BERLINALE 2024: MEMORIAS DE UN CUERPO QUE ARDE DE ANTONELLA SUDASASSI

BERLINALE 2024: MEMORIAS DE UN CUERPO QUE ARDE DE ANTONELLA SUDASASSI

Por Mónica Delgado

El cine a lo largo de su historia ha sido un terreno injusto para las representaciones de las mujeres de la llamada tercera edad. Más aún dentro del contexto del cine latinoamericano, condenadas a ser el cuerpo de entes protectores, de personas dedicadas al sacrificio o eternas víctimas de soledad, enfermedad y muerte. Por ejemplo, en un sentido opuesto, la ficción Gloria (2013) de Sebastián Lelio o el documental Las cinéfilas (2017) de María Álvarez exploran otras aristas desde el paradigma de la vejez para escapar de lugares comunes en torno a lo social y familiar. Y el deber de salirse del molde para plasmar estas representaciones parece ser una base fundamental de Memorias de un cuerpo que arde, segundo largometraje de la cineasta costarricense radicada en España Antonella Sudasassi Furniss.

Tanto la ópera prima de la cineasta, que se presentó ya en la Berlinale, en la sección Forum, hace algunos años, El despertar de las hormigas (2019) y su segundo film, que se presenta en la sección Panorama, desarrollan retratos de mujeres desde su ubicación en los roles de género tradicionales para subvertirlos o desafiarlos. En Memorias de un cuerpo que arde (Costa Rica, España, 2024), la cineasta muestra desde diversas recreaciones las confesiones de una mujer de 70 años, encarnada por la actriz Sol Carballo, quien se vuelve el cuerpo de ficción que da voz a un grupo de mujeres fuera de campo de la vida real: Ana, de 68 años, Patricia, de 69, y Mayela, de 71. Estos testimonios se van acoplando en la historia del personaje de Sol Carballo, sobre todo desde temáticas consideradas tabúes para mujeres adultas mayores, como hablar de placer en la sexualidad, de masturbaciones, orgasmos o de estragos de la misma violencia doméstica.

Antonella Sudasassi Furniss comienza el film revelando el mecanismo de su puesta en escena. Como espectadores asistimos a un detrás de cámara, a los pormenores del rodaje en una vieja casona, que se convertirá en el lugar que da cobijo a las revelaciones del personaje femenino que centraliza el relato. Esta casa como gran única locación,  y su decoración que corresponde a una época del pasado, es el primer estamento que revela el artificio que permea ficción y documental: un grupo de cineastas, productores, técnicos, se alistan para dar paso a las primeras escenas. Luego, desaparecen y nos quedamos de lleno en el mundo ficcionado, en la recreación de diversos testimonios como si fueran vívidos dentro de la misma casa. Si el personaje recuerda hechos de infancia o adolescencia, de pronto la sala se convierte en una boletería, o el pasadizo un pasaje hacia un parque de diversiones, como si la casa reflejara la materia de esa memoria. Este recurso teatral, que hace que la casa se vuelva un bastidor donde se irán cambiando escenarios y personajes del pasado, hacen que el personaje principal rememore como si se tratara de imaginados flashbacks. Recuerdos sobre el primer amor, el primer beso, el enamoramiento adolescente o un matrimonio adolescente y prematuro, hacen que el discurso de las mujeres esté marcado por la ensoñación, para luego reportar épocas que describen también las consecuencias de las estructuras patriarcales, el machismo, violencia y misoginia. Y esto permite

Memorias de un cuerpo que arde más allá de mostrar los sucesos marcados por el machismo y la violencia estructural que viven las mujeres en su vejez, se centra en hacer visible su deseo, al mostrar a las mujeres adultas mayores como agentes activos en su sexualidad y su disfrute diverso. La representación de la sexualidad de las mujeres mayores en el cine latinoamericano siempre ha sido un terreno pantanoso al que muy pocos y pocas han querido entrar. Por ejemplo, si hiciéramos un conteo de las representaciones de la sexualidad de las mujeres indígenas en el cine de la región, estaríamos hablando del tabú dentro del tabú. Por ello, la intención de Antonella Sudasassi al abrir la discusión sobre el modo en que se filma o graba estas temáticas, si bien no resulta novedosa, aporta a ampliar de manera real y sensible esa breve galería de personajes que hablan con normalidad de orgasmos, sexo oral y otros placeres.

Sección Panorama
Memorias de un cuerpo que arde
Director: Antonella Sudasassi Furniss
Guion: Antonella Sudasassi Furniss
Fotografía:Andrés Campos Sánchez
Edición: Bernat Aragonés
Música: Juano Damiani
Diseño sonoro: Fernando Novillo
Sonido: Sergio Gutiérrez Solórzano
Dirección de arte: Amparo Baeza Infante
Vestuario: Patricia Alvarado Hurtado
Maquillaje: Gabriel Hidalgo
Casting: Kim Picado Gutiérrez
Productora: Antonella Sudasassi Furniss
Costa Rica, España, 2024, 90 min