Por Pablo Gamba
Dos películas argentinas fueron galardonadas en la competencia internacional de cortometrajes del Festival de Cosquín. La ganadora fue Fuego en el mar, de Sebastián Zanzottera, que se estrenó en Visions du Réel, en Nyon, Suiza; la mención especial fue para Luto, de Pablo Martín Weber, cuyo estreno fue en Mar del Plata.
En Fuego en el mar, la noticia de la explosión de un gasoducto submarino en 2021 en el Golfo de México lleva al cineasta, narrador en subtítulos, al recuerdo de su difunto padre, obrero petrolero argentino. La relaciona con su desgaste por el trabajo, y con el desempleo y la precariedad después de la privatización de YPF en 1992.
Lo singular del cortometraje es el vínculo que establece entre el hecho del presente y el pasado sobre la base de una semejanza visual de las imágenes del fuego en el mar, cuya causa fue una fuga, con una grieta análoga a la de la tubería que descubre en el deterioro de una fotografía del padre. La relación de continuidad material que hay entre la imagen fotoquímica y lo registrado en ella se hace extensiva a las huellas físicas del ajuste neoliberal impresas en los documentos que testimonian el despido, y la consecuente inestabilidad laboral y los problemas económicos de la familia, y el daño que pudo haber causado todo esto en el cuerpo del trabajador hasta llevarlo a la muerte a los 56 años de edad. El relato sobre el personaje del padre, y la reconciliación con él del hijo, se transciende así con la creación de una atmósfera de destrucción en torno al capitalismo, y la explotación humana y de la naturaleza.
Una cita del general Enrique Mosconi, primer presidente de la petrolera estatal argentina, relaciona el trabajo de los obreros con la lucha de un ejército que combate por la independencia económica del país. Pero, traen a colación aquí un conflicto que no es geopolítico sino de clases. En este sentido, la película llama a preguntarse también por la relación entre las imágenes de distinta naturaleza que la componen e incluyen una recreación en gráficos de computadora de un sueño con las instalaciones de la plataforma petrolera y la tubería rota. Hay, así, dos campos visuales confrontados y una tercera imagen en la que chocan: el registro en video del incendio, que por ser fuego en el mar representa otra colisión de opuestos. En uno de los dos tipos de imágenes, sin embargo, lo real no ha imprimido sus huellas sino que se recrea, se transforma y finalmente se reconcilia en la integración. La imagen del cine se muestra, así, como un aporte de la imaginación a la lucha para cambiar las cosas.
La continuidad de la naturaleza es también un tema de Luto que, por sus imágenes alusivas a la evolución de las especies, retoma una inquietud presente en el cortometraje anterior de Weber, Homenaje a la obra de Philip Henry Goose (2020). Esto enmarca aquí el tema de la película: el duelo por la muerte de una chica de 24 años de edad, que se sobreentiende que ocurrió en el contexto de la pandemia del COVID-19. También lo hacen de un modo más sugerente los motivos de la reproducción. La fotografía y las fotocopias podrían ser interpretados aquí como metáforas para tratar de entender el misterioso modo de propagación de los virus.
La reunión de imágenes tiene un sentido más claro como expresión del luto al que se refiere el título, que en la sinopsis del film se define recurriendo al diccionario: “Signo exterior de pena y duelo en ropas, adornos y otros objetos, por la muerte de una persona. Ficción”. Sin embargo, la cuestión geológica, igualmente traída a colación por la historia natural, propone una excavación de la superficie a través de diversas capas. La más exterior de ellas sería la manifestación de duelo colectivo en Argentina por la muerte del héroe popular del deporte Diego Armando Maradona.
Luto es una película que se destaca por alcanzar esa profundidad más allá de las imágenes que la arropan, en la fuerza de su sencilla prosa poética, y en la contención de los sentimientos de la voz masculina que hace un relato beat de una relación de amor y camaradería juvenil con la chica. Hablar del “corazón” también sería superficial: las palabras escarban en dirección al centro de la tierra, el núcleo de un mundo en temblor por la crueldad absurda de la muerte de una persona querida.
Competencia internacional de cortometrajes
Fuego en el mar
Dirección y guion: Sebastián Zanzottera
Producción: Nacho Losada
Montaje: Tatiana Mazú González
Argentina, 2022, 15 min.
Luto
Dirección, guion y montaje: Pablo Martín Weber
Producción: María Eugenia Arrieta
Fotografía: Candela Pérez Celayez
Sonido: Octavio Papalini, Francisco Fantín
Argentina, 2021, 28 min.