BERLINALE 2016: CRÓNICA DÍA 3

BERLINALE 2016: CRÓNICA DÍA 3

Por Juan Carlos Lemus

Con tal vez toda la nostalgia con que un hijo pródigo vuelve a casa, Lee Tamahori vuelve a su Nueva Zelanda natal después de su paso por la meca del cine a contar un relato recargado de sentimiento sobre un momento histórico desde el tema de la colonización de su tierra. Mahana es la historia de un patriarca y el extraño y casi mitológico pasado que rodea el comienzo de su familia. Una oda al trabajo duro que dicta la ética protestante de un Dios que como siempre ayuda poco a la unión entre los hombres. Como su nombre lo indica, es un macho alfa el que dirige una gran empresa familiar donde las mujeres y menores tienen poco valor. El enfrentamiento entre los valores de la nueva generación que chocan contra la nueva, el manejo del tiempo y el ocio percibido como pecado. Intenta el director decir algo, pero la brocha, tal vez heredada de James, es muy gruesa y no se le entiende. Al final los que menos se piensan terminan en el poder. Llegarán nuevas reglas.

A Quiet Passion, gala especial dentro del festival de Potsdamer Platz, es un biopic que el director inglés Terence Davies hace sobre la escritora Emily Dickinson. Este largo es una perfecta muestra del discurso político que se maneja dentro la Berlinale. Un contrapunto explícito a Mahana. El ineasta inglés nos trae una película íntima y familiar, y en cuya historia se remarca una relación fuerte con el padre, Keith Carradine, y el hermano, Duncan Duff, sin embargo ellos apenas tienen diálogos y son más figuras que acompañan a la protagonista.

La devoción de la poetisa por su familia se muestra sin asomo de dudas. Plena época victoriana y el choque entre generaciones, la posición de la mujer en la sociedad, su pelea por espacios y los primeros pasos de ellas empoderándose de sí mismas son el coctel que viene acompañado del ocio productivo que puede permitirse una familia adinerada. El filme parece una obra de teatro por cuanto sus parlamentos chispeantes. En los primeros planos que dan paso a panorámicos florecen las actuacions con un gran protagónico a cargo de Cynthia Nixon, Emily, apoyada por Jennifer Ehle, Vinnie Dickinson, y una Catherine Bailey. La sensación que deja es como la de un recital de poesía empaquetado en quehacer cinéfilo. No obstante, el oficio del director, en no pocos momentos la cinta se hace larga con cámaras lentas que por querer resaltar, predicen como si alguien te contara un instante antes lo que va a suceder. Un tufo de manipulación que no me gusta.