Por Nicolás Carrasco
En su más reciente película, el director de Xiao Wu incursiona en el terreno de la sátira política a través de la historia de un grupo de operarios chinos que quedan desempleados al cerrar la antigua fábrica minera donde laboraban en distintos cargos. El despido colectivo no discrimina a nadie: todos los empleados se quedan sin trabajo por la pérdida del negocio. “Es más caro extraer el carbón que importarlo”, les dice el dueño en su último discurso. Es a partir de estos sketches humorísticos que empiezan a desnudarse las contradicciones de un sistema que mantiene los rituales socialistas junto con nuevas “reglas de juego” capitalistas (como despidos arbitrarios o desempleo). “No es culpa mía, es la crisis mundial”.
Los tres personajes principales, los hedonistas del título, asumen el desempleo con ligereza y emprenden la búsqueda de un nuevo trabajo juntos, animados por un espíritu irónico y burlón. Este buen humor contrasta con la seriedad con que los empleadores afrontan los procesos de selección para los dos puestos a los que postulan: como guardaespaldas para un joven y “nuevo rico”, y como figurantes en un parque de atracciones dedicado a explotar el pasado imperial del país.
Ambos trabajos revelan claramente el rumbo de esta “nueva China” abierta a la economía mundial, pero que no puede evitar repetir los vicios del capitalismo occidental. A simple vista podría interpretarse esta visión de China como un paraíso tecnológico y como un paraíso turístico. Pero de lo que realmente nos habla Jia Zhang-ke en esta nueva película es de una China del simulacro y de las apariencias. Del país de la mano de obra barata y de una China milenaria de cartón piedra.
BAFICI 2017: Careers
Director: Jia Zhang-Ke
Guión: Zhao Tao, Jia Zhang-Ke
Fotografía: Yu Likwai
Edición: Matthieu Laclau, Guo Weisong
China, 2016