BAFICI 2016: LA NOCHE DE EDGARDO CASTRO

BAFICI 2016: LA NOCHE DE EDGARDO CASTRO

Por Mónica Delgado

Es el cine queer y experimental el que suele difuminar las fronteras del porno hacia una descripción absoluta de la materialidad de los cuerpos en su plena vivencia sensorial, donde se sugiere o se apuesta a la abstracción en unos casos, y en otros, a un pleno estímulo transgresor. Desde los films de Jack Smith hasta los trabajos recientes de Nazli Dincel por ejemplo (cuyos Solitary Acts se pueden ver en el BAFICI), prima esa necesidad del sexo explícito como acto liberador o confrontacional y como vehículo urgente hacia una nueva mirada desde la literalidad del porno. Sin embargo, de un tiempo a esta parte son decenas las ficciones dentro del cine de “autor” o independiente que recurren a lo explícito como parte de esa demostración de un cine más vital, directo, más allá de lo erótico, reflejando algo de ese instinto documental del porno: pasa por una Catherine Breillat, un Gaspar Noé, o un Abdellatif Kechiche. Sin embargo, pese a esta necesaria ascendencia, La Noche de Edgardo Castro no se inscribe claramente en esta perspectiva, sino más bien a la manera de lo explícito de un reflexivo y testimonial Vincent Dieutre, por ejemplo.

Lo más interesante de la argentina La Noche, es que no está pensada desde las motivaciones mismas del cine LGTB o Queer, que de alguna manera busca tener “un mensaje” o una reivindicación ante la problemática gay, a lo Rosa von Praunheim, ni mucho menos valerse de demostrar determinada sordidez como justificación de un estado latente de discriminación o exigencia de derechos, como Base-moi de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi. Quizás como en L’Inconnu du Lac de Alan Guiradie, lo que Edgardo Castro logra, con esta su ópera prima, es crear un micromundo pleno de sexualidades, masculinidades y mimetismos, en medio de una serie de noches, que van formando la idea de una gran comunidad nocturna, donde el claro objetivo es realizar un retrato profundo de un personaje en medio de la soledad.

Edgardo Castro protagoniza esta película donde encarna a un tipo solitario, que vive también solo, y del que no es necesario saber más. Desde el arranque una cámara que muestra su “fisicalidad” parece estar de testigo y sigue sin dejarse ver del todo a este personaje en sus salidas, donde lo vemos contratar los servicios de trabajadores sexuales, acudir a las llamadas discotecas “de ambiente”, o entablar amistades disímiles entre drogas duras y alcohol. Planos muy cerrados o cercanos, que dan la idea de una necesidad de querer participar plenamente de todo lo que acontece al protagonista, desde los planos de sexo real, hasta sus horas de ocio frente al televisor.

En Después de la Revolución (2007), el cineasta francés Vincent Dieutre se filmó así mismo en calles de Buenos Aires con el fin de encontrar a algún amante ocasional. Escenas de sexo explícito que se alargaban hasta la abstracción completaban un panorama personal de afirmación, soledad y búsqueda, entablando también un diálogo con el espacio: una ciudad tras la crisis, de calles en plena noche cerrada y habitaciones de hoteles precarios. Algo de ese espíritu hay en La Noche, ya que la intención de Edgardo Castro no es exponer una cotidianidad vacía, sino por el contrario, traducirla desde felaciones, erecciones, y caricias. La existencia de ese entorno de cuerpos y necesidad de lo físico está aliada a un imaginario del neón, del gueto en algún barrio popular del centro de la ciudad, y dentro de una galería de personajes que parecen vivir desde la ambigüedad.

La Noche es extraordinaria por el modo en que está filmada y por el sentido de duración de sus escenas, que parecen dilatarse precisamente por estar con ansias de encontrar aquello que deban completarlas y darles sentido de un modo atípico. Hay una ruta clara en la serie de pasajes que van desde sesiones intensas de sexo “con ternura” hasta tríos que se regodean en los preámbulos sin más ni más, sin ganas de degradación ni descenso o sordidez. Edgardo Castro narra el surgimiento de una nueva desnudez, aquella que se revela en ese plano final, donde el protagonista queda entregado sin esa resistencia a la compañía, más allá de lo carnal y ocasional. Definitivamente un hito en la historia del BAFICI.

Competencia Internacional

Dirección: Edgardo Castro
Guión: Edgardo Castro
Producción: Florencia de Mugica
Fotografía: Soledad Rodríguez
Sonido: Gabriel Barredo, Guillermo Lombardi
Montaje: Miguel de Zuviría
Reparto: Edgardo Castro, Guadalupe Dolores Olivares, Federico Figari, Paula Ituriza
Argentina, 2016