FESTIVAL DE COSQUÍN 2022: NO HAY REGRESO A CASA DE YAELA GOTTLIEB

FESTIVAL DE COSQUÍN 2022: NO HAY REGRESO A CASA DE YAELA GOTTLIEB

Por Pablo Gamba

La ópera prima de Yaela Gottlieb, No hay regreso a casa, estuvo en la competencia Hecho en Perú del Festival de Lima y en la sección oficial de Punto de Vista, en Navarra, antes de llegar a la competencia internacional de largometrajes del Festival de Cosquín. El título sugiere una decisión de ruptura con lo que define a una persona con relación a sus orígenes y lo que la hace interesante es cómo trata la cuestión contemporánea de las identidades en tránsito con referencia a la nacionalidad.

No hay regreso a casa está construida sobre la base de diálogos de la realizadora con su padre, hijo de una judía sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz, nativo de Rumania –aunque aclara que el lugar donde nació era parte de Hungría–, emigrado a Israel, que hizo después su vida en Perú y que a los 72 años de edad considera radicarse en país donde vive Yaela, Argentina, o volver a Israel, donde está otra de sus cuatro hijas. Robert Gottlieb nació antes de que se formara el Estado de Israel y vivió pocos años allí, pero el haber combatido en la Guerra de los Seis Días en 1967 es un hecho que define para él su identidad como judío y como sionista.

En torno a la vida acomodada sin trabajar del padre en el Perú hay, sin embargo, un misterio para la realizadora: ¿quién es él realmente? La pregunta se basa en su propia experiencia, puesto que ganarse el pan en un país que no es el suyo es el principal problema que afronta todo migrante, pero en la representación del personaje hay un también enigma que la hija afronta desde una toma de posición contraria respecto al sionismo. Hacerse las preguntas de Yaela sobre Robert es, además, interrogarse a sí misma por su identidad como peruana radicada en Buenos Aires, con un pasaporte israelí que le otorgaron sin que ella lo pidiera y que considera iniciar los trámites para solicitar la nacionalidad rumana como un modo de facilitar la emigración a Europa.

Estas cuestiones sobre la identidad tienen un correlato en la construcción del espacio y el tiempo. Se hace abundante uso de imágenes de Google Earth que dan la impresión de “ir” instantáneamente a cualquier lugar del mundo con la computadora. Permiten ver no solo el pueblo de donde es originario el padre sino también la calle e incluso la casa donde vivió. Los programas que Yaela usa para conversar con Robert abren ventanas en su cotidianidad, en Buenos Aires, a otro espacio, en Lima. Ocurre análogamente cuando el plano reproduce la pantalla de la laptop de uno de los que conversan “virtualmente” y hay en ella una ventana en la que puede verse al otro.

Esto tiene como complemento un montaje que va y vuelve, una y otra vez, de la hija en Buenos Aires, hablando a distancia con el padre, a Yaela en Lima, junto a Robert. Por lo que respecta al tiempo, la tecnología informática lo expande hacia el pasado histórico en las búsquedas de Internet que continuamente hace ella. Pero también se abren ventanas al pasado en la cotidianidad mediante el despliegue de fotos familiares, a las que se añade un salto en el montaje de partes de una película casera.

Hay dos narraciones del yo que se confrontan en el relato audiovisual de la película: la de las memorias y reflexiones que Robert Gottlieb escribe en un blog, y el cuaderno de hojas blancas de Yaela. La hija recurre allí al collage para registrar los aspectos al parecer incongruentes de la vida de su padre que son también parte de su biografía. Es significativo que el hombre mayor use la tecnología mientras que la joven emplea recortes, calcos y dibujos, y escribe y muestra fotos con las manos.

Hay que relacionarlo con la defensa que Robert hace de la coherencia de su identidad frente a las interrogantes de Yaela. Lo artesanal subraya la ruptura con respecto a la continuidad que hay entre las opiniones expresadas por él y su uso arcaico de las computadoras como modernas máquinas de escribir, la racionalidad de su discurso y la guerra en la que Robert combatió operando otra máquina, una pieza de artillería.

Esto pone de relieve la importancia ética y existencial de los “no” sobre los que tratan de construirse los que rompen con sus orígenes y se hacen parte de una humanidad en tránsito: “No vuelvo a ese lugar”, “No regreso a ese pasado”. Las representaciones del tiempo y el espacio en esta película son así también de un mundo que se habita, no identificándose con un lugar y defendiéndolo contra enemigos sino recorriéndolo.

Competencia internacional de largometrajes
Dirección y guion: Yaela Gottlieb
Producción: Paloma Torras, Yaela Gottlieb
Fotografía: César Guardia
Montaje: Miguel de Zuviría
Sonido: Marcos Zoppi, Emiliano Biaiñ
Argentina-Perú, 2021, 71 min