Foto: Brainwashed: Sex-Camera-Power. Courtesy of Hugo Wong/Menkesfilm
Por Mónica Delgado
En una escena de Blade Runner de Ridley Scott, Deckard (Harrison Ford) fuerza sexualmente a Rachel (Sean Young), pese a sus reiteradas negativas, mientras escuchamos a un saxofón de melodías románticas. En otro momento, aparece Sussy Spacek encarnando a una adolescente tímida en Carrie, el film de Brian de Palma, en una escena que la introduce a les espectadores mientras se enjabona las caderas y los senos de modo sensual. O quizás, podría ser la escena inicial de Lost in Traslation de Sofia Coppola, donde el personaje de Scarlett Johansson es presentado de espaldas a la cámara mientras se le ve el trasero en un calzón transparente, mientras su coprogonista, Bill Murray, es introducido en un momento candoroso en un taxi mientras las luces de neón de Tokio lo dejan en éxtasis. Algunas maneras en que los cineastas han mostrado a las mujeres como objeto, desde una primacía masculina, y en muchos casos en momentos que pueden percibirse como innecesarios dentro de la trama de los films.
Estas escenas forman parte de Brainwashed: Sex-Camera-Power, documental de la cineasta estadounidense Nina Menkes, proyectado en el marco de la sección Panorama de la reciente 72° Berlinale, y que también fue estrenado en el festival de Sundance en enero de este año. Desde una clara posición política, Menkes explora toda una estructura patriarcal que no solo está dentro de los márgenes de los films, en las objetivizaciones de tipo sexual de las mujeres en las ficciones que han gobernado gran parte de la historia del cine, sino también desde las divisiones de trabajo y jerarquías que han contribuido a la cosificación y subvaloración de las mujeres en la industria. Su documental es una crítica a un sistema que ha denominado “autores” a aquellos que desde el privilegio y el goce de premios y reconocimiento han ayudado a fortalecer una mirada hegemónica sobre el cuerpo y agencia de las mujeres en el cine. Para Menkes, ni Godard, Welles, Spike Lee o incluso Julia Ducournau, reciente ganadora de la Palma de Oro en Cannes por Titane, se salvan.
Desde una postura feminista que incluye la voz de diversas personalidades de la academia y del mundo cinematográfico, Menkes va formulando ejemplos y tesis en contra de la “male gaze”, término acuñado por Laura Mulvey en Visual Pleasure and Narrative Cinema en 1973, a quien además gratamente entrevista, y desde estas percepciones va estableciendo la intrínseca relación de lo que vemos en pantalla y de lo que sucede alrededor de ella. Para Menkes, sigue vigente un problema de machismo estructural que se detecta en diversas imágenes a lo largo del tiempo, y del cual, incluso, cineastas mujeres no pueden escapar.
El film se basa en una conferencia universitaria de Menkes, Sexo y poder: el lenguaje oculto del cine, realizada desde hace ya algunos años, y que el documental toma como eje a modo de una charla TED. Esta exposición, y que también incluye reflexiones de estudiantes (ya que el film se propone como un llamado de atención a los realizadores jóvenes, quienes son las personas que ingresaran al mundo de la industria, sobre todo de Hollywood), va desentrañando escenas y secuencias, desde un grupo de cinco elementos que han gobernado esta ‘male gaze’: el punto de vista donde el hombre es el sujeto y la mujer es el objeto; el encuadre que siempre fragmenta el cuerpo de las mujeres observadas, los movimientos de cámara para observar detenidamente los cuerpos, el uso de la iluminación sobre las mujeres para fragilizarlas, y la posición narrativa, sobre cómo se muestra a la mujer dentro del relato. Estas escenas de la exposición se van intercalando con fragmentos de estrevistas a las actrices Rosanna Arquette y Charlyne Yi, a las cineastas Eliza Hittman, Julie Dash, Maria Giese, Catherine Hardwicke, a la teórica Laura Mulvey, a las investigadoras Maya Montanez Smuckler, Kathleen Tarr, Charlyne Yi, May Hong HaDuong o al productor y activista Joey Soloway, quienas van a mostrando que el problema no es solo de representación, sino de los discursos y ordenamientos hegemónicos que siguen primando en la producción de los films. A tal punto que la crisis de representación con la cual comienza Menkes su exposición va derivando hacia el contexto del #MeToo, las denuncias o especificamente el caso Weinstein.
Si bien Menkes también apela a su propio cine como un modo de evitar la ‘male gaze’, o de posicionar una perspectiva desde las mujeres (como pasa con films de Chloé Zhao o de Emerald Fennell), aludiendo a escenas de Queen of Diamonds (1996) o Phantom Love (2012), pronto el film evita caer en la autorreferencia o autobombo en este sentido, lo que se agradece. Y también hay que destacar el tono combativo y activista con el cual Menkes explora todo un abanico de miradas patriarcales, convirtiendo a Brainwashed: Sex-Camera-Power en un film urgente, por su caracter interpelador, que logra generar las preguntas pertinentes sobre el modo de filmar, y sobre el modo en que se construyen estas visiones del mundo. Cuestionar estas representaciones, desde los mismos cineastas, es vital. Al menos, desde el film de Menkes, la invitación incómoda está hecha.
Panorama
Directora: Nina Menkes
Fotografía: Shana Hagan
Edición: Cecily Rhett
Música: Sharon Farber
Diseño de sonido: John Polito, Michael Stern
Maquillaje: Clair Magnus Gonella
Productora: Nina Menkes
EE.UU, 2022, 107 min