Por Mónica Delgado
¿A qué criterios responde que en recientes ediciones de festivales se elijan filmes que más que seguir los mismos motivos coherentes con la selección o un arranque fuerte, se opte por aquellas películas que en otras condiciones tendrían otro tipo de estreno? Una razón podría estar en el factor más institucional, que busca darle una identidad a esta primera fecha, y que en este caso tenía doble motivo, una película dirigida por una mujer, sin antecedentes en la historia de la apertura en Cannes, y la presencia de un mito como Catherine Deneuve. Algo similar pasó este año con Isabel Coixet y su Nadie quiere la noche en la Berlinale. Y se repite la misma estrategia en Cannes, como la del año pasado con Grace de Mónaco: la atracción de actrices muy emblemáticas para la historia del cine. Así como Juliette Binoche o Nicole Kidman, Catherine Deneuve asumió ser el rostro de este primer día de festival, pero a través de un filme deslucido, que oscila entre el drama judicial, el cine de reformatorios y bajo una inevitable moraleja social.
Emmanuelle Bercot dirige La Téte Haute y lo hace a través de una mirada maternal sobre Malony (Rod Paradot), un violento e inasible adolescente de 16 años, que está bajo las decisiones de una jueza de menores, encarnada por Deneuve, de un consejero tenso (Benoit Magimel) y de una madre prematura (Sara Forestier). Como en los viejos filmes sobre niños o adolescentes malditos (en la vena de La mala semilla de Melvin Leroy), Bercot parte explorando la condición violenta y cuasi natural de su protagonista -por ello el título del filme-, como un ser ingobernable, testarudo y demasiado hostil ante cualquier atención o ayuda, desde una ángulo que percibe esa distancia física de lo esquivo, y lo que parece ser un retrato crudo, va virando hacia la indefinición o lo abarcativo pasando por el melodrama y la comedia, dispersando cualquier intención clara por describir más esta naturaleza del personaje y su terquedad congénita.
Hay un problema en La Téte Haute y tiene que ver con su discurso, que se luce en demasiados momentos como contradictorio, sobre todo en torno a la necesidad del poder judicial como un ente rector o demiurgo de la vida de jóvenes ahogados por madres drogadictas e insanas, según la visión de Bercot, y a la vez aludir una responsabilidad del sistema social, clasista, discriminador y burocrático. Y es también que a partir de este discurso amorfo, que el filme va adquiriendo poco rumbo, a través de escenas de tónica anodina, donde quizás lo único coherente sea la presencia de Sara Forestier, como una madre que no quiere serlo, en una apuesta distinta a su rol en Suzanne de Katell Quillévéré, que también fue exhibida en una edición anterior de la Semana de la Crítica. En suma, un inicio de festival deslucido.
Film de apertura
Dirección: Emmanuelle Bercot
Guión: Emmanuelle Bercot, Marcia Romano
Reparto: Catherine Deneuve, Rod Paradot,Benoît Magimel,Sara Forestier
Productora: Les Films du Kiosque
País: France
Duración: 120 minutos
Año: 2015