Por Mónica Delgado
Como pasa con Boy from heaven, también en la competencia oficial del 75º Festival de Cannes, Holy Spider es una producción 100% europea sobre una realidad islámica. Si en Boy from heaven, el sueco de origen egipcio Tarik Saleh explora el interior del poder religioso desde sus estamentos formativos, en Holy Spider, el iraní radicado en Dinamarca Ali Abbasi formula una historia sobre un asesino en serie de trabajadoras sexuales en Mashhad, la segunda ciudad más importante de este país musulmán. Ambos temas serían probablemente censurados en los países a los que hacen referencia, y que cineastas con posibilidades de realizarlas fuera es una oportunidad para poner en discusión temas sobre fundamentalismo social y político (aunque claro, siempre con concesiones muy a tono con las modas temáticas del momento en espacios de festival como este) y desde una mirada moral de Occidente.
Holy spider es un thriller policial regido por tres miradas. La primera mirada -que funciona como intro- parte de una de las víctimas, una mujer joven prostituta y drogadicta que trabaja en la calle. La vemos con algunos clientes, hasta que cae en manos de un asesino en serie, y que por el contexto que se anuncia a través de algunos medios, sabemos que puede ser el ente que amenaza la tranquilidad de la ciudad. La segunda mirada es la de una periodista que llega de Teherán con el fin de recuperar información sobre el caso, ya que el tratarse de mujeres trabajadoras sexuales pareciera que la policía del lugar no le pone mucho énfasis a la investigación. Este personaje encarnado por la actriz Zar Amir-Ebrahimi, va a convertirse en el dinamizador y catalizador del entorno patriarcal, tanto por parte de la hostil policía como de las personas que tiene que investigar para dar con más pistas del caso. Y la tercera mirada es aquella que se posa sobre el accionar del asesino (el actor de teatro Mehdi Bajestani), quien en varios momentos confiesa ser un enviado de dios y que su labor criminal consiste en quitar de la faz de la ciudad a aquellas mujeres pecadoras e indeseables.
Este plano religioso que el criminal, denominado como Holy spider, alude tiene que ver con conciliar con un sentido común que justifica los asesinatos en pos de una limpieza moral. Varios momentos como el de la periodista llegando a un hotel donde se le interpela por hospedarse sola, el acto de fumar sola, no usar chador o el de dejarse ver el cabello, van conciliando con la perspectiva de una sociedad conservadora y muy religiosa que parece indiferente a los hechos que viven las mujeres como sujetos. Por ello, quizás lo más resaltante de este film es cómo Abbasi construye este mundo doméstico concebido para las mujeres. Cuando el asesino contacta a sus víctimas, las lleva a su propia casa (donde vive con su esposa y dos hijas) y las mata, no hay nada que pudiera parecer extraño, puesto que es el terreno donde solo las mujeres pueden existir bajo el cobijo de un techo y cuatro paredes. Incluso hay un momento en que al querer trasladar a una víctima a un desmonte el asesino amarra su cuerpo al suyo para poder sentarla en la moto que suele usar, puesto que el chador que la cubre todo lo normaliza. Usos sociales que se vuelven cómplices de la crueldad machista.
Hasta este punto el film parece ser una crítica a este sistema de violencia patriarcal, institucional y social, donde las mujeres no valen mucho. Sin embargo, pese a este interés de denuncia, Ali Abbasi recurre a un tipo de violencia innecesaria para mostrar el accionar del criminal para asesinar mujeres, estrangulándolas (tan igual como aquel momento final donde vemos el rostro enrojecido del asesino). Es decir, esos primeros planos donde vemos el rostro agonizante de las mujeres, que mueren a manos de la frialdad de un asesino fanático, son tan iguales en la balanza, como aquel primer plano del criminal tras un juicio a manos del poder fáctico. Así, todos son víctimas, las mujeres y el asesino. Con esta lógica reduccionista, no hay que profundizar mucho en el análisis del origen de esta violencia que pretende Abbasi. El final solo corrobora esta fascinación innecesaria por lo abyecto y aleja a Abbasi de los logros dentro de los códigos del cine de género alcanzados en Border.
Competencia oficial
Dirección: Ali Abbasi
Guion: Ali Abbasi, Afshin Kamran Bahrami
Música: Martin Dirkov
Fotografía: Nadim Carlsen
Reparto: Zar Amir-Ebrahimi, Mehdi Bajestani, Arash Ashtiani, Forouzan Jamshidnejad, Mesbah Taleb, Alice Rahimi, Sara Fazilat, Sina Parvaneh, Nima Akbarpour
Productoras: Profile Pictures, ONE TWO Films, Nordisk Film Production, Wild Bunch, Why Not Productions, arte France Cinéma.
Dinamarca, Alemania, Francia, Suecia, 117 min, 2022