Por Pablo Gamba
Vía (Portugal, 2017) de María Ferreira y Uluru (España, 2018) de Alberte Pagán son dos cortometrajes experimentales que forman parte de la sección Explora de Cortocircuito. Tienen en común la aproximación a lugares, aunque de maneras tan distintas que incluso podrían considerarse contrarias.
El video de la realizadora venezolano-portuguesa está basado en imágenes de Google Street View y Google Earth, y del Servicio Geológico de Estados Unidos, explica el texto de presentación. Trabaja la percepción del espacio a través de tecnología que hacen posible ver casi cualquier lugar del mundo, a través de la plataforma de Internet, o explorar científicamente la Tierra.
Vía es, como el título lo indica, el camino que abre esa experiencia visual, con una combinación de montaje, manipulación digital, animación y sonido que lo convierte en un viaje alucinante. Comienza a toda velocidad por una carretera, con indicios perceptibles de que algo extraño hay en esas imágenes. Se eleva después a los cielos y a la abstracción, expandiendo esa mirada que se traga el mundo y lo asimila, hasta hacerlo incluso parecido al cuerpo humano.
Este video de seis minutos y medio de duración pertenece a la estirpe de El hombre de la cámara (1929) de Dziga Vertov. Es así por lo que respecta al optimismo con que la realizadora acepta la relación de las personas con las máquinas que amplían su capacidad de ver y cambian su relación con lo real. De ese espíritu es parte también el aprovechamiento gozoso de los recursos del video digital, así como de la electrónica en la creación de la música y el sonido.
La mirada de Uluru es seducida por los atractivos del monolito del título, que tiene más de 300 metros de altura. Es una de las atracciones turísticas de un parque nacional en Australia. Su empaque incluye la cultura de los aborígenes del lugar, sus cantos y el “misticismo” que suele ser asociado a todo eso. Alberte Pagán hizo un recorrido por el perímetro de 11 kilómetros de la montaña, grabando imágenes con un Mini iPad. Lo explica en su página web.
Pero hay en este corto una puesta de relieve de los problemas de cómo llevar a cabo una representación o simple registro de algo como Uluru. Comienza con la ambigüedad del plano inicial: la superficie de la piedra, vista de cerca y en un lento travelling, con un sonido que recuerda al del interior de un avión, se parecerse a una de las vistas aéreas de Ferreira. El gran plano general que permite ver todo el monolito y sus alrededores, insertado como un flash en medio del travelling, constituye una no menos problemática “establishing shot”.
A esto se añade el trabajo con la manera como la cámara del dispositivo registra planos en los que lo único que se ve es la distorsión creada por la luz, y otros en los que no se grabó nada, pero la vibración pone en evidencia el carácter electrónico del medio empleado para la grabación. El correlato sonoro en el corto es la distorsión progresiva en un concierto de la banda española Vietcong.
Pagán recurre, además, a un montaje rítmico característico de cine experimental que no considera unidad fundamental al plano sino al fotograma, aunque esa noción sea problemática cuando se no se trabaja en un formato fotográfico sino en digital. Incluso la distorsión causa algo parecido al flickering, ese parpadeo característico de la imagen de película proyectada. Combina ese montaje, sin embargo, con el aprovechamiento de la tecnología informática para manipular el color. Eso y el acercamiento a la animación son otras cosas en común con Vía.
Pero al optimismo de María Ferreira es contrario a la resistencia de Pagán. El cineasta gallego recupera la tradición cinematográfica experimental para cuestionar la explotación de la imagen de la montaña y también la posibilidad que hoy cualquier aficionado cree tener de hacer un “film” sobre Uluru.
Vía
Dirección, imagen y diseño de sonido: María Ferreira
Música adicional: Sae Heum San
Portugal, 2017
Uluru
Dirección: Alberte Pagán
Música: Vietcong
España, 2018