DAY IS DONE DE THOMAS IMBACH

DAY IS DONE DE THOMAS IMBACH

day_2

Por Mónica Delgado

¿Qué inspira Big in Japan, de Alphaville, en una versión media blues y media folk, acompañando unas tomas en picado y raletizadas de gente caminando por la ciudad, capturadas desde una cámara ubicada en la habitación de algún voyeur? ¿Qué invita a un cineasta a tomar su cámara, colocarla en la ventana de su estudio y auscultar un mismo panorama por un periodo de quince años como símbolo de lo emocional? Day is done (Suiza, 2011), película de Thomas Imbach, es una autobiografía semi ficcionada donde el director apenas aparece, pero su presencia se muestra poderosa a partir del ojo que ha encargado mirar: una cámara ubicada en la ventana de su estudio, lugar donde pasa el mayor tiempo posible, desde donde ve el transcurrir de una Zurich industrial que aún puede ofrecer un contacto con el cielo y los cambios del clima. El hilo conductor, que anuncia el paso del tiempo y los problemas en la vida de este cineasta, son una serie de mensajes telefónicos dejados en la contestadora, y que van organizando una suerte de diario de ausencias, de palabras que anuncian muertes, nacimientos, premios, pérdidas, reclamos, tristezas y descubrimientos mientras el ojo filma.

Day is Done se filmó con una pequeña cámara de 35mm, entre  1994 y enero de 2012 con tomas frontales de la familia misma de Imbach. La cinta plasma la susceptibilidad del director a través de planos fijos de la ciudad, de las chimeneas de las fábricas, de cómo pasan los aviones y helicópteros, de los modos de caminar de los transeúntes, tratando de conservar la vida que queda en el lugar desde un plano expectante y alejado. Imbach propone una nueva retórica o sublimación del paisaje industrial, que invita a mirarlo como si se tratara de un bosque en primavera o de un sunset de un mar en plena costa mediterránea. Nuevas versiones de temas de Bob Dylan, Syd Barret o John Frusciante van a acompañar las atmósferas de esta reflexión interior.

 La cámara de grandes panorámicos fijos, que muestran el día a día de la ciudad, mientras el que filma se queda atrapado en su casa, en el sólo hecho de la contemplación, como metáfora de aquel que vive imbuido en el territorio absoluto de la imagen, donde no hay espacio visual para configurar una familia, acudir a un velorio, recibir un premio, es la fuente que nutre la propuesta de Imbach, como evidencia de una dura franqueza sobre sí mismo y su papel como creador.  Day is done es una cinta inquietante, de una fotografía y emocionalidad muy especial, una experiencia poco común de desnudamiento que propicia una lectura más que interesante sobre las fronteras del diario fílmico.