Por Mónica Delgado
The visitor es una actualización de Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini, y también una evocación a la intención transgresora y provocadora de Saló o los 120 días de Sodoma (1975). Si bien los films de Pasolini tienen la marca de lo irrepetible, el cineasta y artista canadiense Bruce LaBruce propone un acercamiento político para afectar las agendas represoras y antiderechos del Reino Unido del siglo XXI, a partir de una obra con escenas de sexo explícito como suele suceder con sus trabajos anteriores. LaBruce coloca en este film identidades que los fans del Brexit racistas y clasistas detestan: migrantes, afrodescendientes, personas no binaries o mujeres trans, que van a encarnar actos de liberación y de protesta antisistema. El resultado es una comedia que toma el argumento del film de Pasolini, al que le rinde tributo, y que arroja a los espectadores a imaginar una revolución de tipo sexual.
The Visitor comienza con la llegada del “visitante” (encarnado por el actor, músico y artista Bishop Black), un inmigrante africano que sale de una maleta encontrada a orillas del río Támesis. Luego, ya como figura de refugiado, llega como invitado a una mansión de clase alta, donde seduce a cada uno de los miembros: El padre (Macklin Kowal), la madre (Amy Kingsmill), el hijo (Kurtis Lincoln), la hija (Ray Filar) y la criada (Luca Federici). Cada integrante de la familia, que no tiene nombre, asume un arquetipo, y va a representar un tipo de personaje dentro del sistema familiar blanco burgués (y también como galería de identidades sexuales). El visitante tendrá encuentros sexuales de diverso voltaje con cada uno de ellos, hasta lograr una dependencia, y luego actos de transformación. Y como pasa en Teorema de Pasolini, aquí también hay un proceso de vampirización, y narrativamente se conserva la idea de la parábola de índole política. La casa como estamento conservador y capitalista que el visitante deberá disolver.
Esta actualización tiene un tratamiento en clave cómica, más no paródica, ya que LaBruce es un creyente en el poder transformador de su protagonista y se afilia a la intención de Pasolini al conferir a este personaje la capacidad de despertar la devoción y religiosidad como vía que despierta la conciencia, pero aquí a través del sexo ilimitado como un absoluto, como la totalidad de lo sagrado. En Teorema, esta fascinación del personaje de Terence Stamp también es sexual pero líada a un componente intelectual; en cambio en The visitor, todo el poder transformador parte de penetraciones, felaciones, cunnilingus y demás, y de una experimentación que incluye el incesto o la disolución de lo heteronormativo dentro de la familia. Y cada acto que LaBruce diseña para el encuentro del intruso está acompañado de textos llamativos sobre las imágenes de sexo, a modo de frases agit-pro y de alusiones satíricas a slogans de partidos políticos de derecha de Reino Unido, y que demandan un mundo liberado, confiado a una revolución sexual, migrante, trans, queer, anticapitalista.
Como pasa en el cine de LaBruce, el componente underground asoma en la puesta en escena, entre naif y teatral, en la performance de los actores y actrices para percibirse gratamente amateurs, en las escenas que vuelven a un tipo de porno de los años setenta (en sus teatralizaciones, que incluyen dildos en forma de crucifijos, o demás imaginaría bondage), o en el uso de la música para reforzar las dinámicas de los encuentros sexuales. Pero más allá de esta puesta en escena conocida dentro del cine de LaBruce, hay elementos en The visitor que la convierten en una película de urgencia en tiempos de censura, de corrección política y de tibiezas en la pantalla. Como en Saló, aquí LaBruce recrea el almuerzo escatológico, haciendo que cada miembro de la familia coma las deyecciones del visitante, en una secuencia que hizo que varios huyeran de la sala. No es para menos, sin embargo, recrear de modo grotesco este momento de la película de Pasolini, deviene en un peaje, o en una suerte de hostia, puerta de entrada a los placeres carnales que vendrán después, y también un modo satírico de unir imaginarios fílmicos en esta comedia política en nuevos tiempos y contextos. Y también como sucede en Teorema, el personaje de la criada es el único que sobrevivirá a la debacle carnal provocada por el visitante y adquirirá el rol de sanadora, ya como un ancla con la realidad, ante el desvarío en el cual cayeron los demás miembros de la familia.
Presentada en la sección Panorama de la Berlinale, The visitor fue una de las pocas películas en toda la programación que se congració con un espíritu underground, fresco e irreverente (quizás solamente comparable con algunos films de la sección Retrospectiva como Jesus-Der Film (1986) de Michael Brynntrup) y mostró otra vía de crítica social anticolonial y anticapitalista, a punta de porno e inspiración pasoliniana.
Sección Panorama
The visitor
Director: Bruce LaBruce
Guion: Bruce LaBruce, Alex Babboni, Victor Fraga
Fotografía: Jack Hamilton
Edición: Judy Landkammer
Música: Hannah Holland
Diseño sonoro: Manuela Schininà
Sonido: Chen Wissotzky, Kieran Simpson
Efectos visuales: Thorsten Rienth
Dirección de arte: Lily Caccia
Vestuario: Ema Popaya
Maquillaje: Laura Jane Sessions
Casting: Alex Babboni, Victor Fraga
Productores: Victor Fraga, Alex Babboni
Reparto: Bishop Black, Macklin Kowal, Amy Kingsmill, Kurtis Lincoln, Ray Filar, Luca Federici
Reino Unidos, 2024, 101 minutos