Por Pablo Gamba
Jeny303, de Laura Huertas Millán, y The White Elephant, de Shuruq Harb, que forman parte de la competencia internacional de cortos de Cinéma du Réel, son filmes realizados por mujeres que son cineastas y artistas, sobre problemas políticos de la identidad. En el primer caso, la película debe en parte su existencia a una falla de la cámara de 16 mm. Es el tipo de accidentes que fascinaban a los surrealistas, y la realizadora decidió incluir el resultado.
En consecuencia, quedaron superpuestos al comienzo un fragmento del retrato de un transexual y material que la cineasta colombiana filmó en el edificio 303 de la Universidad Nacional, en Bogotá, obra emblemática de la modernidad en su país. Fue inaugurado en 1966 y sirvió de sede a la Facultad de Arquitectura, además de ser foco de agitación política. En 2014 lo demolieron por incumplimiento de requisitos antisísmicos y otros defectos estructurales que comenzaron a manifestarse, con grietas, en la década de los años noventa.
El encuentro por azar que dio origen al corto podría disparar un pensamiento sobre la relación del fracaso del proyecto modernizador con la vida del personaje, que en la primera parte –en la que se ven las imágenes del edificio– relata cómo entró en el ambiente de la droga y en la segunda en el crimen, como señuelo de los robos de su pareja, teniendo como contrapunto visual su imagen masculina. La fragmentación del yo tendría algún tipo de vínculo con las grietas del 303. Esa sería una de las posibles respuestas racionalizadoras del accidente.
La cuestión está en que la superposición casual, y el montaje que Huertas Millán hizo en consecuencia, llaman la atención también sobre la forma, y a partir de allí sobre algo más general: lo que habitualmente no se piensa cuando se pasa de unas ideas a otras al pensar. Con las cadenas de razones de Descartes son confrontables el collage o el encuentro de un paraguas y una máquina de coser en una mesa de disección, por ejemplo. El surrealismo puede ser el fundamento escondido de los pensamientos más racionales sobre lo real. Eso es algo de lo que igualmente trata este documental y por ello hace recordar a Jean Rouch, tratándose de una realizadora que ha trabajado la llamada “ficción etnográfica”.
En The White Elephant el problema de la identidad está planteado en relación con la nacionalidad palestina de la realizadora, y el Estado que ha invadido su territorio y lleva adelante una política de exterminio de sus habitantes: Israel. Hay que escribirlo así porque eso es lo que ocurre en el Medio Oriente, y Harb es escéptica por lo que respecta a la posibilidad de alcanzar la paz. Pero también en relación con el anticolonialismo a mano armada, aquel que todavía llama a destruir Israel y a matar al israelí para que nazca el árabe libre.
El cortometraje es un ensayo, hecho con imágenes bajadas de Internet, que relaciona dos personajes de identidad fluctuante: la cantante transexual israelí Dana International y la narradora invisible, una joven palestina que habla inglés y se hace pasar por “chica judía” en Israel para ser parte de un rave a comienzos de los noventa, luego de que Saddam Hussein perdiera la Guerra del Golfo, y cuando Mahmoud Abbas y Shimon Peres firmaban los Acuerdos de Oslo.
“Estoy atrapada entre el elefante y la paloma”, expresa en referencia a una imagen alegórica de la posibilidad de que la paz la libere de un peso enorme. Es la aspiración a una libertad que solo parece existir en el campo enemigo, y que le permite a una israelí cambiar su cuerpo de hombre a mujer, y aplaudir en la televisión europea la posibilidad de un acuerdo de su país con los “vecinos”, así como a los soldados confesarse fanáticos de la música trance, por ejemplo. Las facetas diversas y contradictorias del “yo” de esa gente libre tienen una analogía, no solo en los fragmentos de materiales hallados con los que se hizo el corto sino también en las partes con las que se ensambla un automóvil. Un palestino puede robarlo en 60 segundos; lo difícil es llevarlo a Ramala, dice la narradora.
The White Elephant es un film sobre la angustia de no poder alcanzar la libertad posmoderna, porque el yo se encuentra atascado entre la diversidad de posibilidades que se abren y una situación que lo mantiene atado a una identidad centrada en la nacionalidad, para que la nación sobreviva. El problema es que, aunque ya no pueda creerse en lo segundo, lo primero significaría “desaparecer”, como desea la protagonista al ser parte del rave, y eso se corresponde con lo que viene haciendo Israel con los palestinos, sin comillas.
Jeny303
Dirección y producción: Laura Huertas Millán
Duración: 6 minutos
Colombia, 2018
The White Elephant
Dirección y producción: Shuruq Harb
Duración: 12 minutos
Palestina, 2017