatley, pero todo barnizado con un distanciamiento moral que hace que solo asistamos y observemos, pero nunca participemos. De lo más interesante de esta edición.