BERLINALE 2015: EL CLUB DE PABLO LARRAÍN

BERLINALE 2015: EL CLUB DE PABLO LARRAÍN

Por Tara Judah

Interior oscuro, pero no porque allí no exista ninguna luz. Algo está mal dentro de la casa. La imagen luce granulada y parece que hay una especie de niebla en la habitación. No puedo ver lo que se supone debo mirar claramente. Incluso cuando la luz no se esparce dentro de la habitación, golpea los muebles y se enfrenta a todos los ángulos . No tengo ni idea de quiénes son esas personas y, siendo curiosa, sin embargo, me resulta difícil averiguarlo.

Desde una posición de curiosidad cinematográfica pura, no puedo esperar a que todo lo que se hierve a fuego lento bajo la superficie se desborde. Pero, después de esperar el desgarrador comentario político y social del director Pablo Larraín, sé que mi deseo de ver una imagen más clara es parte de una perversión cinéfila: se supone que no es fácil o agradable ver a alguien desenterrar  dolorosas verdades ocultas.

Los films anteriores de Pablo, una suerte de  ‘trilogía’ que explora los tiempos de Augusto Pinochet, Tony Manero (2008), Post Mortem (2010) y No (2012),  son el tipo de películas que se quedan con uno: no creo que alguna vez realmente deje de pensar en Tony Manero.

Después de pasar un par de horas en El Club, me pregunto si alguna vez podría permitirme abandonarlo. El lugar es una especie de centro de reinserción social para desechos del clero que han cometido crímenes horribles. Los hombres que viven allí nunca serán condenados por lo que han hecho. Sin embargo, viven sus días en el pequeño pueblo costero llamado La Boca, en Chile, mientras no están autorizados a participar en la vida del pueblo. Ellos son administrados y atendidos por el alcaide de la pseudo prisión. Un ex monja, sor Mónica, obtiene lo que necesitan de la ciudad, cocina y limpia para ellos, y está tan bien como ellos familiarizada con el pecado.

La Boca es el equivalente al rincón del castigo de la iglesia, pero el asunto con esta esquina es que se puede seguir recibiendo un sermón por la maldad hecha o mantener una mirada de rectitud hacia otro lado. Carrera ilegal de galgos, apuestas y un montón de alcohol en la cena hacen los oscuros días más tolerables: estos hombres pueden haber sido expulsados, pero no necesariamente están arrepentidos. Cuando llega un nuevo sacerdote, sin saberlo, trae consigo la voz de los problemas del pasado de la iglesia. La voz da lugar a un suicidio y una investigación interna.

Aunque la llegada de un nuevo sacerdote, un oficial de asuntos internos de las clases, quien se horroriza por los crímenes que los ancianos han cometido, decied llegar a fondo de la situación. Cada tapa que abre engendra otra hasta que, como la Biblia, se vuelve un texto de infinitas interpretaciones. Y si bien cada pieza de información que recolecta trae consigo una imagen más brillante de luz, cada vez más clara, la neblina no se disipa por completo. Las cosas siempre serán como la niebla en La Boca. Estos hombres nunca nos van a dar la cara a plena luz del día. Si lo divino ha de tener halo, entonces lo único que sabemos con certeza al final de El Club es que estamos muy lejos del cielo.

Sin dejar de traernos lecciones firmes sobre el pasado y siempre tratando de develar la verdad bajo llave, Larraín ha creado otra pieza maestra del cine. Y nos perseguirá, al igual que la verdad se hace eco, en los años venideros.

Premio del Jurado Oso de Plata

Director: Pablo Larraín
Reparto: Roberto Farías, Antonia Zegers, Alfredo Castro, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking, Jaime Vadell, Marcelo Alonso, Francisco Reyes, José Soza
Chile 2015, 98 min
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