BERLINALE 2022: SE HACE CAMINO AL ANDAR DE PAULA GAITÁN

BERLINALE 2022: SE HACE CAMINO AL ANDAR DE PAULA GAITÁN

Por Mónica Delgado

Si bien este cortometraje de la cineasta colombo brasileña Paula Gaitán tuvo su estreno en el festival de Tiradentes en 2021, y fue anunciado en la edición 71º de la Berlinale, debido a la pandemia se tuvo que postergar y reprogramar su exhibición a la espera de la edición presencial del festival. Por ello, Se hace camino al andar (Brasil, 2021) forma parte de la muestra Closer to the Ground, una serie de instalaciones en el Silent Green Kulturquartier, como parte de la programación de Forum Expanded en la actual Berlinale, que va hasta el 20 de febrero. El corto de Gaitán comparte escenario con trabajos de Haig Aivazian, Grace Ndiritu, Musquiqui Chihying, Maya Schweizer, Rosalind Morris, entre otros.

Si vemos en panorama los trabajos expuestos en esta muestra, se puede identificar algunos motivos en torno a la cuestión colonial, a la visibilización de problemáticas actuales desde el feminismo o la lucha anticapitalista, pero también se encuentra una diversidad -o eclecticismo- en el uso del material de archivo, la apropiación o el testimonio con fines de documento.

Curado por Ala Younis, Uli Ziemons (ambos programadores de Forum Expanded) Karina Griffith, Shai Heredia y Maha Maamoun, la exhibición Closer to the Ground mantiene el espíritu que ha primado en la selección de los programas de esta sección dedicada al cine experimental y al documental más arriesgado.

En Se hace camino al andar, la cineasta Paula Gaitán no solo evoca la idea física de la senda sino materializa una premisa filosófica y existencial. El andar como metáfora de desprendimiento, de dejar atrás aprendizajes, prejuicios, incluso conocimientos, para volver a una etapa fundacional, en la que podemos hallar una fuerza innata o primigenia de vida.

En este cortometraje, Paula Gaitán usa planos fijos y panorámicos mínimos para que podamos ser testigos de un movimiento específico: un joven hombre que camina (hacia nosotros o la cámara) desde el horizonte. El escenario es un camino que separa el campo de una carretera, en la cual vemos pasar autos, mientras el caminante, descalzo, transita una y otra vez (incluso de ida y vuelta, o incluso evadiendo a un tractor). Esta escena inicial es parte de una coreografía que se repite varias veces, con algunas variaciones: el caminante acercándose y de pronto gira hacia la derecha y se adentra en los maizales. En este momento, la cámara hace un ligero paneo y hace un seguimiento a la figura del joven perdido en medio de un campo demasiado verde, hasta el punto que se vuelve una abstracción, y es allí donde el camino recorrido (que evidentemente desaparece de escena) se torna parte del pasado, y la memoria sobre esta experiencia se torna frágil; y se desvanece.

En Se hace camino al andar asoma un método “peripatético”, pero al único personaje no parece interesarle la observación del entorno para aprender o percibir algo mientras transita. La cámara propone un método, pero el personaje logra escapar y a la cámara le queda virar, para seguir encuadrándolo. El forastero y caminante parece afirmar con su fantasmalidad que este caminar es más bien una vía para desaprender. Andar para volver al origen, a la zona primigenia de la tierra y del ser. Por ello, este caminar firme, que recorre y se desvía del camino, deviene en animalidad, tras la invocación a los dioses (en la voz y canto de Ava Rocha, como gran maestra curandera del rito).

Por otro lado, los versos de Antonio Machado (Wayfarer, there is no way. Make your way by going farther), evocados en el título del cortometraje, retumban ante las imágenes, ya que a partir de ellos la senda, como idea, adquiere la noción del presente, inmediato e inasible. Y también permiten dibujar la figura del caminante, como alguien en constante interpelación, pero aquí en el trabajo de Gaitán no desde sus reflexiones o nuevos aprendizajes, sino desde lo performativo: ruidos, pasos, movimientos, juegos en medios de los maizales, balbuceos, todo desde el cuerpo.

Y desde el cuidado trabajo sonoro, Paula Gaitán también establece este tiempo y espacio que requiere el cuerpo, de la percepción del campo que vibra, con el viento y aves libres, o con las menciones a los Kuikuro, comunidad originaria que aflora en un fuera de campo que atrapa al personaje, ya sin camino, pero sumamente liberado.