Por Mónica Delgado
Zombi Child de Bertrand Bonello es un film hecho de cine. Es decir, se empapa de un legado fantástico cinematográfico de más de medio siglo, y como el personaje de su película, lo rearma y lo trae de nuevo a la vida en medio del festival de Cannes, a partir de un relato que deriva en un manifiesto simbólico que sana la barbarie de la colonización francesa en Haití. Y Bonello no baja la guardia, es más, ha hecho el primer gran film que he podido ver en estos días. Imprescindible y que requiere más de un visionado.
El film abre recreando un hecho histórico, sucedido a mediados de los sesenta del siglo pasado en Haití, y que dio inicio a una serie de mitologías sobre lo zombi (narraciones y films). Clairvius Narcisse fue envenenado tras absorber una poción hecha con el tóxico pez globo, que produjo una parálisis y aparente muerte. Su cuerpo fue desenterrado y vendido a una plantación de azúcar, donde junto a otros “zombis” como él, es tomado como esclavo. Es esta primera parte, no se puede evitar asociar estas imágenes a uno de los primeros films de zombi de la historia producido por la Hammer, The plague of the zombies, de John Gilling, de 1966, donde precisamente habitantes de un pueblo eran convertidos en muertos vivientes para luego ser tratados como mano de obra barata en una mina clandestina. También es inevitable pensar en la versión de Wes Craven sobre Narcisse, en La serpiente y el arcoiris (1988), de la cual también ha confesado Bonello, se inspira, tanto como del cómic Los zombis: La vida más allá de la muerte de Philippe Charlier y Richard Guérineau. Sin embargo, luego de este episodio, Bonello nos adentra en un internado católico para adolescentes, donde pondrá en escena un nuevo proceso de “zombificación”.
Fanny (Louise Labeque) es una estudiante en un colegio de hijos de académicos y de clase alta, al que ella llega tras el terremoto en Haití. Allí comienza a ser parte de una hermandad donde se permiten juegos oscurantistas y rituales a la luz de las velas. En paralelo, Bonello nos mantiene aún en la historia de Clairvius Narcisse (Bijou Mackenson), a quien vemos librar contra la explotación, hasta que logra su libertad. Luego Bonello, trae este mundo haitiano de magia y vudú a la Francia actual, a ritmo de mantras y tambores. Poco a poco los tiempos se irán cruzando y logrando que la escuela se vea inmersa en una transformación.
Lo más notable de Zombi Child es el modo en que Bonello estructura este viaje al pasado y toma la alegoría zombie como un hecho de inspección etnográfica, para dar cuenta de este proceso de zombificación pero como traducción simbólica de una colonización francesa en ese país, y que en pleno siglo XXI recién puede ser exhumada, también con esta metáfora del internado que se ve invadido a punta de ritmos sanadores.
Magníficamente filmado, este film sigue ubicando a Bonello en un lugar especial del cine francés, y que como pasa con su corto Sarah Winchester, muestra que su apuesta por el fantástico existe para darle un halo restaurador y único.
Quincena de Realizadores
Director, guionista: Bertrand Bonello
Reparto:Louise Labeque, Wislanda Louimat, Adile David, Ninon Francois, Mathilde Riu, Bijou Mackenson, Katiana Milfort
Productores: Bertrand Bonello, Judity Lou Levy, Eve Robin
Director de fotografía: Yves Cape
Diseño de producción: Katia Wyszkop
Vestuario:Pauline Jacquard
Editor: Anita Roth
Música: Bertrand Bonello
Casting: Marlene Serour, Ife Day
Francia, 2019, 103 minutos