Por Mónica Delgado
Un acierto de los programadores de la Quincena de Realizadores hacer un homenaje a un cineasta fundamental del cine independiente del horror, el fantástico y lo visceral al reponer una película icono. Afirmación de un tipo de cine que ya en la actualidad parece el más imitado del mundo, convertido en fórmula, y que hace más de treinta años se fijaba como hito del género, no solo del terror y del slasher (casi fundacional o en la vena de un Herschell Gordon Lewis), sino de un modo de producción, del cine de bajo presupuesto.
La noche de la proyección en 4D de Masacre en Texas, en el marco de la edición de Cannes 2014 y casi a 40 años de la primera presentación de la película de un joven Hooper en la Quincena, fue todo un acontecimiento de fans de todo calibre, sobre todo porque allí entre todos los espectadores nostálgicos estaba el mismo Tobe Hooper, feliz como si fuera un niño en medio de su propio agasajo (y lo era). Incluso en el catálogo de la Quincena de Realizadores Director’s Fortnight, aparece una carta enviada por el mismo Hooper en 1975 donde señala que le resulta una exquisita sorpresa la elección de su película en esta oportunidad. Y casi 40 años después, la sorpresa se repite.
Pero, ¿qué permitió valorar este reciente pase de esta obra paradigmática? Es importante el contexto en que se vio esta película, sobre todo porque no solo es una reposición, sino que el festival más importante del mundo y la Quincena de Realizadores prodiga un homenaje necesario y que permite poner en su lugar a un tipo de cine que por muchos años ha estado rezagado del “sistema” de festivales de un cine “más serio” y colocado en un lugar aparte como si no se trataran también de películas de verdad. Este pase de Masacre en Texas, con olor a Sitges, por ejemplo, permite también establecer una conexión con películas del género del horror, o con estilo de serie B, que han estado en esta edición de Cannes, tanto en la Semana de la Crítica (It Follows de David Robert Mitchell) como en la misma Competencia Oficial (si pensamos en la argentina Relatos Salvajes de Damián Szifrón).
Por otro lado, Masacre en Texas nunca va a dejar de ser la película con más gritos histéricos por minuto de la historia, y por haber sido la pionera en recrear la atmósfera necesaria de una América profunda enferma, deforme y decadente. Un homenaje, el de anoche, para la memoria de Cannes.