Por Mónica Delgado
El Festival de Cine de Lima sigue siendo un evento importante en la ciudad en cuanto a exhibición de películas latinoamericanas recientes, aunque su programación siempre ha mostrado un claro conservadurismo frente a lo más experimental o arriesgado del cine actual y poco afán de riesgo. Las películas proyectadas en ediciones anteriores parecían estar al margen de los verdaderos sucesos cinematográficos del año en la región (sobre todo las de carácter muy independiente o de afrenta estética extrema) y se apostaba mas bien por cintas que buscaran agradar al público promedio sin mucho rodeo. A pesar de esta distancia con el cine más valioso, incluso en temas de retrospectivas u homenajes, hemos podido ver a lo largo de los años filmes imprescindibles como Los muertos de Lisandro Alonso, Santiago de Joâo Moreira Salles, A la izquierda del padre de Luiz Fernando Carvalho o La sirga de William Vega, para dar algunos ejemplos, y que han reflejado que es inevitable presentar al público también otras opciones de un cine arriesgado y de referentes en la región. Esta edición no es la excepción a la regla, ya que trae un grupo de películas de interés, no solo para un público cinéfilo curtido.
Algunas recomendadas de la sección Competencia oficial de ficción
Vista en el último Bafici, la argentina La Paz de Santiago Loza resulta un punto aparte en la carrera del director de Extraño. Hay claramente una nueva etapa, menos oscura, menos contemplativa, para dar paso al retrato sencillo de un joven perturbado y adicto de regreso a casa, tras una estancia en un centro de rehabilitación y que encuentra en La Paz, la capital boliviana, el sinónimo de lo nuevo y la posibilidad de vida. Se llevó el premio a la mejor película argentina en el Bafici, y es una impresión optimista del migrante y la otredad. Loza se detiene en la relación familiar del protagonista, en sus conflictos de cercanía con una madre de carácter fuerte frente a un padre apocado o distanciado, y las ambivalencias con la empleada del hogar boliviana, que vive entre Argentina y su país. El cineasta entabla fácil un juego de correspondencias, y con el recurso retórico de la entelequia o fantasma que encarna ese lugar ajeno, con el que se desarrollará un lazo filial nuevo. La “moraleja”, sin embargo, la hace una obra menor dentro de la obra más arriesgada de Loza, pero no por ello deja de tener interés.
La jaula de oro, la ópera prima del español afincado en México, Diego Quemada-Díez, y que recibió comentarios positivos en su presentación en la sección «Una cierta mirada» del Festival de Cannes de este año, es una de las películas más interesantes de la competencia, y que con Heli de Amat Escalante (que aún no hemos visto pero que viene acompañada de polémica) vuelven a presentar un panorama de dos tópicos indispensables en el cine mexicano de los últimos años: la cultura del narcotráfico y la crisis de la migración. La jaula de oro narra el viaje clandestino de tres adolescentes, dos muchachos y una chica, de Guatemala a Estados Unidos, quienes pasan una serie de dificultades, bajo el ojo de un cineasta cómplice de esa huida, aferrado a la posibilidad y esperanza de sus personajes. El director los sigue día y noche, en su búsqueda de un realismo extremo, en sus transformaciones y subordinaciones, entre trenes, campos y guaridas, acechados por la policía y la carencia. Los protagonistas obtuvieron el premio de interpretación de la sección mencionada en Cannes.
De Chile aparece Gloria, de Sebastián Lelio, el retrato de una mujer pasada los sesenta años que vive aún en el limbo que teme pasar a la vejez. Divorciada, con dos hijos ya adultos, y que en sus ratos libres acude a discotecas para «adultos mayores», está a la espera de encontrar una nueva compañía y mantener aún la vitalidad y las ventajas de la soltería. En esos trotes es que conoce a una nueva pareja, pero se generan incompatibilidades que la hacen repensar su rol de mujer en soledad. Lelio construye su personaje precisamente a partir de la resolución de las diversas situaciones, y va describiendo a esta Gloria no solo de gestos sino también desde los bailes, contemplaciones, huidas, ebriedad. Lo mejor de Gloria es precisamente su protagonista, una estupenda Paulina García, que me recuerda a una Charlotte Rampling madura en alguna película de François Ozon. Si bien hay debilidades pequeñas, como las reminiscencias a la crisis estudiantes chilena que resultan forzadas, Gloria es un retrato logrado de afirmación de la vejez, o mas bien de aceptación, narrada desde la firmeza de un personaje a ritmo de Massiel y Paloma San Basilio.
El sonido alrededor, de Kleber Mendonça Filho, es una de las películas más importantes surgidas en Brasil de los últimos años, no solo por tratarse de un relato coral o de historias cruzadas sobre la contradicciones de un país en desarrollo que convive entre la pobreza y la ostentación de modo escandaloso, sino también por ser una película con una puesta en escena lograda de terror social y extrañeza. Todo en El sonido alrededor es sugerente, desde las paredes del jardín de niños de un condominio de clase media alta, hasta las calles de enfrente hechas de calaminas y maderas, desde las cámaras de seguridad que lo registran todo hasta las miradas poco prudentes de los vigilantes en un barrio medio que limita con barriadas. En esta película de Kleber Mendonça Filho hay espacio también para la ensoñación malsana, para la desconfianza, para la simulación. Historias que se entrecruzan hacia un final desconcertante.
Otra película que menciono, y que no está en la selección de competencia sino en una muestra de cine latinoamericano, es la chilena Soy mucho mejor que vos… de Che Sandoval, que resulta más interesante que la anterior película de este joven cineasta, sobre todo por la definición en clave pesimista y cómica del perfil del protagonista, neurótico, fracasado, perdido ante el crecimiento profesional de su esposa: “las mujeres profesionales son de lo peor”, es el parafraseo de algunas palabras oídas del protagonista en alguna secuencia y que ponen en evidencia la representación a través de esta figura diletante y voyeur de un Santiago resistente al cambio.
Conforme inicie el festival iremos ampliando la cobertura con la reseña de las películas de interés, por lo pronto es indispensable estar atentos a la muestra de la Semana de la Crítica de Cannes, a la competencia documental y a tres obras importantes: 3x3D, sobre todo por el corto de Jeac Luc Godard, Centro histórico, con episodios de Manoel de Oliveira, Aki Kaurismaki, Víctor Erice (el más logrado) y Pedro Costa, y por la israelí El Policía, ganadora del premio a la mejor película en el Bafici 2012.