Por Pablo Gamba
In the Last Days of the City es un filme reflexivo sobre un personaje que intenta hacer una película sobre El Cairo en 2009, en pleno auge del movimiento popular que condujo al derrocamiento del gobierno de Hosni Mubarak en Egipto. Hay en ella otra línea narrativa que también propicia la indagación en la ciudad: la búsqueda del departamento ideal para vivir. Otros dos factores, aparte de la tensión política, añaden presión sobre el protagonista: la enfermedad de su madre, que está hospitalizada, y la eminente partida de la mujer que ama.
La película recuerda así a un célebre filme collage latinoamericano: Memorias del subdesarrollo (1968), cuyo personaje principal afronta en Cuba la ida al exilio de su familia y de su mujer, un lío de faldas que termina en los tribunales, la invasión de Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles de 1962. En esa otra película se combinan documentalismo y ficción, como también ocurre en la de Tamer el Said. Tomás Gutiérrez Alea, el director cubano, sostenía que recurrir a lo segundo se presta para tomar distancia y reflexionar sobre lo real, mientras que el documentalismo permite seguir los acontecimientos en su inmediatez, y eso es lo que pasa en la película egipcia. Pero si en Memorias del subdesarrollo el peso de lo real termina por aplastar al protagonista, en In the Last Days of the City lo que pareciera deshacerse es la realidad, por lo que la indagación en la ciudad se convierte en una búsqueda que no puede tener fin. Eso no sólo se debe a que se trata de Egipto en 2009, sino también a las circunstancias históricas en las que ha surgido el llamado “giro subjetivo” en el documental.
Al no poder encontrar El Cairo que busca en El Cairo que filma, la indagación del protagonista de In the Last Days of the City se extiende incluso a otras capitales árabes en las que viven sus amigos: Beirut y Bagdad. Políticamente se siente la ausencia de Damasco, aunque aparezca Berlín. Eso termina por causar un ataque de ira al montajista del filme dentro del filme, porque siente que la cosa se extiende y se complica cada vez más, sin lograr entender de qué se trata.
Incluso en la construcción de los personajes se utilizan recursos como la desincronización de la imagen y el sonido, a través de los cuales la representación cobra más peso que lo representado y se hacen borrosas las referencias del tiempo y el espacio –las distinciones entre lo percibido y lo recordado, lo que ocurre en un lugar o a miles de kilómetros de allí–. Tanto El Cairo de la “primavera árabe” como el de los afectos terminan disolviéndose así, por una parte, en citas de Kieslowski y de Panahi, entre otros cineastas, y por otra en una luz, unos colores, unos sonidos, y la nostalgia es como un vano apego a la fugacidad de esas sensaciones. Si el subdesarrollo es definido en el filme de Gutiérrez Alea como la incapacidad de relacionar una cosa con otra, en estas escépticas memorias egipcias la cuestión adquiere una dimensión abismal.
Competencia internacional
Dirección: Tamer el Said.
Prouducción: Tamer el Said, Khalid Abdalla.
Guion: Tamer el Said, Rasha Salti.
Fotografía: Bassem Fayad.
Edición: Mohamed Abdel Gawad.
Sonido: Victor Bresse.
Música: Amélie Legrand.
Elenco: Khalid Abdalla, Laila Samy, Hanan Youssef, Maryam Saleh, Hayder Helo.
Egipto, 2016, 116 min.