Por Mónica Delgado
Por un lado, en Knife + Heart (Un couteau dans le cœur) de Yann González es una apuesta total de estilo, que remite al Giallo de los años setenta, en su fetichismo de guantes negros y cuchillos. Y por otro, es una afirmación de la relación inevitable del cine y sus consecuencias en la realidad, aunque suene ingenuo. El film, que tiene las atmósferas estilizadas de los anteriores trabajos de Gonzalez, se forja a partir de una sucesión de asesinatos, a cargo de un asesino serial que usa un cuchillo en forma de falo. Las víctimas son actores de varias pornos gays, dirigidas por una neurótica cineasta, Anne Parèze (encarnada por una estupenda Vanesa Paradis), quien poco a poco va develando de dónde extrae las inspiraciones de sus films.
El cine de Yann Gonzalez se ha construido a partir de una simbiosis entre escenografías hiperrealistas, colores vivos y música electrónica. Pero Knife + Heart, a diferencia de Les Rencontres d’après minuit, su anterior largometraje, se nutre de otro tipo de referencias, menos fassbinderianas o de teatro de cámara, para soltar todo un imaginario sensual relacionado al universo gay, como en los films de Paul Morrissey o los pornos softcore con argumento de los años setenta. Colores y glamour (en este caso queer) como diseño del entorno del asesino serial, que viste cuero y máscaras, bajo el influjo del Leather gay y el bondage.
Esta elección de color más crimen, de deseo más sangre, de cuerpos y cortes, en la puesta en escena recuerda a Blood and Black Lace de Mario Bava en una capa superficial, en su entorno de la moda como espacio de acción para un asesino serial que venga un asunto pasional, y que en Knife + Heart se condensa en un set de filmación de pornos baratas pero con afán artístico, en las bambalinas de diversas interacciones amorosas, entre la cineasta y su montajista (Kate Moran), y entre los mismos actores y sus prácticas sexuales, liderados por Archibald, el sublime Nicolas Maury. Sin embargo, esta apuesta por considerar al crimen-arte del giallo, en su estilización y modo de representación, se podría reconocer en algunos trabajos que quizás inspiraron a Gonzalez, como los de Bava, Argento o Martino, aunque aquí los mecanismos del crimen remiten más a esa fusión con el slasher que patentara con maestría Lucio Fulci en varias películas, especialmente en El destripador de Nueva York. Todo el fetichismo y claves con que el asesino se acerca a las víctimas, en la puesta en marcha de sus crímenes, permiten que Yann Gonzalez saque sus armas referenciales, que van más allá del mismo giallo y el cine gay, y que abre un abanico de decenas de posibilidades y menciones variopintas.
Nuevamente la banda sonora está a cargo de M83, como en Les Rencontres d’après minuit, y que aquí van acompañando las desaveniencias de esta cineasta, en los rodajes y también en sus frustraciones amorosas. Por otro lado, la cineasta deja que los crímenes se vuelvan caldo de cultivo de sus guiones más disparatados, plenos de nonsense y espíritu kitsch. Luego, la investigación criminal, extraña y sinuosa, se vuelve argumento de su nuevo film Anal Fury, fusionando así “realidad” y ficción, encontrando en el rodaje y proyección, las claves de la naturaleza malévola que los acecha.
Punto aparte es el trabajo en 16 mm para las escenas de los films porno (la ficción) y el 35 mm para todo el proceso creativo y decepción amorosa de Anne Parèze (la realidad). También es inevitable relacionar este segundo largometraje de Yann Gonzalez con otro film presentado en Semana de la Crítica en esta edición en Cannes, el corto Apocalyse After de Bertrand Mandico, cineasta que también actúa en Knife + Heart. Ambos films sobre cineastas de películas porno en crisis sentimental desde una puesta queer y extravagante. El perfecto cierre metatextual y extracinematográfico.
Competencia oficial
Dirección: Yann Gonzalez
Guion: Yann Gonzalez, Cristiano Mangione
Música: M83
Fotografía: Simon Beaufils
Reparto: Vanessa Paradis, Kate Moran, Nicolas Maury, Pierre Emö, Thibault Servière, Pierre Pirol, Naëlle Dariya, Salim Torki, Jeremy Flaum, Noé Hernández
Productora: Coproducción Francia-México; CG Cinéma / Piano
Francia, 2018