Las revoluciones nunca han aligerado el peso de las tiranías, sólo lo han cambiado de hombros.
George Bernand Shaw
Por Juan Carlos Lemus
Aunque la filmografía del autor iraní Mohammad Rasoulof aún no es muy amplia, de sus siete títulos, los tres más recientes han llegado a la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes y fueron siempre galardonados. Le conocí en 2011 por llevarse el premio a Mejor Director de esa sección con Bé Omid é Didar (Adiós). En esta versión 70 del festival la USB traía a Lerd —Un Hombre Íntegro, si hacemos caso al título francés—, que se alzó con el premio a Mejor Película en su competencia. Este filme es un buen documento que nos refleja en este camino casi imposible de ajustar discurso y accionar mientras lo implicado es la soberanía límite: vivir o dejar de hacerlo.
Reza (Reza Akhlaghirad), un tipo duro, citadino, retirado a la campiña iraní al cuidado de su cultivo de peces. El novicio campesino vive con Hadis (Soudabeh Beizaee), su esposa directora de una escuela de niñas y su hijo pequeño. Reza abre un hueco para tapar otro, y cada vez se ve más ahogado entre deudas y el acoso de un vecino —alfil de una omnipotente corporación, por sus lazos con los poderes de la región, que busca expulsarlo de su tierra—. Y es esa intrincada red de favoritismos y corrupción que maneja la corporación la que contiene los elementos que impiden a Reza prosperar con su nuevo quehacer. La comparación con la situación que vive el realizador Rasoulof en cuanto perseguido y prohibido en Irán se hace evidente.
Lerd es pues, una película iraní: bien dirigida, bien actuada, con sus silencios y los planos abiertos donde se toma distancia de lo mostrado. El filme va delicado mostrándonos cada tropiezo, cada detalle, y cada pieza del día a día que no va, que aprieta, que va quitando el aire. Sin embargo, ciertos trucos en el guion la acercan a thrillers políticos occidentales al incluir asuntos que van más allá de un régimen y son inherentes al ser humano como lo son la familia, la alienación, los juegos de poder y la corrupción. El autor iraní hace fácil empatizar con Reza, el débil, el incansable campesino que lucha constantemente contra la situación en la que está metido, el que trata de manejar una presión le llega de todos los lados —ni siquiera encuentra paz en su esposa, menos en el niño con sus exigencias— con formas de evasión poco expeditas en cuando aclarar ideas y ver futuros posibles. Jugados con él, atendemos el pedido de lucha que su mujer le pide, y él trata. Le vemos acudir por diferentes medios a la justicia en busca de alternativas; pero estas últimas siempre pasan por actos non santos. Justicia para los de ruana parece que nunca hay.
Rasoulof nos vuelve lentamente cómplices del protagonista al usar a su favor el paso de su cine, que es contemplativo y de lento desarrollo para darnos a entender los pormenores, con sus dolores, por los que nuestro antihéroe termina al servicio de otros intereses, ¿o los mismos?, a los que él se enfrentaba. La película plantea la cuestión de la justicia que debe regir una sociedad, y deja ver algunas respuestas cuando esta no funciona. Entonces el autor habla de ética, de esa moral que dejó de existir se encuentre uno donde esté por tanto el dinero devino “el camino, la verdad y la vida”. Rasoulof no juzga a Reza mientras sí nos hace comunes a él cuando le acompañamos a cruzar la tortuosa vía de dejar sus ideales y principios a un lado para ir haciéndose, como bien lo diría Pink Floyd, “another brick in the wall”.
“El que no se opone al opresor lo es también” dice el filme en uno de sus diálogos. Entonces ¿qué camino tomar cuando ya no se puede más hacerse más al lado? porque lo que está en juego es la familia, y el afán último que es seguir con vida. Siento que director usa esta entrega para preguntarse si él, y la gente con sus mismos ideales, estén hechos de otro material o simplemente llegarán a “Cambiar todo para que todo siga igual”, como nunca mejor dicho por El Gatopardo. Y en ese sentido es que esta película iraní gana valor, cuando nos deja ese amargo sabor en la boca al enrostrarnos que en la mayoría de las circunstancias, los llamados principios, no lo son tanto en las situaciones límite; y acercarnos a entender por qué Esaú cedió ante un plato de lentejas.
UN CERTAIN REGARD
Director: Mohammad Rasoulof
Guión/ Diálogos: Mohammad Rasoulof
Director de fotografía: Ashkan Ashkani
Montaje: Mohammadreza Muini, Meysam Muini
Sonido: Alireza Alavian
Música: Peyman Yazdanian
Cast: Reza Akhlaghirad, Soudabeh Beizaee
Iran, 2017
117 min