Por Nicole Brenez
Abandonar sus estudios en artes plásticas para socorrer a los refugiados de la frontera camboyana: una acción como tal resume la actitud de la periodista, escritora y cineasta Ing Kanjanavanit – renunciar a la academia porque hay más urgencias por socorrer, su próxima acción. Así es como el arte se conecta directamente con la violencia de lo real y se halla reconfigurada en ello, tal como se acredita en la obra de Ing Kanjanavanit enteramente consagrada a los problemas políticos, sociales, religiosos, económicos y ecológicos de su país, Tailandia o, como ella lo llama, “Siam”, según su nombre antifascista.
Thailand for Sale (1991), Green Menace (1993), y Casino Cambodia (1994) forman un tríptico consagrado a las catástrofes ecológicas y sociales, que engendran las elecciones gubernamentales al desarrollar masivamente la industria del turismo. Casino Cambodia extiende su propósito a lo largo del tiempo, contemplando cómo el turismo transforma los ombligos sangrientos de la dictadura Khmère Rouge en lugares de diversión y de vacaciones.
Entre 1998 a 2008, Ing K desarrolla otra vertiente, una dedicada a la religión. Después de un film grotesco y anti-clerical como My Teacher Eats Biscuits (1998), Citizen Juling (2008) reconstruye el recorrido de una joven mujer, que cae en coma luego de una agresión cometida por fanáticos. Descripción inédita de los conflictos interreligiosos del norte a sur de Tailandia. Ciudadano Juling (2008) hace frente a la muerte de su protagonista ausente, búsqueda de la existencia, sobrevivencia y persistencia a través de todos los medios.
Shakespeare Must Die (2012) representa brillantemente la dictadura corrupta y sanguinaria que impera en Bangkok, una adaptación entrelíneas de Macbeth. La censura del film, bajo el pretexto de “amenaza contra la seguridad nacional”, lleva a Ing K a documentar el día a día de los trámites realizados ante las autoridades para liberar Shakespeare Must Die. Producto de este film, nace el kafkiano Censors Must Die (2013), resumen profundo de las tácticas racionales e irracionales de ambas partes, un gran film de amor hacia su protagonista, el productor y fotógrafo Manit Sriwanichpoom. El film esta atiborrado de una de las características del estilo de Ing K.: la pasión por la precisión factual, capaz de hacer colapsar poéticamente la arbitrariedad, el oscurantismo, y el absurdo que impera en la dictadura. “Es la democracia cinematográfica en acción en todos los detalles obscenos y burlescos; un sombrío informe de eventos colmado de un sin número de farsas para ser apreciado como una comedia”.*
Bangkok Joyride 1 y 2 muestran el reporte circunstancial de las manifestaciones de 2013, que llevó a las calles a millones de tailandeses para reclamar por la democracia. La empresa descriptiva deja la palabra a los manifestantes: los dos componentes de Bangkok Joyride describen a un pueblo oprimido en el retrato de su propia imaginación, de su propia e inagotable capacidad expresiva, un pueblo embriagado de energía que legitima su derecho de obtener una constitución democrática. Ing K anuncia un componente más titulado Singing at Funerals y, en este título, podemos ya inscribir su trilogía en el registro de monumentos fílmicos del aprendizaje democrático, al costado de Rapport général (1977) de Pere Portabella y de Bon Peuple portugais (1980) dos films pos dictadura que esperamos den algún cierre a aquellos que protestan en Bangkok y a su devota retratista.
* «A donde fuese que vaya Manit, en medio de revueltas políticas en una tierra de miedo, una cámara lo seguía dentro de lugares secretos ocultos del sol, donde los testigos no eran bienvenidos. El cinema verité resultante es la historia viva de una lucha por justicia y dignidad humana, por el derecho fundamental de libertad de expresión, cosa ausente en el cine tailandés. Esto es democracia cinematográfica en acción, con todos sus detalles obscenos y dramáticos, un registro oscuro de eventos y farsas tales que pueden ser disfrutados como una comedia».