Por Aldo Padilla
El cine y las artes en general han representado a menudo la diversidad sexual de formas muy poco sutiles, el histrionismo y los excesos no siempre han permitido una empatía del espectador medio. Es difícil pensar en una película donde el conflicto de un componente de una minoría sexual, no sea esa condición precisamente, y tal vez es posible citar Happy together de Wong Kar Wai, donde la crisis va más allá de esa naturaleza y se concentra más en la intensidad poética de una relación en algún lugar ajeno a los protagonistas.
Sebastián Lelio logra parcialmente desproblematizar una relación sexualmente diversa, en especial en la parte inicial de Una Mujer Fantástica, donde se ve a una mujer transexual (Marina) y un hombre mayor que ella (Orlando) en una relación amorosa bastante fluida y natural, donde la condición de transgénero no asoma como un problema. Un giro trágico en la historia rompe bruscamente esa burbuja y toda la intolerancia de parte de la sociedad sale a la luz. La ausencia de Orlando plantea una encarnizada represalia de parte de su familia hacia Marina, con el agravante de que la relación nació fruto de un engaño.
La omnipresente protagonista (Daniela Vega) carga Una mujer fantástica sobre sus hombros con un gran rango actoral, ya que debe pasar de la intensidad y alegría inicial, a una desesperación y un duelo interrumpido en el resto del film. La rabia por no poder despedirse del ser amado dominan a Marina que mediante el guión, Lelio busca mostrar de manera sensible y sutil a la actriz en esa lucha interna y externa que tiene. El retrato queda casi completo y es posible lograr una empatía gracias también a la cámara de Lelio que se mueve libre y transmite intimidad a través de los espacios en los que se mueve Marina.
Los espacios son vitales para lograr la sensación de una historia universal, las diferentes zonas de Santiago definen de cierta forma el tono de la película, las zonas pudientes de la capital representan intolerancia, ya que es allí donde se llevan a cabo las mayores desventuras de Marina, debido a que la influyente familia de su fallecida pareja habita en dichas zonas. Porotro lado los espacios cerrados nos dan una sensación de complicidad, como en los interiores de un auto donde sentimos que Marina puede sacar todo la represión que guarda.
Los planos introspectivos y trascendentales dominan la parte final del film, los cuales tratan de reafirmar la identidad de la protagonista, las dudas que la invaden se transforman en espacios vacíos, espacios que deben ser llenados con su propio reflejo.