Por Mónica Delgado
La presencia peruana en dos competencias importantes en un festival internacional como el BAFICI es ya síntoma de que hay una respuesta de doble vía: tanto de los programadores que se proponen mostrar otro tipo de cine peruano dentro de un contexto de apuesta latinoamericana (es la primera vez que BAFICI abre una sección de competencia de films netamente hechos en América Latina, buscando así marcar un camino distinto de un cine que debe ser visibilizado), y por otro lado, el asomo de un estilo, y por qué no de una corriente, de un cine marcado por una sensibilidad generacional muy clara, basado en un “ser limeño” atípico. La peruana WIK participa en la competencia latinoamericana y prueba suerte con otras propuestas diametralmente distintas.
WIK (o week) transcurre precisamente en una semana, de lunes a domingo, y trata de diferenciar los días para unos personajes que no disciernen la atmósfera de un atormentado lunes con la pasividad e inacción de un domingo. Lo que hace Rodrigo Moreno del Valle, en esta su ópera prima, es precisamente darle cuerpo, concepto, orden, a la abulia de un grupo de “slackers” en una Lima que deja lucir sus espacios públicos desde el neón y la breve vida de esquina.
WIK, ir del “Man-dei” al “San-dei”, un poco jugando con la fonética del inglés, significa darle un marco de continuidad y repetición, de acabar una semana y comenzar inevitablemente otra, pero también lo es para dejar en claro que no se trata de un lunes o viernes cualquiera, sino que permite que asumamos esta seguidilla de días desde la mirada fantasmal de los protagonistas y su visión pesimista de lo cotidiano. Desempleo, ocio, subempleo, aburrimiento, indiferencia, son algunas palabras que priman en el universo de WIK, sin embargo el cineasta Rodrigo Moreno mantiene algo de ese malestar en su puesta en escena, pero con talento para conseguir la total atención del espectador.
Rodrigo Moreno elige una puesta en escena de planos fijos generales que intercala con tomas no muy cerradas de los protagonistas y de corta duración, de tres amigos, dos chicos y una muchacha, entre los 19 y 22 años, en busca de trabajo y con poco ánimo para hacer cosas. Como en el usual cine de personajes que no suelen hacer nada y que viven con poca expectativa (menciono algunos referentes latinoamericanos, desde la uruguaya 25 watts de Pablo Stoll o Juan Pablo Rebella hasta la mexicana Güeros de Alonso RuizPalacios o Minotauro de Nicolás Pereda, guardando las distancias formales), estos limeños, quienes esperan conseguir dinero para lograr salir de la capital, existe una intención de languidez, de mostrar a los personajes en plena abulia, incluso dando la sensación de que recién se conocen o no tienen mucho que decirse entre sí. El Centro Comercial Arenales, el tren eléctrico, o calles de Lince, lucen en contraste con el ánimo de los personajes, que viven repeliendo multitudes y problemas. Más bien la progresión de los días, o la acumulación de algunos incidentes en este periodo, permite el crecimiento de cada uno de los tres jóvenes, pero hacia una huída de la ciudad, libre de “adultos”, que los parece aburrir.
En WIK resulta interesante el uso del fuera de campo “espacial” para describir un universo de padres o adultos que es esbozado a partir de la ausencia, de esa casa de clase alta que no se ve completa, del mueble de dormitorio donde aparece un rosario y estampitas, o de la casa de playa para imaginar. En todo caso, el único personaje “adulto”, la tía que encarna Norma Martínez, luce apático, quejoso y nada agradable. Es así que Rodrigo Moreno describe desde esta perspectiva de “lo que no se ve” una diferencia generacional, donde incluso los personajes “antagónicos” pertenecen al mismo entorno de fiestas y nocturnidades (aparece incluso en un cameo el músico Rafo Ráez), aunque provenientes de otro tipo de submundos, como el mercado ilegal del porno.
En WIK hay rock peruano, hay jerga local, hay lugares reconocibles, pero el modo en que están filmados logra abstraer y construir un nuevo espacio, de una Lima que vive de la noche, de fiestas caribeñas en lunes, de una “industria” de porno amateur, y de barrios solitarios para caminar a partir de la austeridad. Y esto es precisamente el logro más importante de WIK, conjugar este proceso de hacer un cine de bajo presupuesto con el imaginario que propone de abulia y de sutil resistencia.
Competencia Oficial Latinoamericana
Dirección: Rodrigo Moreno del Valle
Guión: Illary Alencastre Pinilla, Rodrigo Moreno del Valle
Fotografía: Alonso Luque, Pietro Bulgarelli
Edición: Alberto Barzola
Dirección de arte: Illary Alencastre Pinilla
Sonido: Rosa María Oliart
Música: Rafo Ráez
Producción: Eliana Illescas, Paul Córdova, Miguel Álvarez Calderón
Producción Ejecutiva: Juan Manuel Olivera, Rodrigo Moreno del Valle, Illary Alencastre Pinilla, Alfredo Letts, Eliana Illescas
Compañía Productora: Arrebato Cine
Reparto: Pedro Pablo Corpancho, Piera del Campo, Jean Phil Arrieta, Olivia Manrufo, Pablo Mamani
Perú, 2016