BAFICI 2012: LA CASA DE EMAK BAKIA DE OSKAR ALEGRÍA

BAFICI 2012: LA CASA DE EMAK BAKIA DE OSKAR ALEGRÍA

Por Mónica Delgado

En La Casa de Emak Bakia, el cineasta se propone grabar la búsqueda de la casa que inspiró el corto Emak Bakia de Man Ray, filmado en 1926. Se traslada a Biarritz, cerca a la frontera con España, teniendo como únicas pistas algunas fotos, investigaciones sobre el nombre del corto y la casa donde vivió Man Ray  y, sobre todo, una fijación por traducir a la pantalla algunos motivos de la vanguardia histórica: escritura automática, juegos dadaístas, devoción al azar y lo onírico.

Si el trabajo original de Man Ray, Emak Bakia, es un inclasificable ejercicio visual entre surrealista y dadaísta, Oskar Alegría se ve tentado a confiar también en el azar y componer un relato que sigue pistas de modo desordenado y poco lineal, lo que podría verse como una desventaja. Sin embargo, su film encuentra un rumbo acertado, donde la vitalidad de los personajes que se le cruzan son parte de esta odisea de impulso juvenil:  desde un payaso que actúo en una película de Fellini hasta una princesa rumana nonagenaria amante de la filatelia.

Oskar Alegría explora en cada plano el lado lúdico de lo que está materializando: una casa que en el recuerdo aparece y desaparece, en una búsqueda que por momentos puede ser infructuosa, llevando al cineasta a diversos lugares de Francia que se alejan del punto de inicio o de las pistas más certeras. Man Ray es exhumado y su corto, deconstruido. Emak Bakia es vuelta a la vida también, en la yuxtaposición que propicia este encuentro más de ochenta años después, entre el blanco y negro de la década del veinte, y la revitalización que propicia el digital: Kiki de Montparnasse, la amante de Man Ray, que aparece en el original Emak Bakia, es imitada por la princesa rumana (Maria Despina zu Sayn-Wittgenstein, prima de Nabokov) en un sentido acto de simulación.

Por un lado, Alegria deja al libre albedrío el curso de su film, dejándose llevar por las ideas nuevas que fueron surgiendo durante el rodaje de presupuesto mínimo. Y por otro, indaga en la fonética y semántica de Emak Bakia (Déjame en paz, en euskera), como si se tratara de una expresión muerta y que con el encuentro de la casa perdida, pudiera tener la posibilidad de ser una voz resurrecta. Alegria logra un film vivo y lúdico, fruto del azar en tiempos de premeditación.

Director: Oskar Alegría
Guión: Oskar Alegría
83 mins
España
BAFICI: COMPETENCIA INTERNACIONAL