BERLINALE 2018: TEATRO DE GUERRA DE LOLA ARIAS

BERLINALE 2018: TEATRO DE GUERRA DE LOLA ARIAS

Por Aldo Padilla

“La historia la escriben los vencedores” es una frase que dentro de sus matices tiene cierta razón. Al final hay una imposición y visión que quedan plasmadas por el supuesto vencedor de un conflicto, hay una representación de una realidad que no es única y que, ante todo, es inabarcable. La historia se va modificando de a poco, ya que no siempre es escrita por sus protagonistas, sino más bien por gente que mira todo desde una posición cómoda, donde no siempre le da un valor adecuado a todas las piezas de un complejo tablero.

La historia de la guerra de las Malvinas es un relato con extraños matices, ya que ni siquiera tiene el mismo nombre para argentinos e ingleses quienes las llaman Falklands, por lo cual la historia que cuenta cada país es bastante diferente. Entonces ¿cómo es posible representar un conflicto tratando de evitar un posicionamiento o adoctrinamiento? No hay una respuesta concreta a esa eterna pregunta. La idea de imparcialidad es una utopía y solo queda una aproximación a una realidad subjetiva.

La artista Lola Arias encuentra una solución parcial mediante una especie de juego, (en inglés la palabra Play tiene un mejor sentido para definirlo), ya que convoca a seis veteranos ingleses y argentinos para ser parte de una serie de testimonios, representaciones teatrales y actividades conjuntas de forma de interactuar entre ex enemigos de una guerra que aún tiene ciertas heridas abiertas. Cada uno de los componentes parece haber sido elegido cuidadosamente para definir una guerra que necesita todo tipo de habilidades diferentes, desde marines especializados, pasando por pilotos, marinos y un soldado nepalí que representa a todos los extranjeros que pelearon por Inglaterra en una guerra ajena.

Pero ¿dónde está lo cinematográfico en el film de Arias? Si bien la idea artística detrás de la representación es clara, ¿qué hace que esto pueda ser llevado al cine? El montaje denota un constante diálogo entre las distintas situaciones de los protagonistas del film, sus paralelismos permiten definir los matices y el impacto que genera ser un sobreviviente de una guerra. Y precisamente en el montaje está delimitadas las intenciones de Lola Arias que busca implantar un discurso que va aumentando en la intensidad sentimental de los veteranos devenidos en actores y de cómo buscan transmitir el momento de la guerra a otros jóvenes actores que a modo de alter ego los representan en el momento de la guerra.

Parte del problema central del film es la fluidez y naturalidad para representar ciertas escenas, lo cual es precisamente atribuible a la naturaleza de la directora que al venir del mundo del teatro y de la performance tiene ciertos problemas para representar una cotidianeidad que busca el film, en especial en los momentos de distención de los actores que interactúan entre ellos.

El montaje en todo momento está al servicio de la obra artística como tal, que es el terreno donde la directora se siente más cómoda, pero dentro de este pequeño mundo hay una composición que entra en el terreno cinematográfico y si bien en algún momento es insuficiente, el híbrido que busca Arias adquiere vida propia y permite que la obra vaya más allá del teatro filmado. Hay un rol que juega cada uno de los participantes, ya sea dentro de la guerra o luego de ella, y todo desemboca en asumir un rol totalmente nuevo, de forma de olvidar un papel que de cierta forma le hace daño.

Escrita y dirigida por Lola Arias
Con: Lou Armour, David Jackson, Rubén Otero, Sukrim Rai, Gabriel Sagastume, Marcelo Vallejo
Producida por Gema Juárez Allen y Alejandra Grinschpun
Coproducida por Bettina Walter, Ingmar Trost, Pedro Saleh
Director de fotografía / Colaboración Artística: Manuel Abramovich
Gaffer y cámara adicional: Armin Marchesini Weihmuller
Edición: Anita Remón, Alejo Hoijman