BERLINALE 2017: EL MAR, LA MAR DE JOSHUA BONNETTA Y J.P. SNIADECKI

BERLINALE 2017: EL MAR, LA MAR DE JOSHUA BONNETTA Y J.P. SNIADECKI

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Por Aldo Padilla

Pareciera que los espacios donde la nada domina se han transformado en tumbas masivas y anónimas. Mientras los refugiados de Medio Oriente y África deben esperar días en el mar para ver algún rastro de tierra, en la frontera sur de Estados Unidos los desiertos esconden a sus viajantes ocultos en medio de la arena. Cárceles infinitas que recuerdan a las penitenciarías en el centro de China, donde no existen rejas o puertas gigantes de hierro, la estepa infinita es más que suficiente para disuadir al reo de un posible escape. El desierto como metáfora en El mar, La mar.

Los tres capítulos que componen el film de Bonnetta y Sniadecki exploran mediante poesía visual, relatos de viajeros y forzados migrantes, unos de los temas más candentes de la actualidad, la migración en la frontera mexicana estadounidense. Recorremos un camino que pareciera distorsionado, cual si fuera reflejo de unos fotogramas enterrados hace años y que queremos recuperar. En la segunda parte del film los directores se toman el tiempo para detenerse a filmar los rastros de todo lo que la gente ha ido dejando en su camino, un rastro mínimo de todo aquello a lo que los caminantes renuncian en busca de supervivencia. Cada uno de los objetos que dentro de poco serán cubiertos por la arena se convertirán en una más de las infinitas capas que cada día renueva el desierto, de la misma forma que las noticias son cubiertas y perdidas con el tiempo.

Durante el film se escuchan voces en forma de testimonios o relatos,  aunque no podemos definir rostros, la voz como vehículo de las historias con un fondo vacío para que el lienzo se llene del horror que viven los migrantes. Los relatos se yuxtaponen con las experiencias de loa habitantes que deben contemplar toda la odisea en modo activo o pasivo, dependiendo del caso. El desierto como ente viviente, como indica el poema de sor Juana Inés de la Cruz que se lee al final, el clima cual si fuera su estado de ánimo, el río como una representación de la sangre que circula, ¿el migrante como cuerpo ajeno?

Solo es posible definir El mar, la mar de forma visual y a falta de aquello, una escena descrita: En un territorio desconocido alcanzamos a ver a una mujer que se va disolviendo de a poco en las aguas de un río, o celote, que fluye, unos rastros de sus cabellos es lo último que veremos de la mujer ahora ausente. Su figura se transforma en una voz subterránea que pareciera resonar debajo del agua, un sonido gutural, que nos recuerda que la materia aún está presente, aunque solo nos llegue su eco.

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Dirección, edición, fotografía, sonido, producción: Joshua Bonnetta, J.P. Sniadecki
USA, 2017