Por Pablo Gamba
Transeúntes es una película de la cual pareciera que puede hacerse una descripción objetiva. Son casi 7 000 planos y cientos de personajes de Barcelona, de acuerdo con la página web de la casa productora. El catálogo del Bafici tiene una cifra ligeramente diferente: más de 6 500 cortes. Otros datos aportados por el director Luis Aller: en una entrevista indicó que la realización se prolongó durante más de veinte años, desde 1993, y que fueron en total 285 días de rodaje. El tiempo que le llevó el montaje fue aún más dilatado, agregó el realizador.
Pero si el filme es ambicioso, no lo es por detalles como esos sino por su combinación de cine moderno y vanguardismo de los años veinte. Transeúntes es una película que tiene algo de Dziga Vertov y de Berlín, sinfonía de una ciudad (Berlin: Die Sinfonie der Grosstadt, 1927) de Walter Ruttmann, por una parte. Pero también de la ruptura de la continuidad y la lectura de las imágenes que propugnaba Jean-Luc Godard. Y es una cinta participativa, en la que el espectador debe armar el rompecabezas de varias historias de gente común, que tiene problemas que afectan a muchos en la actualidad en España y otros países desarrollados. Son, además, historias entretenidas, con un toque de humor, y en las que trabajan actores que pueden ser conocidos para el público, como Sergi López, María Galiana y Santiago Ramos.
La ciudad es la protagonista de Transeúntes, pero no la Barcelona de la arquitectura de Gaudí, que permanece congelada en las postales y las fotos que toman los turistas, sino una urbe caótica, afectada por dificultades económicas que se han extendido en el tiempo y en la que la gente protesta. Esa problemática está contextualizada a través de las noticias que llegan de un mundo en crisis y en guerra, en el que el hambre es un espectáculo mediático.
El montaje articula las historias entre sí y con la unidad mayor que es la ciudad a través de recursos como las analogías o las relaciones plásticas entre planos. Pero a la vez la ruptura de la continuidad, la alternación entre el color y el blanco y negro, y el montaje sonoro, crean un efecto de extrañamiento que invita a ir más allá de lo que las historias relatan, y cómo se relacionan por lo que cuentan. Es una trascendencia del espacio y el tiempo específicos, a la búsqueda de un cine que no sólo sea de anécdotas sino también de reflexión sobre el presente.
Transeúntes también recuerda a Dziga Vertov por la mirada sobrehumana que es capaz de ofrecer el cine-ojo, según el realizador soviético. No se trata aquí solamente de una expansión tecnológica de la capacidad sensorial. Lo que parece estar planteado en este filme es la búsqueda del tipo de sensibilidad que requiere afrontar de una manera más auténticamente humana los problemas colectivos de la actualidad, en un mundo en el que la inteligencia y los sentidos pueden terminar embotados por la sobreabundancia de información, y las maneras como se piensa la sociedad y la política no parecen estar conduciendo a ninguna parte.
Competencia internacional
Director: Luis Aller.
Guión: Luis Aller, María José García.
Fotografía: Emili Llorach, Carles Gusi, Quique López, Luis Aller.
Edición: Luis Aller, Manu López, Emilio Ortiz, Manu Prats, Olga Elías, Paola Fernández.
Reparto: María Galiana, Sergi López, Santiago Ramos, Roger Coma, Duna Jové.
Duración: 97 min.
País: España.