Por Juan Carlos Lemus Polanía
La directora austriaca Sandra Wollner presentó en Encounters, la nueva sección de la Berlinale, su proyecto de grado de la Academia de Cine Baden-Württemberg. Se trata de The Trouble with Being Born, trabajo que, quizás porque hoy nombramos la tecnología en ese idioma, ella tituló en inglés, y con el que fue galardonada con el Premio Especial del Jurado.
Wollner plantea un cuento, si me permiten el término, blackmirroriano —jugando con el futuro próximo— y que podemos ver como antítesis de Pinocho. En el film, conocemos a un robot sin ninguna pretensión de conciencia. Alejada de lo sci fi, la directora monta como protagonista de su drama a un androide que es un androide y punto. Un autómata que repite frases y que hace lo que sus dueños quieren que haga: está programado para ello y no “se pone” a pensar en los porqués de sus actos.
Los dramas y las preguntas existenciales no son para este muñeco o muñeca. Wollner juega su baza en lo convencional, es decir, que deja a las personas con sus cuitas y deja que los animales pensantes busquen o reflejen en este robot sus deseos, carencias y sus pérdidas. Además que llenen sus vacíos cualquiera que ellos sean y que, por ser una cosa la sometida a las voluntades de lo humano, no haya ningún asomo de juzgamiento moral a las interacciones que existan entre ellos.
En la primera mitad del metraje, Elli tiene rasgos de niña y vive con un hombre al que llama ‘daddy’, en medio de una relación que resulta incómoda para mí. La cara de Elli es de una niña de diez años, por lo cual al humanizar con el rostro al robot era a veces insoportable lo que se veía y había que recordarse que Elli es una cosa. Es más, al momento que salí de la película sentía que él era el papá de una Elli humana que había perdido en algún momento en su pasado, y que de allí venía su desolación. ¿Por qué y cómo la perdió? ¿Elli está muerta? ¿Abusó él de su hija y por eso el robot repite: “mamá nunca nos lo hubiera permitido? No sé. Luego las dudas aumentaron: ¿será solo un pedófilo que sacia su apetito con un autómata niña? ¿Será él un Geppetto ‘pervertido’ del futuro? Porque el filme deja muchas preguntas abiertas en la historia que cuenta que de seguro necesita un par de visionados más para buscar pistas.
El film nos habla de las perdidas y de cómo los humanos lidiamos con ellas. Y Elli pasa del daddy a una señora, a una abuela, por cuenta de modularidad. Así, ella se convierte en un niño y ahora es el nieto de esta abuela. Para el robot nada cambia, y Wollner lo refleja en las frases que son las mismas que usaba cuando estaba con ‘daddy’. El niño robot ahora se viste diferente y hace otras actividades, pero más que cualquier cosa es un elemento de compañía para la vieja. Ahora, esas cosas animadas que gravitan alrededor de los protagonistas humanos son solo cosas, no sienten, no piensa, no reaccionan. Claro no son consientes, ni lo pretenden. Wollner gana puntos con su relato del futuro cercano por cuando se aleja de distopías y de las diferentes formas de pinochos a los que nos tiene acostumbrados el cine con T-800s, Motokos, Dolores y Roy Battys.
Una película impactante, tan gris y otoñal como como el alma humana y resaltado por la paleta de colores escogida. Un trabajo que exige al espectador, tanto intelectual como moralmente, y que sacude ante la pregunta muy próxima: ¿cómo deberá ser nuestra relación con estos objetos?, ¿de qué moral les vamos a dotar?, ¿deberá cambiar la nuestra? Así, de motivante y refrescante es lo mostrado por Wollner en The Trouble with Being Born.
Encounters
Dirección: Sandra Wollner
Guion: Sandra Wollner, Roderick Warich
Música: David Schweighart, Peter Kutin
Fotografía: Timm Kröger
Reparto: Jana McKinnon, Ingrid Burkhard, Dominik Warta, Lena Watson, Susanne Gschwendtner
Austria, Alemania, 2020, 94 minutos