Por Mónica Delgado
Bacurau llegó a la competencia oficial de Cannes con la sombra de Aquarius. Ambos films no solo comparten a Sonia Braga sino que exploran la diversidad social a partir de la radiografía o el entramado alegórico. Sin embargo, Bacurau va más allá, y marca otro tono. Es más bien un punto y aparte en la filmografía de Kleber Mendonça Filho, y que desdibuja el estilo ya conocido del cineasta.
En este film, que Mendonça Filho realiza al alimón con el productor Juliano Dornelles, tiene en su arranque mucho de realismo mágico, muy típico para representar la peculiaridad latinoamericana, en un pueblo ficticio donde los ataudes expulsan agua o donde las iglesias sirven de almacenes o las escuelas tienen última tecnología pese a estar en medio del Sertao y sin agua. Pero esta arcadia venida a menos, se ve afectada por el abandono político, donde los habitantes han creado un microcosmos y que los cineastas dotan de atmósferas enrarecidas con algunos códigos del western.
Al inicio, Bacurau se propone claramente como un condensado de algunos clichés de lo real maravilloso, llevados de la mano de un personaje que retorna al hogar paterno pero que luego se difumina y pasa a ser parte de la masa pueblerina. Y más bien asoma en esos primeros minutos del film, la recurrencia en el cine latinoamericano por crear comunidades ficticias, como el Macondo literario. Así como hay una Manayaycuna en el cine peruano (en Madeinusa de Claudia Llosa), Bacurau es un pueblo olvidado en medio de la nada, y que ni aparece en los mapas, y que vive la escasez de agua debido a la apropiación de unos turistas de una represa.
Lo que al inicio se proponía como una “Estrategia de Caracol”, se va desmoronando para un quiebre significativo: la presencia del personaje que encarna el alemán Udo Kier, un mercenario que utiliza a la gente de pueblo como carnada para “juegos del hambre” de estos turistas capitalistas movidos por fines políticos. Y este pase al absurdo y al gore hace que el film mejore, logrando reminiscencias del cine del director underground Christoph Schlingensief, quien manejaba muy bien la parodia política y social sin opción a la corrección política. Por ello, no es causal la participación de Kier, quien trabajó con Schlingensief en varias oportunidades, y que se ha caracterizado por ser un actor de culto en varios films unders y de corte extravagante. Nota aparte merece esa escena de Kier y Sonia Braga a ritmo de True de Spandau Ballet.
Podría decirse que junto a la película de Jarmusch, esta edición de Cannes se vuelve más pegada a los géneros, y que con Bacurau confirma una intención de brindar más libertad en las selecciones, sin temor de colocar en competencia un trabajo tan personal y extraño, como esta alegoría de un Brasil que solo unido, incluso en su locura, puede vencer al enemigo más armado.
Competencia oficial
Dirección: Juliano Dornelles, Kleber Mendonça Filho
Guion: Juliano Dornelles, Kleber Mendonça Filho
Música: Mateus Alves, Tomaz Alves de Souza
Reparto: Udo Kier, Sonia Braga, Jonny Mars, Chris Doubek, Karine Teles, Alli Willow, Brian Townes, Antonio Saboia, Barbara Colen, Julia Marie Peterson, Silvero Pereira, Edilson Silva, Thomas Aquino, Valmir do Côco, Buda Lira, Rodger Rogério, Uirá dos Reis, Clebia Sousa, Rubens Santos, Carlos Francisco Galán
Brasil, 2019, 132 minutos