Por Mónica Delgado
En la reciente edición de IX Dobra Festival Internacional de Cinema Experimental, que se realiza cada año en Rio de Janeiro, Brasil, se proyectó en una de sus sesiones de clausura el programa “Olhares sobre o Brasil contemporâneo”, conformado por tres films realizados 2022 y 2023.
Aqui onde tudo acaba (Here where everything ends, Brasil, 2023) es un cortometraje experimental bajo la producción del Duo Strangloscope y dirigido por Cláudia Cárdenas (miembro del dúo) y Juce Filho, joven realizador de la comunidad indígena Laklãnõ/Xokleng. A través de esta obra filmada en 16mm, en la Aldeia Bugio, en la zona de Santa Catarina, el reconocido Duo Strangloscope propone una experimentación distinta a sus trabajos previos, sobre todo porque parte de un proyecto comunitario y donde hay un tipo de narratividad que se aleja de sus obras más conceptuales. El proceso de realización del film, en todos sus estadios, incluye una posición en torno al uso del formato analógico, y que implicó la aplicación de revelado botánico, sin químicos, y un trabajo sonoro captado de modo colectivo en el mismo territorio.
La mirada usual del dúo (formada por Claudia Cárdenas y Rafael Schlichting) queda desplazada, y se abre paso la perspectiva de diversos personajes de la comunidad, quiénes con su puntos de vista, el uso de cámara en mano, y voces reflexivas expresan su posición ante el mundo, más aún, como enfatizan los cineastas desde la sinopsis, siendo un pueblo originario en peligro de desaparición. Por ello, Aqui onde tudo acaba presenta desde la voice in over de algunos personajes, lecturas críticas sobre las realidades que atraviesan los indígenas Xokleng, ya como sobrevivientes a la colonización o como sujetos exotizados por el turismo o la antropología en tierras depredadas.
Este reciente trabajo de Cárdenas y Juce Filho no intenta mostrar la selva como un territorio de esplendor ecológico, sino, que en la línea de lo que señala el título de tono pesimista, está hecho en clave elegíaca, donde los colores desaturados, sepias, y de alto contraste, se vuelven una lectura palpable de un entorno y personas que superviven, como ecos de un entorno fértil y a la vez esquilmado. Por ello, es fundamental el tratamiento dado a las texturas y sonidos, tratando de materializar la mirada Laklãnõ/Xokleng desde sus propios protagonistas, sobre todo mujeres. Hay una simbiosis entre esa materia fílmica, sacada a la luz con los mismos recursos botánicos de la zona usados en el revelado (con residuos de hojas, semillas, pétalos, tallos que asoman de alguna manera física en esas imágenes reveladas que vemos) y lo que el film proyecta ante el ecran. La misma película, el celuloide, también es Laklãnõ/Xokleng, y parece que esta intención matérica dota a Aqui onde tudo acaba del aura de ser un objeto o evidencia de la resistencia. El lugar de la tierra en el film.
Por otro otro, el cortometraje Olho da rua (Brasil, 2022) es una extensión de las motivaciones de trabajos previos del artista y cineasta Jonathas de Andrade. El abordaje performativo es nuevamente auscultado aquí desde la coreografía de cuerpos y una suerte de juegos en torno a la relación de saberes y experiencias de personas marginadas desde el entorno o contexto específico, como ya pasaba desde otras perspectivas en Jogos dirigidos (2019) y en O Peixe (2017).
Si los elementos de Olho da Rua hubieran caído en pésimas manos (y miradas) quizás el resultado pudo haber sido una obra de pornomiseria o regodeo miserabilista. Sin embargo, a través del tratamiento performativo y de la puesta en escena desde un tratamiento conceptual es que Jonathas de Andrade propone una fábula sobre los mecanismos comunitarios y solidarios, y como dice la sinopsis del film, desde el uso de algunas técnicas inspiradas en el Teatro del Oprimido de Augusto Boal.
Olho da Rua explora la interacción entre un grupo de personas de diversas edades en situación de calle y que viven en un parque en alguna zona de Recife y el registro en sí, desde el punto de vista de la cámara. Los personajes suelen mirar constantemente a la cámara, se dejan observar, admirar, explorar. Se trata de personas que participan en dinámicas sugeridas por el cineasta (siempre fuera de campo), que los hacen interactuar entre ellos y poner así también en discusión aspectos en torno a la mirada (sobre todo de los espectadores ante un grupo de personas que se suelen considerar como desclasadas o ciudadanos de segunda o tercera categoría sin fotogenia).
De Andrade no solo toma las técnicas grupales como punto de partida (que además estarían fuera de campo y lo que vemos es el resultado de este trabajo colaborativo) sino que el modo en que registra a los personajes oscila entre la teatralización, dramatización y el aspecto performativo: Realizan una comida en olla común, bailan, juegan, hacer actividades que implica mirarse los unos a los otros, se colocan ante la cámara, ríen, saludan, hacen gestos. Y al ritmo de las percusiones de Homero Basílio, se compone una suerte de arcadia sublimada, donde también hay lugar para lanzar arengas contra Bolsonaro.
En Olho da Rua, el cineasta parece comprometido con una simple finalidad: captar la esencia de estos personajes desclasados que no se rinden, que siempre tienen una sonrisa a flor de piel, que comparten y que se dejan ser mirados, sin embargo, hay una prioridad en la forma, en el modo en que se observan a los personajes, donde lo performativo se vuelve un fin que justifica los medios. En todo caso, De Andrade nos coloca en ese límite.
O avesso do céu (The reverse of heaven, Brasil, Suiza, 2023), de Mauricio Dias & Walter Riedweg, se ubica en un polo opuesto a los dos cortometrajes mencionados. Este mediometraje de casi 40 minutos es un documental donde hay una clara posición de parte. Grabada en la reserva de Javari, los cineastas exploran algunos sucesos en la triple frontera entre Brasil, Perú y Colombia, con el fin de denunciar algunas prácticas de comunidades e iglesias neopentecostales y que afectan al medio ambiente o la subsistencia de pueblos originarios.
La elección de los cineastas es mostrar realidades paralelas, tanto de algunos caseríos en medio de la selva, supuestamente de comunidades no contactadas, y de los evangélicos que se afincan en estos sitios, y que viven en la zona gracias a la deforestación y tráfico de materias primas en la Amazonía, pero lo hacen desde un ángulo sensacionalista, a través del registro, por ejemplo, de algunos ritos que lucen escandalosos: el sacrificio de animales en rituales sanadores o la desmedida tala de árboles. La materia de la cual se nutre el mediometraje es interesante, pero el tratamiento resulta prejuicioso, en la medida que la culpabilidad o responsabilidad de este extractivismo y depredación estaría solamente en los líderes (cuasi prefectos o alcaldes que controlan todo el territorio) y participantes de estas sectas pentecostales y en su religión, desestimando otras problemáticas estructurales.
La intención de O avesso do céu es denunciar desde una premisa poco explorada en documentales, desde la relación de extractivismo, fanatismo y religión, donde la figura de estas sectas pentecostales, que viven como emulando los pueblos de Galilea de los evangelios, resulta perturbadora. Sin embargo, el tratamiento visual alude a estereotipos y a estigmatizaciones, reduciendo así la complejidad de un problema mucho más amplio, que implica abandono estatal, mafias transnacionales y pobreza estructural.