BAFICI 2022: LA MIF DE FRED BAILLIF

BAFICI 2022: LA MIF DE FRED BAILLIF

Por Pablo Gamba

La ganadora de la competencia Vanguardia y Género del BAFICI, La mif, había recibido antes el Gran Premio de la sección Generation 14 Plus del Festival de Berlín, en el que se estrenó el año pasado. Su director, Fred Baillif, es sociólogo y cineasta autodidacta. Comenzó haciendo documentales y tiene otros dos largometrajes de ficción: Tapis rouge (2014) y La preuve scientifique de l’existence de Dieu (2019).

La mif es una película suiza que relata historias de varias internas y la directora de un hogar de acogida. Intenta atrapar al espectador rápidamente con un comienzo in media res, en una escena de acción, que puede parecer confusa al principio, en la que la policía se lleva a una de las chicas de la institución, que se resiste al arresto. Para mantener enganchado al público con una sensación de urgencia y proximidad a los personajes, se recurre al  lugar común de la cámara en mano y los planos cerrados, y a un excelente trabajo con las no actrices profesionales que interpretan a las jóvenes. En tensión con esto, sin embargo, hay varios recursos con los que se intenta crear un distanciamiento de la acción, siguiendo la premisa de que esto estimula a que el espectador reflexione sobre la experiencia que ha hecho siguiendo a los personajes. El más llamativo son las repeticiones, con las que el relato vuelve una y otra vez atrás en la historia para revelar nuevos aspectos de lo antes visto y escuchado –como la confusa escena referida del comienzo, que así también se va aclarando–, pero de una manera que ya no puede atrapar como cuando se vio por primera vez. También se recurre para esto a las interrupciones, dividiendo el relato en capítulos que llevan los nombres del personaje principal de cada uno, a los que se añade otro sobre la “mif”, una manera de abreviar famille, “familia” en el francés que se habla en Suiza.

La película tiene también un notable acercamiento a los personajes juveniles, desprejuiciado y sin sensacionalismo, en particular por lo que se refiere a la sexualidad de los adolescentes y, en general, a los comportamientos “desordenados” y que se consideran incluso “peligrosos” o delito. Por poner un ejemplo, hay una escena sexual entre un chico y una chica, menores de edad los dos, pero con una pequeña diferencia que hace que lo ocurrido se considere, legalmente, una violación. La inmersión en el pequeño mundo de la institución, además, llega hasta los secretos y mentiras de los personajes, tanto de las chicas como de la directora de la institución. Si La mif fue programada y premiada en Vanguardia y Género, la razón pudo haber sido que se trata de una excelente película de internado. Esto llama a prestar atención en el giro realista que le da a los lugares comunes genéricos, como el personaje que tiene entre sus antecedentes a las madres superioras comprensivas y bondadosas. En una parte se informa que la institución de la película fue antes manejada por monjas.

Sin embargo, la suma de estas virtudes arroja como resultado también uno de los problemas que el cine debería evitar, sobre todo cuando se trata de películas de ficción realizadas por alguien con experiencia en el documental. Se trata de la sensación que puede darse al público de que ha visto las cosas “tal como son en realidad” y que puede ser la base de las peores manipulaciones políticas. Aunque parezca estar claro que no es eso lo que ocurre en este caso en particular, hacia el final de La mif hay una una reacción de un personaje por la que algunos espectadores adultos quizás se dirán “¡Yo hubiera hecho lo mismo!”, mientras que los jóvenes podrían pensar “¡Los adultos son como nosotros!”, y es una prueba de cómo la identificación y el distanciamiento se conjugan para enseñar que actuar contra las normas y rebelarse es comprensible, pero un error infantil, inútil y contraproducente. Otra cuestión problemática es el mensaje implícito a favor del financiamiento público de este tipo de instituciones y contra medidas como la rebaja de la edad de imputabilidad, entre otras que tienen como premisa la idea conservadora de que la cárcel es la institución ideal para resolver casi todos los problemas sociales. La mif es una película emblemática de aquellas en las que el cine asume un papel análogo al de las ONG por lo que respecta a la defensa de una causa noble para el progresismo.

De hecho, la historia se desarrolla en una organización de este tipo, una fundación, para revelar su complejidad y hacer manifiesto que su imperfección es humana. Esto también es usar el cine como medio de comunicación sin considerar sus problemas. Hay que ser suspicaz, entonces, frente a la tendencia a dar premios de festivales a películas como La mif, cuyo valor como cine es discutible. Son problemáticas, además, porque su mensaje “concientizador” se inscribe en la actual proliferación de causas “cívicas” de todo tipo que remplazan la lucha política por un cambio social.

Competencia Vanguardia y Género
Dirección, guion y montaje: Fred Baillif
Producción: Véronique Vergari, Agnès Boutruche
Fotografía: Joseph Areddy
Sonido: David Puntener, Bruce Wuilloud, Alan Mantilleri, Samuel Levy
Interpretación: Claudia Grob, Anaïs Uldry, Kassia Da Costa, Joyce Esther
Ndayisenga, Charlie Areddy
Suiza, 2021, 110 min.