BERLINALE 2024: CIDADE; CAMPO DE JULIANA ROJAS

BERLINALE 2024: CIDADE; CAMPO DE JULIANA ROJAS

Por Mónica Delgado

Cidade; Campo es una de las grandes películas de esta edición de la Berlinale 2024. Hay en ella bastante del universo construido dentro del género fantástico por Juliana Rojas, ya trabajado en largometrajes y cortometrajes previos, como aquellos que corealizó con Marco Dutra. Esta vez en solitario, la cineasta brasileña propone un relato en dos vías, un díptico entre y sobre mujeres y que, como señala el título, confronta dos modos de comprender el territorio y sus habitantes.

Presentada dentro de la sección Encounters, Cidade; Campo (Brasil, 2024) comienza con la historia de Joana (Fernanda Vianna), una mujer que perdió su casa en el campo debido a unas inundaciones en Minas Gerais, quedando en el desamparo. Forzada a vivir en Sao Paulo, encuentra a su hermana Tania (Andrea Marquee) y a su nieto Jaime (Kalleb Oliveira), un niño que la ayuda a conseguir un trabajo como operaria de limpieza doméstica gracias a un aplicativo. La añoranza por la vida del campo, por la tierra, los sembríos, su caballo blanco Alecrim, la vuelven una persona en estado cuasi depresivo, marcada por la pérdida. Luego, Juliana Rojas propone imaginar otra posibilidad para dar solución a la angustia de Joana. Luego de esta primera parte, como si se tratara de un sueño dentro de un sueño, la cineasta nos adentra a un relato distinto, ambientado en el campo y selva de Mato Grosso du Sul, a través de dos personajes, de Flavia (Mirella Façanha) y su esposa Mara (Bruna Linzmeyer). Ambas mujeres se acaban de mudar, debido a una herencia, a una cabaña que pertenecía al padre de Flavia. Allí, en medio de la nada, van descubriendo historias del pasado, pero también establecen una relación ambigua y temerosa con la zona y su naturaleza. La sensación de que no viven solas en esa casa y bosque, deja la puerta abierta a lo sobrenatural.

Como en Boas maneiras (2017), hay aquí un relato que pasa de manera delicada hacia los códigos del cine fantástico. En Cidade; Campo no solo hay un abordaje desde los reclamos del inconsciente, como puede pasar con el personaje de Joana, quien vive en el lamento de la pérdida, convirtiendo en sueños a su caballo como una suerte de catalizador de la añoranza, de la soledad ante un territorio perdido. Para Joana, perder su hogar en el campo es perder parte de su identidad. Mientras que las mujeres de la ciudad temerosas del campo, aún requieren un aprendizaje para su comprensión. De esta manera, Juliana Rojas desarrolla los dos argumentos en espejo, en dos historias que se complementan en sus carencias, donde el peso del campo, de la naturaleza, de los ancestros que viven para siempre en esas tierras van a desplazar la frialdad o pragmatismo de la vida en las grandes ciudades.

Por otro lado, Cidade; Campo es un film sobre mujeres y sus sensibilidades, de sus relaciones con la tierra y sus memorias. Para los personajes, la tierra es un ente poderoso, vivo, cobijo de pasados y vínculos. Sobre todo en la segunda historia, los personajes de Flavia y Mara son lanzadas a la fuerza a conocer esa materia que vibra, a las ancestras que viven dentro de esa naturaleza, que resisten y mantienen los saberes vigentes. Para las personas que vienen de las ciudades, conocer el campo no es cosa fácil, no solo es un trance producto de plantas madre. Mientras que para el personaje de Joana, la ciudad es vivible, pese a todo, porque de vez en cuando puede conectar con esos sentimientos desde algún huerto casero o desde sus propios sueños.

Vale la pena mencionar que la producción de Cidade; Campo está formada por una mayoría femenina, lo que implica también una posición de la cineasta en cuanto a la urgencia de la participación y a la calidad del trabajo, como pasa con la espléndida fotografía de Cris Lyra y Alice Andrade Drummond, la música de la compositora Rita Zart, o la edición de Cristina Amaral y sus delicadas transiciones. Y también hay un abordaje desde una mirada femenina, en torno al tratamiento que Juliana Rojas le da a los cuerpos, por ejemplo en la escena de encuentros amorosos entre Flavia y Mara, que es explorada también desde el concepto del territorio que prima a lo largo del film, no desde una visión civilizadora o de loas al progreso como justificación para la desaparición de los pueblos, sino desde el respeto a la alteridad, como otra forma sensible de aprendizaje.

Hay muchas maneras de hablar de depredación, de vulneración de los pueblos originarios, de soledad y de convivencia entre mujeres, de migración y alineación, sin embargo Cidade; Campo propone una vía desde la ruptura de la idea de lo ancestral como ominoso, exotizador o brujeril. Juliana Rojas propone un par de relatos entre sombras y fantasmas sobre la transformación y sobre la resistencia que solo se encuentra en la aceptación de la naturaleza y la vida que hay en el campo como parte de las memorias vivas, constantes e indisolubles.

Encounters
Cidade; Campo
Dirección: Juliana Rojas
Guion: Juliana Rojas
Fotografía: Cris Lyra, Alice Andrade Drummond
Edición: Cristina Amaral
Música: Rita Zart
Diseño sonoro: Tiago Bello
Sonido: Gabriela Cunha, Tales Manfrinato
Reparto: Fernanda Vianna, Mirella Façanha, Bruna Linzmeyer, Kalleb Oliveira, Andrea Marquee
Brasil, Alemania, Francia, 2024, 119 min