Por Mónica Delgado
El colombiano Pablo Álvarez-Mesa es una de las figuras del documental actual en su país. Con una obra expandida desde la hibridez del documental y la no ficción, Álvarez-Mesa se presenta hoy con su film Bicentenario en la edición virtual del Forum Expanded del Festival Internacional de Cine de Berlín. Sus films han sido vistos en diferentes oportunidades en festivales como IFFR, Visions du Reel y Rencontres Internationales du Documentaire de Montréal. Cuenta con un master en Film Production de la Concordia University y una experiencia como director, camarógrafo y editor. Entre sus trabajos mencionamos Presidio Modelo (2009), Jelena’s Song (2010) y La Pesca (2017).
Sobre Bicentenario, que pudimos ver en el marco de la Muestra Internacional de Documental de Bogotá (MidBo), indicamos que “juega con la idea de una sesión espiritista para nombrar a entes que ya no quieren volver (o están forzados a no hacerlo). En la metáfora histórica que plantea el cineasta, la figura del libertador Simón Bolívar cruza diversas dimensiones de lo social y político, pero percibida como parte de relatos míticos, supersticiosos y composiciones sonoras desde una posición intermedia, en un “entre”, que convive entre un mundo de vivos y muertos”. Sobre este film y otros puntos de su obra, conversamos con Pablo Álvarez-Mesa, y en el contexto de exhibición de su film en el reconocido festival. Además, uno de los pocos trabajos latinoamericanos incluídos en esta edición.
Desistfilm: ¿Qué es lo que más te atrae de hacer documentales? En tu filmografía se muestra que has explorado de todo un poco: el retrato íntimo como en Jelena’s Song, el documento más testimonial como en Nuestro Monte Luna o el ensayo fílmico más sesudo, como pasa con Bicentenario.
Pablo Álvarez-Mesa: Del cine documental, me atrae que cada película requiere una reevaluación de todo, desde el abordaje estético – tanto visual como sonoro-, como el esquema de producción, hasta los líos éticos y de representación que siempre están presentes. El documental constantemente te reta personal y creativamente y eso es algo que me motiva para explorar diferentes modos. Por eso, tal vez lo que hago es tan variado. En cada película vuelves a empezar de cero, y eso es fascinante.
En Jelena’s Song entramos en una reflexión sobre las imágenes y la reinvención de identidad. La película en sí empieza por crear su propio lenguaje para en su desarrollo expresarse sobre ella misma de una manera activa, pensante y sintiente. Para mi, mis películas no buscan documentar, sino ser. En otra película, Presidio Modelo tratamos un panóptico y eso hace que todos los elementos funcionen prácticamente para crear y sentir el panóptico. La película termina por convertirse en un panóptico.
En Bicentenario, desde el principio mi intención era no documentar – sino crear – una sesión de espiritismo. Que la película en sí fuese el objeto. Esta intención entonces empieza a requerir una cantidad de elementos que crean el lenguaje que la película emplea para crearse a ella misma.
Aunque trabajo profesionalmente como camarógrafo, me encanta el sonido directo y muchísimo de mi trabajo en mis películas se desarrolla a través de experimentación acústica. No con música, porque no utilizo música, sino empleando elementos sonoros de ambiente como fuente de composiciones electroacústicas. El sonido es tal vez lo que más disfruto a la hora de hacer una película y es gran influencia en las decisiones visuales y de montaje.
Desistfilm: Me parece interesante lo que propones en Nuestro Monte Luna, tu film de 2015. Registras a un grupo de jóvenes que quieren ser toreros y eso lo pones en relación a un contexto político, como el del diálogo por la paz entre Colombia y las FARC. La tauromaquia es muy despreciada, y quizás cinco años después, sería más difícil poner en marcha una propuesta como esta. ¿Cómo fue la recepción del film?
Pablo Álvarez-Mesa: La idea de Nuestro Monte Luna surgió como una acción concreta al reto ético que significaba para el país en ese momento los diálogos de paz. Gran parte de la población estábamos muy entusiasmados con un diálogo donde todos cumplieran los tratados de paz y con la posibilidad de participar en una sociedad incluyente; que hiciéramos una clase de terapia colectiva para ojala entre todas las diferencias hacer un país que representará la gran mayoría de poblaciones con sus intereses y necesidades. Obviamente requeriría para todo el país reflexionar sobre una cantidad de temas incómodos y retantes.
De ahí partió mi deseo de hacer una película sobre este tema tan controversial. Me interesaba tratar de entender un sector de la sociedad que me retara tanto como lo del toreo. En mi mente tal vez ingenua, pensaba que si todos practicamos un poco de empatía, tal vez el país podría sanar tantas heridas.
Como dices, la tauromaquia es muy despreciada y está al vilo de desaparecer. Me parecía importante hacer una reflexión sobre esta actividad en Colombia, de nuevo, bajo el marco del diálogo y la negociación como ejemplo de los cambios que deben suceder en el país. Bajo el marco de los toros, la película daba pie a una cantidad de temas como el colonialismo, ideas de masculinidad, diferentes tipos de violencia: de hogar, de animales, de humanos, etc.
En cuanto a la recepción, aunque la película se presentó internacionalmente en varios festivales decidimos hacer énfasis en proyecciones locales. Me interesaba que la película se proyectará en salones comunales, en vez de grandes teatros y que siempre se estableciera una conversación después de la proyección entre los toreros y los anti taurinos. Para cada muestra hicimos invitaciones para que hubiera espacios de diálogo entre jóvenes. De esta manera, en vez de lanzarse piedras al frente de la plaza podían debatir con ideas en la sala de cine. Ambulante fue muy importante en esta estrategia e hicieron un muy buen trabajo en este respecto.
Desistfilm: Háblanos de Bicentenario, que está en estos días en Forum Expanded. Me interesa mucho la forma en que has abordado en este mediometraje no solo a un ícono histórico, a Bolívar, sino a los elementos que ponen en cuestión su vigencia en la memoria de los pueblos, por así decirlo. Partes del material de archivo, de uno de los sucesos de impacto de la historia colombiana, y luego lo cruzas con registros de lugares y das forma a imaginarios, donde incluso hay espacio para lo paranormal. ¿Cómo fue el proceso para lograr este tratamiento?
Pablo Álvarez-Mesa: Esta película comenzó con la pregunta ¿qué es lo que celebramos el 20 de julio cada año? De ahí parte concretamente todo el tratamiento visual y sonoro de Bicentenario. Todos los elementos formales de la película giran en torno a esa pregunta. Desde el comienzo, la película se empezó a nutrir de todos los elementos a la vez: lo paranormal, los archivos, las entrevistas activas en el campo, el sonido ambiente, el interés en filmar el territorio, las plazas y sus monumentos, los rituales políticos, etc. Mi proceso creativo involucra hacer la investigación, filmar, grabar sonido y editar material sin un orden preestablecido, de manera que una acción en alguno de estos campos genere reacciones en los otros, abriendo nuevas rutas creativas constantemente.
Lo de lo paranormal, por ejemplo, surgió de un artículo que leí en un periodico sobre un Lingüista de la Universidad Nacional que hizo un trabajo muy interesante sobre los escritos que dejan en las tumbas, y sobre el espiritismo en la ciudad. El investigaba las relaciones culturales y religiosas de la práctica. Eso como partida me interesó muchísimo. Me preguntaba, si hablo con espiritistas y hacemos sesiones donde invoquemos a Bolívar, tendremos al menos dos resultados potencialmente interesantes. Uno: hablamos con Bolívar y le preguntamos lo que queramos, o dos, no logramos comunicarnos con Bolívar y lo que me digan los espiritistas serán sus propios prejuicios y datos históricos memorizados sobre la liberación, cosa que también me interesa muchísimo como relato oral contemporáneo.
De esa manera empecé a buscar y grabar sonido de sesiones espiritistas con muchas mujeres en Bogotá y los pueblos en la ruta de Bolívar, aprovechando para filmar lugares, generar nuevas ideas y empezar a hilar el sentido de la búsqueda, osea la película. De este trabajo me surgió muchísimo interés en la noción de la bruja, o la médium, como una figura femenina en resistencia a la historia descrita por el patriarcado colonial. La bruja, yerbera o hechicera actúa en las márgenes de la colonización, de la religiosidad y de la independencia y por eso me interesó su voz en la investigación y narración de la Historia. La bruja propone alternativas a la hegemonía de actos y celebraciones bélicos que habitan nuestro consciente colectivo, evocando y proponiendo sabidurías alternativas que pueden curar y exorcizar la violencia que llevamos tan adentro.
Con este entendimiento, fue importante que todos los elementos de la película terminaran siendo tan evocadoras como estas sesiones espiritistas y que dejaran de ser paranormales para entenderlos como con el poder político y social que realmente tienen. Los monumentos en las plazas, las imágenes en los muros, las obras rupestres, las marchas de banda en los pueblos; todos estos actos hacen llamados a los espíritus, de una manera tan concreta como los llamados de las brujas.
La brujería, o lo paranormal entonces no es un hilo conductor ni un dispositivo narrativo, es más, no es algo paranormal sino que es una red de manifestaciones concretas de llamados a otros seres o ciertas ideologías que se hacen constantemente con fines muy claros. Los llamados que se hacen a Bolívar cada año en las celebraciones oficiales, y en particular en el Bicentenario, tienen una influencia política muy fuerte. Así fue como empecé a abordar la pregunta, ¿qué es lo que celebramos cada 20 de julio? Y de ahí partieron otras preguntas: ¿Cómo celebramos? ¿Quién lo celebra?
Desistfilm: ¿Cómo fue el trabajo con el material de archivo?, ya que usas registro en video, que fue hecho con fines más periodísticos… ¿Cuál fue el proceso?, porque también usas celuloide.
Pablo Álvarez-Mesa: El ataque al Palacio de Justicia es uno de los eventos más traumáticos que ha vivido el País y del cual aún no hay esclarecimiento. El ataque al Palacio, sobre todo la segunda vez que lo vemos en la película, evidencia la desmesurada violencia y el estado de absoluto horror que solo nos podemos imaginar se vivió allí adentro. Ese archivo en particular me interesa como un registro de un lugar de inmensa pena nacional e histórica que interiorizamos sin encontrar explicaciones y que nos enferma. El silencio sepulcral de ese espacio atormentado es lo que más se acerca a una psicofonía, donde se puede escuchar el dolor en el silencio .
Me interesan esos archivos tan frágiles pero tan profundos, sobre todo tras ver que en el palacio aparte de tanta muerte se quemaron cientos de archivos de suma importancia. Los archivos entonces son el registro, y otras víctimas más de los ciclos de violencia que vive el país. Esta negación y destrucción de memoria es uno de los temas que la película aborda, entonces se me hacía importante dejar el archivo expresar su propia condición de precariedad.
La decisión de incluir la toma del Palacio, aunque fue difícil por lo traumáticas que son las imágenes, fue necesaria para considerar algún tipo de conclusión del trayecto libertario. Allí en la plaza de Bolívar finalizó la campaña libertadora, y al frente de la casa de gobierno, casi doscientos años más tarde se enfrentan dos bandos, la guerrilla y el gobierno de turno, quienes evocando a Bolívar se enfrentan a muerte destruyendolo todo. ¿Qué es lo que celebramos, entonces, cuando nos estamos destruyendo internamente?
Desistfilm: Bicentenario es parte de una trilogía. Cuéntanos qué te propusiste con ella; qué es lo que agrupa y diferencia a los films que la conforman.
Bicentenario es la tercera de tres películas siguiendo la ruta de Simón Bolívar por Colombia en su travesía libertadora de 1819. Las primeras dos partes, que están en desarrollo, nos llevarán desde los llanos orientales del país donde Bolívar armó su ejército libertador, hasta uno de los pueblos que vemos al principio del Bicentenario. Las tres películas buscarán a través de relatos orales y de intervenciones en cada lugar los legados del paso de Simón Bolívar, haciendo una reflexión política, ambiental y cultural. El proyecto es algo así como una psicogeografía de la ruta tras doscientos años de historia.
Desistfilm: En Bicentenario hay un trabajo sonoro particular. En la sinopsis mencionas que usas como una spirit box para captar psicofonías. Háblanos de este diseño sonoro, con las voces registradas, pero también de esta experiencia desde el montaje mismo del film.
Pablo Álvarez-Mesa: El trabajo sonoro de Bicentenario se basa en la psicofonía, que es la impresión de oír o discernir voces en registros electrónicos. De una manera muy directa, el tratamiento sonoro guió el tratamiento visual. La idea de psicofonía trascendió el simple hecho de escuchar voces en el sonido y se convirtió en una motivación creativa para entender más profundamente los espacios, los tiempos y las imágenes, asumiendolos de una manera muy concreta, política y maleable.
El método de psicofonía lo aprendí en una de las sesiones espiritistas, donde una médium me compartió grabaciones donde había registrado algunas voces captadas por su grabadora. No sé si yo alcance a entender lo que ella oyó en esa grabación, pero lo que sí percibí fue que la grabación fue hecha con un equipo que técnicamente comprimía mucho el sonido dándole una textura digital muy expresiva, sobre todo cuando los niveles eran bajos. Esa misma noche le cambié los parametros de mi grabadora, subiéndole a la compresión y bajándole a la calidad grabación, tratando de aumentar los chances de inferir alguna voz espectral en las grabaciones de campo.
De igual manera, el celuloide es usado por clarividentes – en formato de cámaras de foto fija – y de allí surgió la necesidad de usar celuloide para captar en las imágenes los espíritus que ella veía en sus fotografías. Las cajas de espíritus entonces fueron las herramientas que usé, una Bolex 16mm de 1947 y una grabadora no profesional con una compresión muy alta. La psicofonía, entonces, entró tanto en el objeto documental como en el método de búsqueda en Bicentenario.
En posproducción trabaje mucho el sonido para resaltar la textura y voz del material digital, sobre todo en el silencio. El silencio está tan cargado de contenido como una toma amplia del campo que a simple vista es solo verde. Cuando hice entrevistas o más bien cuando grabé conversaciones en el campo, las hice siempre en marcha sobre el camino de Bolívar, ya que era importante imprimir la necesidad de asumir los territorios y la oralidad de una manera activa. El montaje entonces fue constantemente explorando cómo el sonido afecta la percepción de la imagen, o más bien como la percepción del sonido se acerca a la percepción de la imagen. De este modo es como la psicofonía se vuelve la lógica creativa y el filtro político de la película.
Desistfilm: Me parece interesante el recorrido de Bicentenario, precisamente en un contexto especial de discusión sobre qué encontramos en nuestros países latinoamericanos tras los 200 años de independencia (en Perú por ejemplo, es este 2021). ¿Cómo vienes pensando la ruta del film para su exhibición y si la pandemia ha afectado esta planificación?
Pablo Álvarez-Mesa: Sí, la pandemia lo afectó todo. De hecho, la segunda parte ya debería estar en posproducción. Con Bicentenario era difícil saber cómo era la mejora estrategia para su lanzamiento, porque como muchos haciendo cine me resistía pensar que solo se vería en pantallas de computador y no en salas de cine siendo que la película era concebida como una sesión colectiva. Eventualmente decidí terminar la película y le encontré valor al hecho de llevar esta sesión espiritista a lugares tan íntimos como lo podría ser alguien viendo la película en su cama o sofá con las luces apagadas.
Decidí también lanzar la película cuando lo hice porque aunque en noviembre estábamos en el pico de la pandemia, y MidBo no es necesariamente un festival de premieres, se me hacía muy importante exhibir la película en Colombia, mientras había celebraciones oficiales del Bicentenario y no dejarlo para más tarde. Así como con Nuestro Monte Luna, era importante que la película se mostrara localmente y que dialogara con su mundo, y el MidBo resultó ser un escenario perfecto para iniciar la ruta.
En los próximos meses a la par que la película se presenta en festivales como este estamos planeando presentaciones en los pueblos de la ruta Libertadora. Me ilusiona pensar que la película siga la ruta de Bolívar no solo por Colombia sino por los países Andinos por donde él mismo pasó y que dialogue con otros territorios que tal vez tienen complejos históricos similares. Pronto la película estará en Ecuador y Perú y tengo mucha expectativa de su recepción en la región. Que la película se presente en Berlinale y muy pronto en el MoMA me da mucho orgullo porque significa que la película también resuena internacionalmente, pero es primordial que la película se vea local y regionalmente, sobre todo cuando nuestros países están reflexionando sobre toda clase de monumentos del pasado.
Desistfilm: Cuéntanos sobre Chrononauts, ya que vi en Internet que lo tienes en producción y se trataría de tu segunda incursión en el largometraje. O, qué planes siguen en todo caso.
En el 2016 empecé con Chrononauts y desde entonces se ha convertido en una especie de madre nodriza para tres películas que he hecho. Tras haber pasado por varios laboratorios de documental incluyendo el Berlinale Doc Lab y muchísima investigación y filmación en diferentes lugares, Chrononauts se encuentra en este momento hibernando.
El proyecto de Chrononauts propone una exploración sobre diferentes entendimientos del tiempo en diferentes lugares del mundo, pero irónicamente a medida que pasa el tiempo menos interés me da desarrollarla como la había empezado a hacer. Pensar en el tiempo sin embargo me ha generado mucho de lo de la trilogía de Bolívar, otra película que estoy editando en este momento, y un corto que hice en 2017 titulado La Pesca que es básicamente una película sobre el tiempo vivido por un grupo de pescadores artesanales en Colombia.
Chrononauts en sí va a ser algo algún día, tal vez un largometraje, o tal vez un proyecto de realidad aumentada, no sé, pero por ahora es la fuente de muchas cosas y hay veces es mejor que las ideas, sin importar cuánta energía les hayamos dedicado, sean solo fuentes.
Desistfilm: Cómo ves el panorama del documental colombiano actual. Por ejemplo, ver tu film en el MidBo en relación a otros documentales, ponerlos incluso en diálogo, permite apreciar sensibilidades e intereses quizás similares, qué opinas.
Pablo Álvarez-Mesa: Este último MidBo me pareció maravilloso. Aparte de una cantidad de seminarios y diálogos muy productivos, el programa nacional mostró películas importantísimas que realmente hacían una especie de intersección de muchas preocupaciones actuales. Me llamó la atención que varias películas incluyendo El Renacer del Carare de Andrés Jurado, Las Razones del Lobo de Marta Hincapié, Pirotecnia de Federico Atehorúta Artega, Dopamina de Natalia Imery Almario, y Limbo de Alex Fattal, entre otras, hacían todas en sus propias maneras, reflexiones sobre la violencia y el cuerpo. Sentí una preocupación en estas películas por darle cuerpo al trauma, para sanar el aturdimiento de tantos años de violencia. Aparte de esto siento que hay un interés nacional por entender y participar con nuestra memoria y con nuestro futuro que están tan ligados.
No sólo temáticamente sino también formalmente, el cine documental así como con la música urbana y otras formas de arte contemporáneo en Colombia, se está haciendo cosas muy interesantes y lo que necesitamos es más espacios que se atrevan a mostrar formas e ideas diferentes para que este cine se practique y se vea más. Hay mucho por hacer aún, sobre todo en diversidad e inclusión de voces, de fondos, de acceso a equipos y lugares de experimentación y exhibición, pero creo que el documental en Colombia se ha diversificado bastante en los últimos años y hay mucho cine por venir.