CANNES 2016: IT’S ONLY THE END OF THE WORLD DE DOLAN Y GRADUATION DE MUNGIU

CANNES 2016: IT’S ONLY THE END OF THE WORLD DE DOLAN Y GRADUATION DE MUNGIU

Por Mónica Delgado

En It’s Only the End of the World (Juste la Fin du Monde), Xavier Dolan mantiene indirectamente a las madres de outfit vintage de sus anteriores trabajos, exageradas, histriónicas, como extraídas de un film camp, aunque aquí el foco sea Louis (Gaspard Ulliel), que como en Tom at the Farm, se trata de un personaje gay en crisis. Louis debe revelar un secreto a su familia, y tras doce años regresa al hogar materno. La casa, ubicada en algún suburbio, cobija sobre todo a un hermano opresor (Vincent Cassel), figura paterna obligada, que se muestra casi siempre hosco, febril, hiriente, ante los otros tres personajes femeninos que lo soportan: la madre (Nathalie Baye), su esposa (Marion Cotillard) y su hermana (Léa Seydoux). La llegada de Louis hará que el hogar se muestre tal cual.

Dolan apunta en este film, presentado en competencia oficial de Cannes 2016, a una puesta en escena de dos claves: su ya conocida estética viodeoclipera, que ubica al personaje en tiempos pasados, recordando y sublimando su niñez, adolescencia y su llegada a casa, a ritmo de canciones muy pop, y aquella que opta por jugar al teatro de cámara, estableciendo diversos diálogos, a través de primeros planos, dentro del hogar, en sus sótanos, comedor, cocina, donde el protagonista hurgará para ver si revela o no su secreto, midiendo las emociones de su madre y hermana, y las suyas. Y aquí es cuando se nota la apuesta por la exageración: personajes que estallan, con sus gritos, insultos, llantos, reclamos, como un Gritos y Susurros de sitcom, de resultados por momentos grotescos. Sin embargo, Dolan logra que exista un relato compacto, en su apuesta por un cine de neurosis y neuróticos.

Comparada con las otras películas en competencia oficial, la de Dolan resulta apenas un ejercicio.

En Graduation (en la foto), Cristian Mungiu elabora uno de los retratos más elaborados sobre la responsabilidad de la paternidad, a partir de un ritmo pasivo, que busca precisamente enfatizar los atributos y defectos de un hombre que desea que su hija obtenga una beca para estudiar en Londres. El sueño de superación es la sombra que va contaminando de alguna manera el espíritu del film, ya que si bien el deseo del padre está lleno de optimismo, una serie de sucesos oscuros van develando un entorno viciado. La huida es necesaria.

Mungiu entrega toda la carga de la película al padre: lo sigue en sus rutinas como médico, en su rol de amante de la profesora de su hija, y como asistente de la depresión de su esposa. Que la hija se vaya de Rumania, país que se ve como un entorno agresor para adolescentes, sobre todo por la violencia sexual, que pareciera ser la motivación principal, antes que un fin académico. Proteger a los hijos es la consigna y un deber que requiere el uso de diversos mecanismos, cuesten lo que cuesten. Así, Graduation, se vuelve en una película sobre la transposición de los deseos del padre sobre la hija, narrada con eficiencia, pero que hace extrañar al mejor Mungiu.