CANNES 2022: DE HUMANI CORPORIS FABRICA DE VÉRÉNA PARAVEL Y LUCIEN CASTAING-TAYLOR

CANNES 2022: DE HUMANI CORPORIS FABRICA DE VÉRÉNA PARAVEL Y LUCIEN CASTAING-TAYLOR

Por Mónica Delgado

Estrenada en Quincena de Realizadores, en el marco del 75º Festival de Cannes, De humani corporis fabrica de Véréna Paravel y Lucien Castaing-Taylor es una inmersión en el mundo de un grupo de hospitales y una morgue públicos franceses. Cesáreas, operaciones a la próstata, prótesis en córneas, reparaciones a la médula espinal, mastectomías, y otros tópicos que están reservados para la vista y labor del personal médico, son extraídos de su espacio natural para convertirse en un proceso de observación ante nuevos espectadores.

En Oh Uomo (2004), los documentalistas Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi reeditan escenas filmadas para ortopedistas y fisioterapistas en la Primera Guerra Mundial, con el fin de diseñar mejores prótesis para las víctimas. A partir de ese material descartado, los cineastas italianos exploran un catálogo anatómico, de mutilados de todo calibre, y que deviene en espectáculo de horror y conmoción. Cuerpos heridos y perdidos a modo de alegoría sobre lo que la guerra siempre quiso mantener fuera de campo. Si bien el film de Paravel y Castaing-Taylor no esboza una galería del horror como posibilidad de enfrentar la angustia tras la guerra (como lo hicieron algunos vez Gianikian y Ricci Lucchi, logra descentrar la naturaleza misma de esas imágenes desde esta indagación anatómica: imágenes que ya no se capturan con fines médicos o investigativos, sino estéticos, para espectadores en alguna sala de cine (o festival).

Si bien De humani corporis fabrica no es una obra sobre el sufrimiento humano, sino más bien sobre las vías mecánicas y sofisticadas para la curación, cabe una cita de Susan Sontag extraída de Ante el dolor de los demás: “Quizá las únicas personas con derecho a ver imágenes de semejante sufrimiento extremado son las que pueden hacer algo para aliviarlo —por ejemplo, los cirujanos del hospital militar donde se hizo la fotografía— o las que pueden aprender de ella. Los demás somos voyeurs, tengamos o no la intención de serlo”. Sontag realiza un análisis sobre la explotación del dolor en la representación de la guerra en la fotografía, sin embargo, esta frase que expropio, y asocio al contexto de este film estadounidense y francés, alude a esta desnaturalización provocada, usurpada de ese posible alivio que podría brindar el personal médico en sus estudios. Para Paravel y Castaing-Taylor adentrarnos a partir de cámaras laparoscópicas a los centros del estómago, la columna vertebral, los intestinos o el pene es un viaje expresivo en un mundo para la fascinación.

Los cineastas indican en su sinopsis que toman el título del film de la obra de Andrés Vesalio, publicada en 1543. Un tratado sobre la anatomía humana, lleno de xilografías e indagaciones con fines científicos, sindicado como el primero de este tipo. Pero antes que a esta universo visual fijo, lo que los cineastas plantean es una suerte de reactivación de un universo ya planteado por Stan Brakhage en torno a los cuerpos y a las instituciones (una morgue y un hospital) en dos films de su trilogía de Pittsburg: nos referimos a The Act of Seeing with One’s Own Eyes (1971) y a Deus Ex (1971), y que sincronizan ideas en torno a la resistencia a la muerte. Brakhage sostuvo sobre Deus Ex que el film surgió durante una estancia en un hospital y que en él “se continúa imaginando toda la batalla del hospital en estos terrenos, hasta la cirugía cardíaca vista como equivalente al sacrificio ritual azteca… Hasta dónde llegan los hombres para evitar una relación tan simple como directa, con la Muerte” (citando un poema de Charles Olson). Y, a diferencia de la búsqueda reflexiva de ideas en torno a la materialidad de la muerte de Brakhage, lo que plantean los cineastas egresados de Harvard es precisamente identificar esta relación de conocimiento y maquinaria, como si el mundo de la medicina contemporánea fuera una fusión entre cyborgs y vísceras. El plano final de frivolización del mundo médico es prueba del punto de vista que se quiere imponer a todo lo visto. Médicos aburridos de sus trabajos y donde los cuerpos son piezas más de una rutina laboral.

La experiencia aquí de los Véréna Paravel y Lucien Castaing-Taylor difiere de los postulados más “etnográficos” de Leviathan (2012), Somniloquies (2017) o Caniba (2017), en la medida que en esos films la distancia con los objetos o sujetos observados anula la posición “directriz” de los autores. En De humani corporis fabrica, sí está clara su posición: hay un momento que claramente lío con el texto Lo abyecto de Jacques Rivette: una travelling de seguimiento a unas ancianas por un pasadizo en el hospital mientras oímos quejidos, muy lastimeros, de dolor. Luego, la cámara vira cuidadosamente armando el plano secuencia, para buscar de dónde viene ese tremendo ruido, y vemos el rostro de una mujer muy anciana en desvaríos. De la máquina que cura a la máquina que graba y que estetiza el dolor.