COSMIC REALISM: UNA EXHIBICIÓN DE LA OBRA DE VÉRÉNA PARAVEL & LUCIEN CASTAING-TAYLOR

COSMIC REALISM: UNA EXHIBICIÓN DE LA OBRA DE VÉRÉNA PARAVEL & LUCIEN CASTAING-TAYLOR

Foto: Beeld Studio Hans Wilschut

Por Mónica Delgado

Hasta el 20 de mayo se realiza la primera retrospectiva de la obra de los cineastas Véréna Paravel y Lucien Castaing-Taylor en el Eye Filmmuseum de Amsterdam. La exhibición, titulada Cosmic Realism, permite ver en panorama casi toda la filmografía de esta dupla de cineastas, otrora voceros del denominado Laboratorio de Etnografía Sensorial de la Universidad de Harvard, y presentada a lo largo de más de una decena de años en festivales y muestras alrededor del mundo. Con un trabajo que plantea una intersección entre las metodologías de las ciencias sociales, la antropología visual y las artes visuales, los trabajos reunidos en esta muestra proponen, ante todo, una carta de presentación para un público que no conoce su trabajo y que puede resultar innecesaria o reiterativa para aquellos que ya pudieron ver su obra.

A estas alturas, Véréna Paravel (1971, Neuchâtel, Suiza) y Lucien Castaing-Taylor (1968, Liverpool, Inglaterra) son ya reconocidos cineastas, antropólogos y artistas que han presentado su obra en espacios como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la Tate Modern, la Bienal Whitney y la documenta 14, y en festivales como Cannes o Berlín. Y su obra ha influido al menos a una generación de realizadores que trabajan en las fronteras de la etnografía, la antropología y el cine, en una reunión de disciplinas y expresiones nada novedadosa, pero que utilizó diversas herramientas tecnológicas para dar cuenta de realidades donde el realizador no “contamina” o influye en la realidad registrada.

Las instalaciones del Eye Filmmuseum se dividen en seis espacios: la primera zona, que cobija multipantallas, contiene seis monitores con pasajes de Sheep Rushes (2001-2019), una serie de cortometrajes realizados en las montañas Absaroka Beartooth en Montana, donde aparecen ganaderos hombres en diversas jornadas de trabajo en el campo. Escenas que parecen extraídas de algún western posmoderno, donde vaqueros en medio de climas bucólicos plantean otras formas de masculinidad: caricias a perros ovejeros, ayudas en usuales partos de ovejas, trotes con caballos fuertes en estepas a pleno atardecer. Los cineastas plantean una nueva mitología ante uno de los imaginarios más resistentes sobre el espíritu libre y recio del EE.UU. rural. La decisión de colocar la obra a través de la simultaneidad multicanal, dota a esta parte inicial de la muestra una buena entrada para lo que vendrá después, ya que hay una intención de mostrar esta realidad desde su cuota de visceralidad. La vida en el campo también tiene su cuota de sangre y fluídos.

Foto: Beeld Studio Hans Wilschut

La siguiente sala presenta una serie de fotogramas extraídos durante la edición de Leviathan, su gran film realizado en 2012 y que significó el punto de inflexión en la carrera de estos dos documentalistas. Un grupo de varias fotografías de gran tamaño cuelgan del techo para graficar un elemento que aparece en algunos de sus films, la capacidad de la abstracción de las imágenes de lo real. Recordemos que Leviathan es producto del uso de determinados dispositivos sin injerencia de la mirada de los realizadores: cámaras ubicadas en espacios específicos en un inmenso barco, mostrando un estado “salvaje” de un proceso convencional de pesca industrial. Esta parte de la exposición logra transmitir la esencia del título de la muestra, Cosmic realism, aunque luego en las demás secciones el concepto quede en un ejercicio de retórica. En la siguiente sala, la sala de los fotogramas de Leviathan cobra evidentemente la función de preámbulo, ya que el visitante puede sentarse y ver por completo los 87 minutos del documental.

La tercera sala contiene varias pantallas que muestran pasajes de De Humani Corporis Fabrica (2022), uno de sus más recientes trabajos y que plantea un viraje en torno a los territorios que los cineastas solían explorar. Esta vez los documentalistas recuperan el material registrado en hospitales de París, obtenido desde diversas cámaras y microcámaras usadas por médicos en su labor recurrente, y a diferencia del film, eligen algunos fragmentos emblemáticos: la observación de un seno afectado por el cáncer y extraído de una mastectomía; una operación ocular o momentos de un karaoke en un hospital. La posición de observación que tiene el espectador ante la visceralidad dentro de una sala de cine aquí es omitida, puesto que el espectador oscila entre las diversas pantallas y tiene la oportunidad de elegir pasajes o fragmentos. Como ya hemos escrito anteriormente en Desistfilm, los cineastas dotan de espectacularidad a imágenes que fueron concebidas para un fin médico. Hay una resignificación de la utilidad de estas imágenes, antes hechas para curar o sanar usando determinada tecnología y técnicas, y que dentro de un museo adquieren una dimensión  que subvierte su objetivo primario.

La penúltima sala presenta a doble pantalla el documental Caniba (2017). En una pantalla tenemos los testimonios de Sagawa, el caníbal, un japonés que va relatando algunos de sus crímenes mientras la cámara lo observa mientras dialoga con algún cuidador. En la otra pantalla aparecen escenas de infancia y en blanco y negro, desde material de archivo, que permiten establecer algunas interrogantes sobre si el criminal nace o se hace.  Y en la última sala, dos pantallas proyectan el documental Somniloquies (2017), que plantean un acercamiento físico al mundo de los sueños, desde el registro de cuerpos en duermevela.

Como mencionamos al inicio de este texto, la finalidad de esta exhibición está centrada en ofrecer un panorama a un espectador no familiarizado con este tipo de films y con la obra misma de estos documentalistas. Sin embargo, para los espectadores que han podido seguir a lo largo de los años la obra de esta pareja de antropólogos, la exhibición no ofrece casi nada nuevo. Se debió incluir, por ejemplo, material de los procesos creativos de los cineastas, así como establecer otro tipo de conexiones que no sean necesariamente la proyección completa de algunas obras (como Leviathan o Caniba), puesto que bastaba realizar programas semanales y no plantearlos como experiencias dentro de la sala misma. Es decir, hay obras que efectivamente se hicieron para una experiencia de cine expandido, u otras que claramente se pueden adaptar, como hemos visto aquí, sin embargo, queda la sensación de haber asistido más a una serie de proyecciones que a una experiencia retrospectiva del realismo cósmico que anuncia el título.