Por Mónica Delgado
Music, como dice el título, es un film que se estructura a partir de dos tempos marcados. En uno, estamos en los años ochenta, en una Grecia rural, donde un adolescente comete un crimen y, años más tarde, tras salir de la cárcel se casa con una mujer sin saber que tiene un vínculo cercano con el asesinado, y en el otro, en la actualidad, este actor que encarnó al asesino, aparece como el hijo de una familia que evita verse alterada por presenciar un accidente de tránsito en alguna calle de Berlín. En apareciencia estamos ante dos historias distintas, pero que se van hurdiendo a partir de una propuesta de interpretación conceptual en torno a la tragedia, como género supremo, pero también desde su imposibilidad en contextos propios del siglo XXI.
La historia de la primera parte de Music describe a Jon, un joven encarnado por el actor Aliocha Schneider, quien ha sido criado por una familia griega desde recién nacido, y a los veinte años se ve involucrado en el asesinato de un joven, y que se da en circunstancias accidentales. Años más tarde, en la cárcel, se enamora de una regente (Agathe Bonitzer), con quien se casará y tendrá un hijo. Luego, la mujer confirma que su esposo estuvo involucrado en el crimen de un ser querido, lo que ocasiona un desenlace trágico. En la segunda parte del film, un joven músico con una hija, que viven en Berlín, es inmiscuido en un accidente de tránsito que su madre ve, donde un político muere. Hay un bebé en escena que nadie socorre y también hay un maletín que es tomado por curiosidad. Sin embargo, esta parte es mostrada por Schanelec con la misma austeridad, pero marcada por un elemento gravitante, el papel de la música en la vida de estas personas. Y también por esta posibilidad de comprender al personaje de Jon en dos instancias distintas: ¿es el mismo Jon de la primera parte? ¿Es un nuevo personaje con la fisonomía de Jon? ¿O es el reverso sobre aquello que activa o desactiva la naturaleza de la tragedia?
Siguiendo el estilo trascedental de Bresson, y que aparece en sus trabajos previos, la cineasta alemana Angela Schanelec usa de modo sugerente el recurso de la elipsis en toda su dimensión interpeladora (incluso en algunos pasajes resulta críptico), a tal punto que requiere a espectadores atentos, a la caza de estas posibles lecturas. Incluso, la referencia a Edipo Rey, la tragedia de Sófocles, que es mencionada en la sinopsis, asoma no desde su lado dramático más explícito, sino desde sus “periferias”, detalles muy puntuales de la obra, y que permiten una compleja asociación. También, la elección de este estilo austero -donde los planos fijos se vuelven por momentos secos tableux vivant o donde las figuras fantasmales, libres de cualquier gestualidad innecesaria, de los actores y actrices-, propone un entorno de abstracción, y por ende, de paradigmas o arquetipos. No estamos ante los personajes de Edipo Rey (como podría pasar en una adaptación a lo Pasolini) sino estamos ante su esencia mínima; y para Schanelec esta esencia también es una residuo del paso de los tiempos. Los personajes y acciones en una versión desnuda, depurada, mínima y esencial.
El cineasta y guionista Paul Schrader, quien introdujo en un famoso ensayo el término estilo trascendental, sostiene que se trata de “…un estilo que puede ser aislado, analizado, definido. Aunque se esfuerce, del mismo modo que cualquier forma del arte trascendental, en develar lo inefable y lo invisible, el estilo trascendental no es ni lo uno ni lo otro. Emplea medios temporales precisos-ángulos de cámara, diálogo, montaje-para fines trascendentales” (1). Y estos fines trascendentales de Schanelec, la directora de The Dreamed Path (2016) y I Was at Home, But (2019), sus films más depurados, tienen que ver con una lectura de la noción de la tragedia, y su posible actualización. ¿Qué pasa si aparecen los estigmas de Edipo Rey en alguna zona alejada de Grecia o en alguna avenida del Postdamer Platz? Los sucesos podrían estar regidos por un designio, sin embargo hay factores que en la actualidad podrían estar impidiendo este surgimiento de lo trágico. Por ello, en la primera parte, donde la tragedia se completa, la música apenas es posible, apenas puede nacer. Mientras que en el segundo tiempo, la tragedia no asoma, y por tanto, la música aparece en todo su virtuosidad.
En Edipo Rey, la obra griega, tras una profecía del Oráculo, Layo, rey de Tebas, estaba condenado a no tener hijos, puesto que si llegaba a tener uno, este lo mataría y se casaría con su propia madre. Sin embargo, se une a Yocasta, con la cual tiene a su primogénito. Para evitar que se cumpla la maldición, al nacer Edipo, le daña los pies y lo regala a un pastor, quien lo abandona en un bosque. Años más tarde, Edipo regresa y la profecía termina cumpliéndose. Esta trama, por así decirlo, es tomada por Schanelec a partir del motivo de los pies, que se vuelven en el único elemento identificable de la tragedia. A tal punto, que no existe profecía alguna sino simplemente un curso natural del azar o del destino divino. Así, debido a este detalle, es que Jon se vuelve Edipo, aunque su tragedia esté marcada por otro tipo de contemporaneidad.
La clave para comprender Music está precisamente en estas dos oportunidades que nos brinda Schanelec para hacer y deshacer el mito y la tragedia. En el siglo XXI, por ejemplo, a partir de la escena del accidente automovilístico, nadie tomaría a un niño en desgracia y lo cobijaría. Más bien, la cineasta agrega el elemento de la desconfianza, donde a pesar de todo, las familias seguirán siendo nucleares y ajenas a todo aquello que las pudiera vulnerar. Por ello, el final de Music es la afirmación de esa tranquilidad, donde una familia aún puede vibrar en medio de un paseo del bosque, en un país de seguridad económica y solaz, lejos de la crueldad del mundo. En el siglo XXI ya no hay condiciones, elementos ni dioses para la permanencia de las tragedias.
Nota
1. Schrader, P. (1972) El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer. Ediciones JC.
Competencia oficial
Dirección: Angela Schanelec
Guion: Angela Schanelec
Fotografía: Ivan Markovic
Reparto: Aliocha Schneider, Agathe Bonitzer, Marissa Triandafyllidou, Argyris Xafis, Konstantinos Lainas, Eleni Chalastani, Stamatis Baknis, Miriam Jakob
Alemania, Francia, Serbia, 2023, 108 min