Por Mónica Delgado
Esta edición del 16 BAFICI ha sido significativa por hacer posible la retrospectiva de la obra de la portuguesa Rita Azevedo Gomes, cuyo valor ya había llegado a oídos de Desistfilm gracias a la selección de películas 2012 que hiciera Adrian Martin en nuestro recuento anual. Así, habíamos quedado con las ganas de conocer las películas de esta cineasta, a la par de su reconocimiento internacional y como parte de la nueva hornada de directores portugueses.
Esta retrospectiva permitió conocer ocho trabajos, entre cortos y largometrajes, hechos entre 1990 y 2011, abordando más de veinte años de labor frente a la cámara y provocando así relacionar fantasmas e influjos en el curso del tiempo, y dentro de la historiografía reciente del cine portugués, que ha cobrado valoración sobre todo en festivales debido a cineastas como Joaquim Pinto, Miguel Gomes y Vítor Goncalves y dentro de la tradición forjada por alguien como Manoel de Oliveira.
En las películas de Azevedo Gomes hay una deuda gigante con Oliveira, pero también con algunos cineastas iconos como Andrei Tarkovski, Eric Rohmer, Marguerite Duras, o Ingmar Bergman, sin embargo sus recursos en la puesta en escena se emparentan más con una visión romántica del mundo, deudora de la tradición alemana, pero también de simbolismo francés y por qué no, de un modernismo decimonónico. Cada filme de Azevedo Gomes es un imaginario especial, pero que no evita la correspondencia entre sus propias películas, trazando y manteniendo la figura de “autor” con sus demonios, lenguaje y estilo personal.
-O Som da Terra a Tremer. El sonido de la tierra que tiembla (Portugal, 1990) es la película de Azevedo Gomes que por momentos remite a ese estilo de monólogo fantasmal e inmerso en lo femenino de algunas películas de Marguerite Duras. Sin embargo, aquí el protagonista, un escritor compungido por la ruta que tomará la novela que viene escribiendo, se verá envuelto entre esa ficción que lo atrapa y la realidad, también tomada por un “otro”. Relato por momentos teatral que se va soltando hacia la fantasía, provocada por esta irrupción de lo que se escribe, en ese mismo instante y bajo la captura de la inspiración.
Aquí, con O som da Terra a Tremer comienza la colaboración en la fotografía de Acácio de Almeida, con quien Rita Azevedo logra configurar un estilo en esa visión del mundo llena de colores, pero también seca y sepia cuando es necesaria. Un debut inspirador que visibilizaba las intenciones que tomaría la autora en el futuro.
–Parabéns Manoel de Oliveira: Intromissoes. Elaborado en 1998 como homenaje en el cumpeaños número noventa del viejo cineasta portugués, en estas Felicitaciones, Azevedo Gomes se apropia de escenas de las películas de Oliveira que le han sido más significativas, para tejer una suerte de compendio amoroso, pero más que todo para moldearlas a sus deseos y fantasmas también recurrentes en su sensibilidad (y que viendo las películas que vinieron después, una puede detectar motivos, filias, y también fobias).
–Frágil como o Mundo. Si en El espejo de Tarkovski la reminiscencia a la madre/esposa se convertía en el corazón de la nostalgia y de mirada dolida hacia el pasado, en Frágil como el mundo, la madre es la que inicia la angustia del mundo, o más bien el ser que libera la vida a los hijos, vía el camino más triste y melancólico, el del crecimiento ante el sentido trágico de la existencia. Como en Hölderlin, y al que al parecer Azevedo Gomes le debería el sentimiento hacia un mundo de angustia (y como la tragedia de un Shakespeare posmoderno), unos enamorados adolescentes, casi niños, van a convertirse en la medida del pesar de vivir en un entorno en apariencia apacible o bucólico, donde el tránsito del color al blanco y negro, y viceversa, revelan los caminos de estas almas en su tristeza y dolor.
La voz de Mário Barroso en Frágil Como o Mundo (Portugal, 2001) permite un nivel paralelo de interpretación, que acompaña a las imágenes pero a la vez les da una vía independiente de lo que vemos, (como sucede en otras películas de la cineasta). El uso de la voz en off, cobra aquí una dimensión poética. La primera obra maestra de Rita Azevedo Gomes.
–A conquista de Faro. En sus 33 minutos, La conquista de Faro (Portugal, 2005) logra comulgar dos polos que han gobernado el cine portugués, un tanto la visión brechtiana de la puesta en escena, lo declamativo incluso a lo Straub, sin embargo su rollo más va sobre el concepto de transición entre la verdad histórica y su verosimilitud. Aquí aparece por primera vez la actriz fetiche de la cineasta, la espléndida Rita Durão.
– A colecção invísivel. Rita Durão es la hija de un invidente que cree que cuenta con una colección de grabados de Durero, sin embargo solo se trata de una ilusión, y que por amor al padre se intenta preservar. Basada en un cuento de Stefan Zweig, esta película de 48 minutos posee indiscutiblemente los motivos en la puesta en escena de Rita Azevedo Gomes, con irrupciones de ensoñación, con monólogos inspirados en poemas y en una visión romántica del mundo (casas antiguas como focos de la tradición, los vínculos filiales como sinónimo de conciencia y preservación, y el uso del fuera de campo como recurso del paso del tiempo).
–A vingança de uma mulher. La obra cumbre entre todas las películas de Azevedo Gomes, no solo por esa estilización de una visión romántica de la venganza a la usanza de las viejas obras literarias del siglo XVIII, sino por ese vínculo con la actualidad, lo que propicia un anacronismo y una lectura de fisuras sobre lo femenino. El trabajo de sonido, hecho por Joaquim Pinto, habitual ya en las películas de Azevedo Gomes, vislumbra una intención cuidada por darle una vuelta de tuerca al imaginario romántico desde lo musical, los sonidos, ruidos, y la voz en off. Por otro lado, la puesta en escena de lo teatral, de esa seguridad que se narra desde el artificio, propone con un estilo virtuoso, lleno de colores rojos y cálidos, desde la fotografía de Acácio de Almeida, una odisea moral cuya puesta en escena remite al más maduro de los Oliveira, pero claro, en una dimensión diferente y singular. Una película indispensable.