Por Mónica Delgado
Este es el gobierno de la cámara, una suerte de Go Pro que funge de péndulo, de plumilla, de extensión de manos y de ojos, que sigue en ángulos imposibles cuerpos y caminatas, que viaja con los protagonistas en autos y patinetas por calles de barrios y avenidas de Guinea-Bisseau. En el cortometraje Parsi (2018), Eduardo “Teddy” Williams y el poeta Mariano Blatt prolongan cualquier posibilidad del poema ensayo, o del video poesía, para establecer una correspondencia extraña entre los ritmos de versos pop y la cadencia visual de una cámara en libertad dada a los personajes para que la hagan vivir.
Presentado en la reciente Berlinale y en la competencia de cortos de Cinéma du Réel, Parsi es un trabajo al alimón donde confluyen dos tipos de experiencias, el escape del manoseado estilo etnográfico donde la figura del cineasta se difumina, y la cartografía fuera de campo que plasman los versos sobre la urbe porteña y la cultura pop de Mariano Blatt. Teniendo a la repetición como marca de su poética, el poema de Blatt “No es”, inunda todo el corto desde una voz en off, y a partir de la palabra “Parece”, dando cabida a un sinfín de posibilidades, en tono acumulativo, como mantra y dador de ritmo: “Parece un día triste de invierno/Parece que estás enojado/Parece un campamento del club/Parece una canción de Virus/Parece un disco de Virus/Parece que estás cansado/Parece que no me querés más…”, mientras las imágenes van revelando poco que la cámara es parte de un grupo de paseantes en un barrio periférico en algunas calles africanas.
El encuentro de dos realidades, la visual y la sonora, que plasman Williams y Blatt logra una atmósfera que coordina entre la mecánica de la cámara, como herramienta social que capta”la realidad” desde sus propios protagonistas (los personajes llevan las cámaras consigo) y la franqueza y soltura de los versos, en una dinámica que parecía imposible de asociar. Los abuelos de la nada, Youtube, Pikachu, Alex Anwandter, Facebook, Cristiano Ronaldo, Chacarita y demás seres e iconos de nuestros tiempos, aparecen fortuitamente entre gestos, sonrisas, bailes, o simples paseos de amigos trans, que luego serán posiblemente registrados en redes sociales. La idea de un Facebook Live que une Guinea Brisseau con Buenos Aires cobra una dimensión surreal.
En Parsi, Teddy Williams vuelve a algunos motivos de su obra, donde indaga sobre el carácter actual de lo cosmopolita y la globalización, a partir de situaciones “líquidas”, producto de algunos elementos de la “modernidad”. Como en Pude ver un puma, Que je tombe tout le temps?, I forgot, o en la misma El auge del humano, el movimiento se vuelve elemento indispensable para asociar una urgencia humana, de tránsito, fluidez y libertad. Y también como en esos films, seguimos a un grupo de jóvenes por distintos espacios, donde la cámara, como puente, también tiene el rol de acompañar o desaparecer en esta búsqueda.
Parsi no desentona con el universo Williams, y más bien lo sigue afirmando con creces como uno de los cineastas más notables y creativos del cine latinoamericano. Las hazañas que Williams logra con una pequeña cámara en libertad adquieren un nivel del cine como materia y poesía simplemente sublimes.
Diomedes S Djú, Janaina Casimiro lé, Vadinho da Costa, Brigila Chico Ca, Nadi Ouadé