Por Mónica Delgado
Hace algunos años, Jim Jarmusch tuvo el lujo, o la fortuna, de estrenar dos films en Cannes: Paterson y Gimme Danger, el documental sobre los Stooges. Esta vez, no lejos de esa misma fortuna, tiene también dos momentos precisos en la pantalla francesa, pero con la misma obra: la organización eligió su reciente comedia sobre zombis para que abriera esta 72° edición del Festival Internacional de Cine de Cannes, y también, de manera simultánea, se estrenó en salas francesas al público masivo. Sí que en este país admiran a Jarmusch.
Pero más allá de este cariño en Cannes por la obra de Jarmusch, que hayan elegido un film tan fresco -y de perfil comercial- como una comedia zombi para la gala de inauguración, deja al menos una esperanza de que el festival pudiera querer un poco de desparpajo ante tanto film edificante que primó en anteriores ediciones. Usualmente films como este son programados en sesiones de medianoche o en secciones paralelas, y ante este contexto, la decisión de huir de la formalidad colabora con una satisfacción cinéfila inesperada.
En The dead don’t die, el cineasta estadounidense propone desde su inicio un juego preciso que remite ligeramente a Seis personajes en busca de un autor, de Pirandello, en la medida que Bill Murray y Adam Driver, dos policías de un pequeño pueblo llamado Centerville, de más de 700 habitantes, lo nombran varias veces como el cineasta que tiene la guía de sus destinos. No solo hay un recurso metatextual que se hace evidente al inicio cuando los dos personajes hacen mención a la canción de los créditos, o en alguna parte hacia el final cuando indican que no saben qué decir o no saben qué pasará porque no leyeron del todo bien el guion que les dio Jarmusch. Es decir, asumen que son personajes y que están en manos de un autor. Pero estas contadas referencias al relato dentro del relato, o al rompimiento de la cuarta pared de modo creativo, no desentonan con el meollo del film: la tierra sufre una descompensación en su rotación lo que provoca días con sol de más duración y noches que hacen que los muertos despierten. Esta causa, nueva sí dentro de las ficciones de zombis, en las cualese pululan la rabia y el contagio de animales, permite el toque irónico y absurdo en una historia que se ubica muy bien dentro de las comedias negras del subgénero.
Como sucede en algunos films de George A. Romero, más aún si pensamos en Dawn of the dead (1978), la alegoría política y social asoma, no solo a través de este pueblo que apenas tiene un motel, una comisaría, un restaurante y una correccional de menores, sino que de la mano de estos zombis consumistas que regresan de la muerte para volver a soñar con aquello que los hizo felices en vida, el cineasta plantea esta comparación con un mundo que quizás debió seguir oculto. Zombis que claman por objetos de consumo de un feliz capitalismo. Este pueblo al parecer poco contaminado con las taras producidas por el excesivo consumo y el comercio, se ve invadido por estos zombis que les recuerdan un mundo de telefónos móviles, ropa de marca y juguetes de moda. Esta vida sana incluso resulta pervertida para un ermitaño, que encarna el músico Tom Waits, quien se vuelve en el narrador y testigo del caos en el film.
En The Dead don’t die, el vecino más odiado es uno que usa una gorra de Make America Great Again (Steve Buscemi), y que vive atormentando al ermitaño. Mientras que Tilda Swinton es una excéntrica encargada de una morgue que maneja con astucia una espada. También aparece Selena Gomez como parte de un grupo de “hipsters” que llegan al pueblo de paseo. Y así, van apareciendo una veintena de personajes, entre ellos Iggy Pop y la cineasta Sara Driver haciendo de zombis que “se mueren” por tomar café.
Si bien las partes dedicadas a la correccional no llenan a engranarse bien con los demás momentos y personajes de la trama, The dead don’t die resulta atractiva como homenaje y guiño cinéfilo a decenas de obras sobre zombis, pero también como elegía a la manera de esos viejos western donde los sheriff se ven en encrucijadas pero lo entregan todo para salvar su honor. Por momentos se percibe la marca Jarmusch en las referencias pop y en los juegos de palabras que recuerdan el estilo de humor sutil de Down by Law, y por otro, nos volvemos cómplices de las habilidades de un cineasta que sigue experimentando y haciendo cosas distintas, sin temor por acercarse a un film de claros fines comerciales. Y que un film así abra la edición de Cannes ha sido un gran saludo de bienvenida.
Película de inauguración
Dirección: Jim Jarmusch
Guion: Jim Jarmusch
Fotografía: Frederick Elmes
Reparto: Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Danny Glover, Caleb Landry Jones, Rosie Pérez, Iggy Pop, Sarah Driver, RZA, Selena Gomez, Carol Kane, Tom Waits, Austin Butler, Luka Sabbat, Sturgill Simpson, Alyssa Maria App, Sid O’Connell, Kevin McCormick, Justin Clarke, Vinnie Velez, Lorenzo Beronilla, Talha Khan, Mick Coleman
Productora; Animal Kingdom. Distribuida por Focus Features
EE.UU., 2019, 103 minutos