Por Pablo Gamba
Aunque As boas maneiras (2017) relata una historia del subgénero del hombre lobo, ambientada en São Paulo, no plantea la pregunta que viene formulando el Bafici desde 2016 acerca de qué es una “película de festival”. Cualquier duda al respecto fue despejada en Locarno, donde le otorgaron el Premio Especial del Jurado. Fue seleccionada también para los festivales de Londres, Cartagena y Biarritz, entre otros, así como para los de cine fantástico de Sitges y Austin.
El film dirigido por Marco Dutra y Juliana Rojas –que estuvieron en Cannes con su primer largometraje, Trabalhar cansa (2011)– es de los que hacen ironía del terror, en este caso especialmente a través de la hibridación con el musical. También aprovechan el género para tocar temas sociales. Aquí se trata de la brecha entre la joven oveja descarriada de una familia de ricos fazendeiros, y una mujer que no pudo terminar la carrera de enfermería y busca un trabajo más o menos acorde con su formación, que termina siendo análogo al de empleada doméstica. Se le superpone, además, la diferencia entre blancos y negros.
Un detalle importante, aunque quizás poco perceptible a primera vista, de la representación de la ciudad es que Clara –la sirvienta– viene de una favela. No se trata de una guarida de pandilleros narcotraficantes violentos como las que Fernando Meirelles y José Padilha, entre otros, han hecho célebres en el cine, ubicadas en Río de Janeiro. En el barrio marginal paulista de Dutra y Rojas hay casas de pensión cuyos dueños dan alojamiento a los que son más pobres que ellos. Pero las viviendas son acogedoras y existe allí una comunidad. No se ven delincuentes disparándose entre sí, ni tiroteándose con la policía.
La cuestión de las diferencias de clase pareciera resolverse en As boas maneiras de la peor manera hollywoodense, a pesar de la osadía con respecto a las convenciones morales. Pero no hay que pasar por alto que el mal tiene su origen en la familia de ricos, y de allí se extiende hacia los pobres. Su violencia es el correlato social irónico del vínculo “humano” que surge entre Ana y Clara.
Es plásticamente llamativa la representación del paisaje urbano que queda de fondo en el film, por lo que tiene de estilizado. El interior del departamento de Ana, con su enorme y pesada puerta, y objetos dorados en la decoración, parece la contraparte barroca brasileña de los castillos llenos de telarañas de los clásicos de la Universal de los años treinta. El gótico, sin embargo, está presente en la mazmorra con cadenas para sujetar al monstruo, en la casa de Clara.
Pero hay un momento en el que la película se desvía hacia los lugares comunes de las historias de hombres lobos, con todo y la ironía. Además, si las imágenes de gráficos de computadora son prometedoras en la parte del nacimiento de la criatura, más adelante el film se revela técnicamente incapaz de representar la transformación del personaje bajo los efectos de la luna llena. Es algo que en el cine se ha logrado de manera sorprendente con efectos de maquillaje, sin la ayuda de esa tecnología, como en An American Warewolf in London (1981).
As boas maneiras plantea, asimismo, una pregunta más difícil para el Bafici que la de qué es una “película de festival”: ¿qué es un “film independiente”? No pareciera estar claro que pueda entrar en esa categoría una producción en la que participó Globo Filmes, brazo cinematográfico de Rede Globo, la segunda cadena de televisión comercial más grande del mundo, detrás de la ABC. También es uno de los más importantes fabricantes de telenovelas y forma parte del grupo de medios al que pertenece el influyente diario O Globo. Los festivales que lo seleccionan hacen promoción gratuita a un producto como este.
Competencia internacional
Dirección y guion: Juliana Rojas, Marco Dutra
Producción: Maria Ionescu, Sara Silveira, Clément Duboin, Frédéric Corvez
Dirección de arte: Fernando Zuccolotto
Fotografía: Rui Poças
Montaje: Caetano Gotardo
Sonido: Gabriela Cunha, Bernardo Uzeda, Christophe Vingtrinier
Música: Juliana Rojas, Marco Dutra, Guilherme Garbato, Gustavo Garbato
Interpretación: Isabel Zuaa, Marjorie Estiano, Miguel Lobo,
Cida Moreira, Andrea Marquee
Duración: 135 minutos
Brasil-Francia, 2017