Por Mónica Delgado
El mapa de las estrellas es una cartografía de visión casi medieval, limitada, plana, cerrada. Todo lo que sucede en Hollywood se queda en él, allí, en una círculo vicioso incestuoso y endogámico, donde nada nace de modo natural. Para David Cronenberg, este Maps to the Stars es el espacio ideal de las taras y pesadillas más lúdicas sobre la frivolidad, la decadencia y lo patológico, asociado al cuerpo como dispositivo del mal en sus huellas o cicatrices. Si queremos hablar del mundo de Hollywood es necesario entonces una exactriz infantil piromaniaca, un actor infantil de psique asesina, unos padres explotadores convertidos en gurús espirituales, o una actriz decadente entre ninfómana, ansiosa y fan del yoga.
La clave de Maps to the Star es su sazón de comedia negra, muy negra, casi ácida, que vira hacia el esperpento, que se traduce en esa cámara frontal que contempla apenas el rostro de los personajes, porque a Cronenberg le interesa sus movimientos, sus bailes, sus conversaciones, sus modos de «ver» la vida. Allí está Hollywood parido en medio de una atmósfera enrarecida, de puros traumas infantiles, como si se tratara de un análisis freudiano barato de las confrontaciones del pasado y presente desde lo edípico y sexual.
En Maps to the Stars hay limusinas como entornos supremos, encuentros sexuales en él, algo de religiosidad por la fama y su estímulo demente, pero no es Crash. Hay actrices en decadencia, hay managers obsesos por el dinero, hay burla sobre sí, hay sarcasmo asociado a ese ambiente que cambia y aniquila, hay un clima enrevesado con personajes de diverso calibre pero no es Mulholland Drive. Mas bien lo que propone Cronenberg es una fábula alterada, de fantasmas y recuerdos que vienen como almas del más allá, para retratar una familia destrozada por el deseo de figurar y obtener millones de dólares a costa de dos pequeños hijos, dos anti Shirley Temple modernos, pero más parecidos a una Drew Barrymore o Macaulay Culkin pero ya «justinbieberzados».
Lo más jugoso de esta cinta de Croneberg es su clima, a partir de diálogos que no escatiman en mencionar a los nombres más pomposos de Hollywood, y sobre todo en los roles compenetrados de Julianne Moore y Mia Wasikowska, en una dualidad que se proyecta como juego de espejos de lo que fue o lo que será. Una parábola cruel que no perdona a nadie, y que afirma el rol independiente como autor, a toda costa y a todo costo, de David Cronenberg.
Competencia Oficial
Director: David Cronenberg
Guión: Bruce Wagner
Música: Howard Shore
Fotografía: Peter Suschitzky
Reparto: Julianne Moore, Mia Wasikowska, Robert Pattinson, John Cusack, Olivia Williams, Carrie Fisher, Evan Bird, Sarah Gadon, Emilia McCarthy, Jayne Heitmeyer, Justin Kelly, Amanda Brugel, Ari Cohen, Clara Pasieka, Joe Pingue, Donald Burda