Por Mónica Delgado
En lo que va de Cannes, Toni Erdmann de la alemana Maren Ade es el film que ha causado consenso y ovación, y es merecidísimo, ya que se trata de una experiencia excepcional: un cine sin artilugios, directo, pensado desde los personajes y con ellos -como suele pasar en el cine de esta directora-, y tomando como eje el tema del excesivo amor al trabajo y el alejamiento de la vida familiar.
Toni Erdmann, el personaje, se inspira en el juego de las máscaras y mil caras de Jerry Lewis para convencer a su hija, una mujer de negocios amante del trabajo que vive en Bucarest, sobre la posibilidad de vivir y ser feliz, palabras sencillas pero difíciles de practicar. Este amago de Jerry Lewis, en su performance de hombre común que decide emplear una estrategia inédita para capturar la atención de su hija, no escatima en usar dentadura postiza, peluca larga y negra, y fingir ser otra persona e incursionar dentro de un círculo laboral distinto, como si fuera un extraño, imitando ser un ejecutivo experto en coaching; situaciones mostradas de modo jocoso y brillante.
Toni Erdmann, el film, comienza con bastante humor, describiendo al protagonista en su faceta de simular siempre ser otro. Así, sin mucho artificio en su puesta en escena, usando el fuera de campo, o recurriendo a ubicar de modo concreto a los personajes dentro del encuadre, Maren Ade va siguiendo a Toni en sus artilugios para conectar con la hija «perdida» (la actriz alemana Sandra Hüller). Ade va estableciendo oposiciones sutiles, que van a hacer visibles dos modos de entender el mundo que parecen irreconciliables, tanto en el aspecto social -el cuestionamiento a prestar servicios a transnacionales millonarias-, como por vivir en medio de un entorno frívolo.
Lo que hace a Toni Erdmann una película entrañable es la manera en que Maren Aden no recurre a sentimentalismos ni a lugares comunes para hablar de esta relación fría entre padre e hija. Apela a metáforas concretas, sobre las diferencias sociales, la enajenación y alienación del trabajo en el entorno del Capital y la vida íntima y sentimental, pero también lo hace desde la música – se oye desde Whitney Houston hasta Capital Cities, o usando simbolismos tan visualmente simples – por ejemplo, lo desnudo y lo cubierto, para mostrar una oposición o desconexión difícil de unir.
Toni Erdmann es una de las grandes películas que ha podido mostrar Cannes en los últimos años, y que demuestra el avance gigante de una directora como Ade con respecto a sus anteriores trabajos, buenos pero no tan inmensamente notables.
Competencia Oficial
Director: Maren Ade
Guión: Maren Ade
Fotografía: Patrick Orth
Reparto: Peter Simonischek, Sandra Hüller, Lucy Russell, Trystan Pütter, Hadewych Minis, Vlad Ivanov, Ingrid Bisu, John Keogh, Ingo Wimmer, Cosmin Padureanu, Anna Maria Bergold, Radu Banzaru, Alexandru Papadopol, Sava Lolov, Jürg Löw, Miriam Rizea
Alemania, 2016