BALANCE BERLINALE 2018: LA HIBERNACIÓN DEL OSO

BALANCE BERLINALE 2018: LA HIBERNACIÓN DEL OSO

Khook de Mani Haghighi

Por Aldo Padilla

La montaña rusa que terminó siendo la Berlinale, tanto en su programación como en su premiación puede describirse desde la frustración que se sintió en la sala de prensa durante la entrega de premios, como desde la notable molestia con la que se recibieron las palabras de Tom Tykwer quien premiaba a la rumana Adina Pintilie con su film Touch Me Not. Se trata de un supuesto ejercicio de terapia sexual de la directora, que termina convirtiéndose en una desprolija y casi grotesca exploración de fobias y filias que no llegan a ningún lado. Finalmente, el jurado alcanzó a premiar a las favoritas (y mejores películas), aunque con reconocimientos que no eran los que correspondían y dejando de lado al gran film de Lav Diaz y a Franz Rogowski que fue. sin duda. el gran actor del festival con dos interpretaciones absolutas en dos diferentes films. A pesar de esto es posible destacar el nivel de otras secciones como Forum que ha mantenido una línea radical con sus aristas políticas, además de una mejoría de Panorama, en especial en los documentales.

¿Cómo podemos evaluar la programación de un festival? Diversidad, cantidad de grandes películas o mínimamente solventes. En comparación con el año pasado, todo estos ingredientes no son parte de una receta, sino más bien es una forma de aferrarse a ciertos criterios, aunque estos sean un poco arbitrarios. En este texto me enfocaré en nombrar algunos títulos que no tuvieron su respectiva crítica en Desistfilm durante la cobertura, y en el diálogo que se mantuvo entre secciones y películas.

Competencia Internacional: La conocida debilidad de Berlín por el cine político se hizo presente como cada año, aunque también la fuerte presencia de la comedia en clave de sátira. De todas formas, preocupó un aumento de un cine con un cierto grado de crueldad impostada que tanto se criticó desde la edición de Cannes. Finalmente se echó de menos alguna película definitiva como en la anterior edición con Kaurismaki o un Hong inspirado.

La cuota local debutó con Transit de Christian Petzold, film bastante divisor, ya que por un lado tiene apasionados defensores, pero también parte de la crítica no ha logrado enganchar con el melodrama y los constantes giros que da el film, en una especie de distopía actual donde Petzold busca trasponer el drama de los refugiados a los habitantes de la Europa occidental. Pero sin duda, uno de los films más denostados de la competencia fue Eva del francés Benoit Jacquot, fallido sexi thriller que trata de soportar todo el peso a base a nombres famosos que tampoco están a la altura de las supuestas incógnitas que plantea el film y un guion ilógico que generó risas durante la proyección.

Con un poco más de apoyo se encontró Utøya 22. Juli de Erik Poppe, que transforma la matanza noruega del 2011 en un plano secuencia al servicio de un artificio que distorsiona el horror vivido y solo busca mostrar una supuesta proeza técnica del director, que parece creer en el discurso de revivir un hecho tan cruento en base a un supuesto hiperrealismo y que al final termina tan solo logra banalizar la matanza.

Mucho menos arriesgada es la propuesta La prière del actor y director Cédric Kahn, cuyo contenido panfletario sobre un centro católico de rehabilitación para jóvenes drogadictos le gana a una película construida en base a una gran personificación de un adolescente en los vaivenes físicos y psicológicos propios de la rehabilitación. Muchísimo más conservadora y convencional es la propuesta alemana 3 Days in Quiberon de Emily Atef que se regodea en la decadencia y los últimos días de la actriz Romy Schneider, enfrentándolo con un periodista que la entrevista sin ninguna ética ni compasión.

Un terreno un tanto más amable fue presentado por los hermanos Zellner con la comedia en clave de western Damsel, que subvierte todos los códigos del género y que transforma al film en un manifiesto con matices feministas en especial en su ultima hora, aunque ciertos momentos un tanto caricaturescos distorsionan demasiado las ideas del film. En clave más esperpéntica aun, pero fascinantemente divertida se encuentra la rareza iraní Khook de Mani Haghighi, que juega con elementos como la represión artística en Irán y el linchamiento en redes sociales en clave de comedia, para hacer una sátira sobre el arte y el ego de sus creadores, aunque si bien el film funciona con sus gags individuales, no siempre logra funcionar de forma conjunta.

El gran premio del jurado terminó en manos de una conocida del festival, la polaca Ma?gorzata Szumowska con su díptico Twarz, donde la comedia mediante la cual se desarrolla la primera parte se ve interrumpida por un accidente que cambia totalmente el rumbo del film y la transforma en una historia de búsqueda de identidad (talvez demasiado literal) y una crítica sobre la hipocresía de la sociedad católica polaca. En un ánimo similar de mezcla de géneros se presentó Gus Van Sant con Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot, basada en parte de la vida del humorista gráfico John Callahan, caracterizado por una discapacidad bastante avanzada y el humor negro que despliega a pesar de su condición. La película equilibra las geniales viñetas del protagonista con la complejidad debido a sus limitaciones, a pesar de esto se queda en un limbo donde no define un rumbo y se convierte en un biopic al uso.

Fuera de competencia se encontró una pequeña sorpresa de la mano de Markus Imhoof con su documental Eldorado, que retrata el camino de los inmigrantes en el mediterráneo y de la compleja red de tráfico y las duras condiciones mediante las cuales llegan a establecerse a su llegada a Europa, todo esto sin recurrir a maniqueísmos o condescendencia. Aunque la historia familiar paralela que el director quiere contar queda un tanto descolgada, ya que busca los paralelismos de la situación actual de los refugiados con las masivas migraciones debido a la segunda guerra mundial pero solo consigue desconectar al espectador del film.

Fotbal infinit de Corneliu Porumboiu

Forum: La sección más numerosa del festival, también fue la más arriesgada y no solo desde la radical Forum Expanded, sino también con los largos de la programación. Llama la atención la coincidencia de dos documentales con aire deportivos en la sección: el primero dirigido por el rumano Corneliu Porumboiu con Fotbal infinit, la trasposición de las disparatadas ideas de Lauren?iu Ginghin?, absorbente protagonista que va repensando la concepción del futbol a través de nuevas reglas que den mayor movilidad al futbol y como va adaptando esas ideas a su entorno y extrapolando a la situación de Rumania y Europa, posiblemente la película más divertida del festival por como externaliza ideas que todos tenemos en algún momento pero que no se concretan. Y el segundo, el documental L’empire de la perfection, que plantea la relación del tenis y su complejo mecanismo psicológico y físico. El francés Julien Faraut analiza quirúrgicamente al tenista John McEnroe y su extraña forma de ver la perfección como algo tangible, donde cada detalle parece formar parte de un éxito a pesar de su intenso carácter.

Frente a las dudas que dejo el nuevo film de Ted Fendt apareció una suerte de contracara neoyorquina titulada Notes on an appearance de Ricky D’Ambrose, un mapa completo de los extraños seres que vagan en Brooklyn o Queens. Pequeñas notas al pie de página, gente académica en sitios y leyendo sus currículos, bressoniana y autómata, mantiene la belleza de la rutina del hermético mundo de los académicos e intelectuales absortos en sus ideas.

En una línea más observacional se presentaron las dos propuestas de corte ruso: Syn de Alexander Abaturov, un seguimiento al entrenamiento de soldados rusos durante el servicio militar que parece manejarse más dentro del terreno anecdotario y parece alejarse del discurso que por ejemplo daba el film argentino Soldado, donde se veía al ejército desde su rutina y su pantomima, frente a una suerte de ensalzamiento militar que se ve en el film ruso. Y la otra: en un tono mucho más paródico se encuentra Victory day del ucraniano Sergei Loznitsa, que retrata en un tono semi burlesco a la comunidad rusa en un parque berlinés durante los festejos del llamado Día de la victoria que conmemora el fin de la guerra mundial. Entre grandes cantidades de vodka y bailes principalmente femeninos, Loznitsa disecciona como se celebra la victoria de un país inexistente en medio de la ciudad que fue su botín de guerra.

La presencia del cine asiático estuvo fuertemente marcada por el cine japonés y una fuerte dosis de crueldad y sinsentido. Aunque son otros los filmes que se quieren destacar, partiendo del trabajo de Midi Z que nuevamente va recorriendo Camboya y en este caso va diseccionando la relación de este país con el budismo en 14 Apples, docuficción donde el protagonista se transforma en un monje budista por un tiempo limitado de forma de vencer un constante insomnio que lo aqueja. La inmersión en su rol es casi instantánea y el film revela la indisoluble tradición y devoción budista del país, que en ciertos momentos puede llegar a ser escalofriante.

El caso del film Djamilia de la francesa Aminatou Echard es un manifiesto con fuertes raíces feministas frente al complejo panorama de las mujeres en Kirguistán y su conexión con la literatura clásica del país, que sirve como una forma de comentario frente a tradiciones como el rapto de la novia que desembocan en matrimonios forzados y la búsqueda de terminar con estas, todo esto rodado en 8 mm que permite definir que estas tradiciones que parecen tan antiguas aún son actuales. Finalmente, la película coreana Old love de Park Kiyong se maneja en el terreno tan característico del cine coreano que es la relación de una expareja, la cual se reencuentra luego de muchos años, la cual a pesar de tener muy pocas pistas de romanticismo denota las frustraciones frente a las decisiones tomadas y cuyos largos diálogos y situaciones tienen una reminiscencia al cine de Hong Sang Soo.

Mes provincials de Jean Paul Civeyrac

Panorama: Se percibió una mejora sustancial en la programación con la incorporación de Paz Lázaro a la cabeza de la sección. Si bien la gran apuesta de la sección continúa siendo sus documentales, en esta edición es posible rescatar algunas ficciones de la extensa selección de films y ante todo una importante presencia del cine latino que tendrá su propio apartado en este repaso.

Las propuestas de ficción estuvieron encabezadas por la pieza garreliana Mes provincials del francés Jean Paul Civeyrac, influido claramente por el maestro francés. El film retrata las inquietudes comunes de este tipo de cine desde las irregulares relaciones amorosas en un ambiente cultural, la frustración frente a la falta de creatividad artística, además retratando un ambiente de creación cinematográfica en medio de una erudición un tanto alejada de la realidad. De todas formas la sensibilidad y elegancia con la cual está ejecutado el film lo reivindica y lo lleva a un plano diferente, aunque es justo decir que en varios momentos se genera un vacío frente a la banalidad de la vida artística del protagonista.

Y si bien hablamos de fórmulas, Kim Ki-duk es un director que siempre se ha manejado por recetas a la hora de realizar sus ficciones y Human, Space, Time and Human recurre a todas sus facetas conocidas desde sus estructuras cíclicas, pasando por su violencia extrema (la recurrencia de violaciones en sus films es alarmante), y el pequeño detalle de uno o dos personajes taciturnos convierten al film en uno más de la cadena de producción del coreano que llego a Berlín con polémica incluida. El argumento basado en un barco que en algún momento deja el mar para empezar a vagar sin rumbo por el cielo, aparentemente como una forma de castigo frente a la maldad reinante en el navío, aunque todo esto parezca más una anécdota frente al despliegue de violencia al borde de la parodia. Y paródica también es la perfecta definición para River’s Edge, film que gano el FIPRESCI en la sección y que está dirigida por el japonés Isao Yukisada, un collage de tics del cine japonés de genero colegial, donde el bullying está presente en niveles poco saludables y donde los personajes parecen competir en su excentricismo. Una fórmula que lastimosamente ha ido contagiándose dentro de los directores nipones y que parece no tener un final cercano.

Ya dentro del terreno de los documentales uno de los pocos films africanos presentes en Berlín fue Kinshasa Makambo del congolés Dieudo Hamadi, que hace el seguimiento del proceso de rebelión contra el presidente Kabila mediante activistas comprometidos en distintos grados. Hay varios tópicos estilísticos que responden a películas de temática social, como el camarógrafo huyendo frente a la represión policial o extensas reuniones para decidir el futuro del movimiento, donde se alcanza a ver la poca claridad y la dispersión de ideas de una insurrección que si bien ha puesto en vilo al poderoso presidente, no parece ser una alternativa real frente a la omnipotencia de la dinastía Kabila, por lo que el film parece ser un retrato de la impotencia de los movimientos sociales africanos frente a los grandes poderes instalados.

Volviendo a Europa, la directora búlgara Bojina Panayotova presentó el proyecto más personal de la sección, llamado I See Red Peopleque es posiblemente uno de los documentales con más grises morales de la sección. La investigación en primerísima persona de la directora sobre la relación de sus padres con la dictadura búlgara de los 80 la llevará a escarbar en complejos terrenos en los cuales llega a cierto límite donde su familia busca deslindarse del proyecto fílmico. Es allí donde se empieza a cuestionar la tozudez de la directora, ya que incluso graba a dichos familiares en contra de su voluntad. La pregunta que ronda el film es ¿cuáles son los límites de lo personal y lo político o artístico?

Finalmente, es destacable la exploración territorial de la empobrecida zona de Skid Row en Los Angeles que se realiza en Game Girls de la polaca Alina Skrzeszewska, esto captado desde la mirada femenina y lesbiana de sus protagonistas, una de las cuales acaba de salir de la cárcel y se encuentra en un proceso de readaptación en un ambiente hostil y lleno de vicios. Esta película mantiene un excelente diálogo con el cortometraje Russa, presentado en competencia por sus directores João Salaviza y Ricardo Alves Jr., que habla de una temática similar con una protagonista que sale por un fin de semana de la prisión y encuentra cómo la gentrificación está eliminando torres de edificios donde ella había vivido toda su vida. La complementación de ambos films se ve desde diferentes ángulos ya que Game girls explora el territorio desde el reconocimiento de las calles y Russa, desde los edificios que están a punto de desaparecer, ciudades que avanzan sin freno y que parecen engullir todo a su paso.

O Processo de Maria Augusta Ramos

Cine hispanoamericano: El cine brasilero y español fueron grandes animadores de las secciones paralelas, que además se caracterizaron por una temática política, LGBT y rural, que marcaron la línea especialmente en Panorama y reconfirmaron el gran momento del documental latino y español.

El film evento del festival termino siendo O proceso de Maria Augusta Ramos, cuyas proyecciones sin duda fueron las sesiones más calientes en una fría Berlín, caracterizadas por constantes aplausos, murmullos y hasta llantos, tanto de la enorme delegación brasilera presente, como del público ajeno en un extenso documental que retrata con mucha paciencia las diferentes etapas del proceso de destitución de la ex presidenta Dilma da Silva. Un proceso lleno de irregularidades que está filmado con parcialidad desde el lado de los abogados y parlamentarios del PT, lo cual no quita el mérito al gran trabajo que se encuentra detrás de cámaras, ya que no hay intervenciones directas, ni entrevistas y tan solo se reduce a los hechos filmados directamente o recopilados desde el archivo de la televisión del senado, donde se alcanza a ver la parodia política e hipócrita del lado acusador cuya historia es por demás conocida.

Bastante más convencional es el documental Central Airport THF del brasileño Karim Aïnouz, que retrata el complejo limbo en el cual se encuentran los refugiados en el enorme centro de acogida instalado en el ex aeropuerto central de Berlín. Se plantea como un film convencional debido al tratamiento superficial con el que se filma a los refugiados que son protagonistas, cuya grandilocuencia y poca naturalidad opacan un film que en comparación con la espontaneidad de Eldorado palidece mucho.

Manteniéndonos en Brasil pero entrando en el tema LGBT la dupla de directores Marcio Reolon y Filipe Matzembacher presentaron Tinta Bruta, que rompe de cierta forma algunas convenciones del cine LGBT con un personaje que tiene serios problemas de socialización y que solo se transforma frente a la cámara web a la hora de hacer unos coloridos shows fosforescentes de forma de ganar algo de dinero. El protagonista es un personaje aparentemente explosivo ante situaciones extremas, aunque en la mayor parte del metraje es bastante difícil buscar alguna motivación detrás de su comportamiento.

En un tono más poético y entrando en el territorio trans se encuentra Obscuro barroco de Evangelia Kranioti, el film dialoga de cierta forma con la gran sorpresa del festival Bixa travesty, ya que este último tocaba el tema trans en forma de manifiesto político, musical y humorístico a la vez. A diferencia del film de la directora griega que encara el cuerpo desde un punto de vista más poético, donde se alcanza a ver el cuerpo como un lienzo con infinitas posibilidades, a la vez el film se confronta cara a cara a la sociedad brasileña frente a una comunidad que está siendo tan discriminada a pesar de su volumen, aunque a la vez son compañeros de lucha frente al complejo escenario político.

Para cerrar el panorama sudamericano la única representación peruana en el festival perteneció al film Retablo de Álvaro Delgado, presentada en la sección Generation donde logró una mención del jurado. Ya había ganado un premio en el festival de Lima. Retrata una relación paterno filial y la eterna carga de los hijos en mundos conservadores frente a la obligación de seguir el camino laboral de los padres, también hay una arista que muestra el tratamiento del tema LGBT en el mundo rural y su fuerte rechazo, lo cual le permite dialogar con el film argentino Marylin y coincidir que el tema LGBT aún es un tabú y no ha avanzado casi nada en dichas zonas.

La presencia española en Panorama se dio con perfiles de films bastante diferentes. Por un lado, la catalana Meritxell Colell Aparicio presentó Con el viento que tiene ciertas similitudes con el film argentino La cama en el tratamiento del abandono del hogar luego de muchos años. Aunque en este caso de una madre y una hija como foco, en el caso de la hija que vuelve a esa casa rural luego de muchos años de trabajo en danza en Buenos Aires, el film conjunciona esa relación de la protagonista con su cuerpo y con el hogar con el viento como forma de conexión entre ambos entes.

También en Panorama se presentó Trinta Lumes de Diana Toucedo, una suerte de docuficción observacional sobre tradiciones en algún pueblo de Galicia, que se va mezclando con pequeñas vivencias de adolescentes de esas zonas y que reafirman por enésima vez el gran momento del cine gallego. Un tanto más convencional es el documental El silencio de los otros de Almudena Carracedo, recorrido bastante explícito sobre la ley de Amnistía en España y la lucha por el intento de enjuiciar los crímenes del franquismo de parte de la justicia argentina, documental que más allá de momentos que apelan fuertemente a la sensibilidad, son parte de un dispositivo demasiado formal más tendiente a lo televisivo, de todas formas es eficaz con lo que cuenta y eso le dio lugar a lograr el premio del público de la sección. Mientras tanto en Forum una película uruguaya enfrentaba una temática idéntica en el film Unas preguntas de Kristina Konrad, que recorre el camino del referéndum que se llevó a cabo a fines de los años 80 para derogar la ley de amnistía. El film está compuesto de entrevistas cortas a gente que se encuentra en la calle de forma de entender la fuerte polarización que existía sobre la decisión a tomar respecto, donde claramente se notaba una fuerte manipulación y desinformación de la población que se acentúa con distintos comerciales de esa época que mostraban la importancia de la televisión en la formación de opinión, además de la imagen conservadora que se muestra de Uruguay frente a la imagen actual del paraíso progresista de Sudamérica.

Y aunque el film Aggregat de Marie Wilke no es latino tiene bastantes similitudes con el film uruguayo en cuanto al dialogo naturalista con la población alemana y su preocupación frente a la inmigración y que muestra la desconexión que hay entre la clase política y el pueblo, todo esto bajo el contexto del fuerte avance de la ultraderecha alemana en especial en lo que fuera la Alemania oriental y que de igual forma ratifica que el avance del radicalismo nacionalista ya ha echado raíces incluso en el país más europeísta de la región.

La única forma de cerrar este repaso es con Mariphasa del portugués Sandro Aguilar, cuyo hermetismo llega a niveles donde apenas es posible percibir algún atisbo de argumento y que a la vez tiene sentido con la penumbra constante que rodea al film, donde apenas hay un plano con la luz del día. Entre locura, violencia, lo único que se viene a la cabeza es el nihilismo absoluto que rodea al film y que lo convierte en impenetrable y apenas analizable, la confusión como forma de arte y como forma de programación.

Las mejores: A pesar de las quejas que se han dado en este texto, ha habido un gran número de películas rescatables lo cual ha dificultado la elección de un top de 15 películas de todas las secciones, aunque sin una obra maestra absoluta cada sección ha tenido sus grandes películas. En algunos casos, se decidió que haya una dupla d films por la naturaleza indisoluble de verlas en dúo.

  1. Dovlatov de Alexey German Jr. (Rusia)
  2. Bixa Travesty de Claudia Priscilla, Kiko Goifman (Brasil)
  3. Season of the devil de Lav Diaz (Filipinas)
  4. Die tomorrow de Nawapol Thamrongrattanarit (Tailandia)
  5. O Processo de Maria Augusta Ramos (Brasil)
  6. Las Herederas de Marcelo Martinessi (Paraguay)
  7. Notes of an appearance de Ricky D’Ambrose (USA)
  8. La casa lobo de Cristóbal León, Joaquín Cociña (Chile)
  9. Grass de Hong Sang Soo (Corea del sur)
  10. Fotbal infinit de Corneliu Porumboiu (Rumania) y L’empire de la perfection de Julien Faraut (Francia)
  11. Unas preguntas de Kristina Konrad (Alemania, Uruguay)
  12. La omisión de Sebastián Schjaer (Argentina)
  13. 14 Apples de Midi Z (Myanmar)
  14. Malambo, el hombre bueno de Santiago Loza (Argentina)
  15. After/Life de Puck Lo (USA) y Watching the detectives de Chris Kennedy (USA)

Bonus:  In the aisles de Thomas Stuber y Victory day de Sergei Loznitsa.