Por Mónica Delgado
Las fronteras entre lo íntimo y privado se difuminan. Un historia de amor frustrado por una tradición férrea de castas se relaciona intrínsecamente con los inicios de una huelga de estudiantes de cine, quienes se rebelan ante la imposibilidad de hacer películas libres en medio de un contexto político antidemocrático. Tanto la pareja de amantes como el grupo de estudiantes están subyugados por un sistema ancestral que replica el modelo colonial de súbditos y élites, de jerarquías y discursos verticales, de religiones y cultos, de oprimidos y opresores. Estos dos relatos que confluyen bajo la mirada de una mujer se afirman desde la resistencia, o desde la renuncia, es decir, desde la lucha pero que parece ceder ante un sistema demasiado grande y potente.
El tono que elige la joven cineasta india Payal Kapadia para su primer largometraje documental, A Night of Knowing Nothing, es el de la instrospección, de la languidez de una memoria difusa, desde la vía del ensayo íntimo, del diario fílmico a punta de selectas home movies, desde la reflexión visual que rompe las barreras del mero documento, para lograr una arenga política inusual. Aquí las voces y las sombras tienen una finalidad política. Hay un sueño transformador que cobra fuerza, pero que poco a poco parece irse debilitando. La pasión de los amantes no puede lidiar con imposiciones familiares y el fulgor universitario de ecos utópicos y socialistas no puede combatir la reproducción de una estructura clasista y elitista en los interiores de un instituto.
¿De qué habla Kapadia cuando las imágenes van cediendo a la oscuridad, para convertir a los seres observados en sombras, cuasi fantasmas en medio de la noche? Si bien la cineasta organiza la estructura de su film a partir de las reflexiones de un personaje ficticio (una joven estudiante de cine) que encuentra unas cartas de amor en una vieja caja en el cuarto de su residencia en el Film and Television Institute of India (FTII), cuyos comentarios o impresiones conocemos a partir de textos sobre las imágenes o breves monólogos (la historia de L y K), la densidad de su propuesta está en la afrenta política que cobra cuerpo desde los diferentes recursos que materializan esta insatisfacción contra un orden social caduco: material de archivo familiar, cámaras de vigilancia, fotografías de recortes de diarios, registros de huelgas o recreaciones en 16 mm de jóvenes en baile o en manifestaciones. Todos estos elementos van a producir una filiación generacional, donde el malestar amoroso replica una angustia generacional que no se puede curar. De esta manera, para Kapadia la vida está atravesada por decisiones políticas, o por las inacciones que sostienen sistemas de poder perversos, que separan, empobrecen, que excluyen.
Pero, Kapadia no solo elabora este clima de ensueño extraño, desde una voz que se convierte en el halo poético del film, en la inteligencia que describe, rememora, critica, sino desde el sonido que tiene un rol fundamental. Aquí la música, los sonidos, los ruidos no solo están dispuestos para construir un clima, sino para generar una nueva capa espacial y sensorial. La mezcla de sonidos, de campos, de grillos, de ríos, se contrasta con ruidos o estertores que expanden un bosque que imaginamos. Sonidos de imágenes perdidas que no vemos, que acompañan escenas de propósitos distintos: sonidos de escenas de viejas películas indias que sugieren fuera de campo nuevas escenas de amantes que sí pueden existir en esta ficción sonora, en este otro sueño que no se ve. Sonido de la memoria, estertor que enrarece escenas de paisajes o de personajes en acciones cotidianas.
Por otro lado, A Night of Knowing Nothing es un paso distinto e inmenso dentro de los trabajos previos de Kapadia, que ya de por sí tienen bastante interés. En sus cortos anteriores (donde los paisajes nos podrían hacer rememorar al tratamiento y delicadeza de un Lav Diaz o de un Apichatpong), el tiempo no pasa en vano, es tangible, es real, pesa, hace lucir detalles y gestos en personajes que permanecen observados desde planos extendidos, y donde los sonidos están para acompañar una idea o percepción de la realidad. Mientras que en este reciente documental, el ritmo del ensayo fílmico toma la forma huidiza y compleja de la memoria, esta vez ensamblada desde la imposibilidad, la frustración y la nostalgia.
Quizás este gran primer largo tiene más afinidad con algunos pasajes de su corto And What is the Summer Saying (India, 2018), también en blanco y negro, donde la cineasta se adentra en una India rural, para contemplar y poner en relación de algunas escenas puntuales de (super)vivencia sencilla o cotidiana. Una India musical, para usar una palabra que podría caracterizar medio cine de ese país, pero desde una mirada íntima, sensible y sumamente política.
Quincena de realizadores
Dirección: Payal Kapadia
Guion: Payal Kapadia, Himanshu Prajapati
Fotografía: Ranabir Das
Casting: Bhumisuta Das
Sonido: Moinak Bose, Romain Ozanne
Edición: Ranabir Das
India, 2021, 97 min