FESTIVAL DE LIMA 2015: EL PATRÓN, RADIOGRAFÍA DE UN CRIMEN, AURORA Y TUS PADRES VOLVERÁN

FESTIVAL DE LIMA 2015: EL PATRÓN, RADIOGRAFÍA DE UN CRIMEN, AURORA Y TUS PADRES VOLVERÁN

Por Mónica Delgado

¿Qué tienen en común la argentina El Patrón, radiografía de un crimen, la chilena Aurora y la uruguaya Tus padres volverán? Si bien se tratan de dos ficciones y un documental, las tres tratan de poner en evidencia tesis o suposiciones sobre determinada sentimentalidad generacional asociada a una mirada desde lo político en América Latina. No son films políticos, no existen planteamientos claros en este sentido, pero asumen una distancia de determinadas  facciones, militancias o tendencias, y asumen otras, que las hacen marcadamente construidas a partir de afirmaciones que buscan legitimar otra estructura sentimental sobre la historia de la región, en algunos casos revisionistas, es decir, en busca de una reinterpretación del pasado.

En El Patrón, radiografía de un crimen (Argentina, Venezuela, 2014), el cineasta Sebastián Schindel desarrolla a partir de la reconstrucción de un caso, todo un imaginario de carácter anacrónico sobre el maltrato de un empresario de carnicerías de poca monta hacia uno de sus empleados en el Buenos Aires de hoy, y que dentro de la informalidad, trata como esclavo. Menciono lo de anacrónico porque en la película se asume un orden de las cosas pensado como si se estuviera aún en el siglo XIX, y no tiene que ver con la intención de denuncia que impone el cineasta, sino con una visión de un sistema social binario de explotación laboral. Este personaje, Hermógenes, el excluido y sometido social, se asume a sí mismo como peón y llama a su jefe «patrón», recuperando así una vieja relación histórica de explotación y servilismo. Sin embargo, hay una frase que afirma con claridad qué tipo de status quo se intenta mantener en este universo que Schindel establece como de buenos y malos, de amos y esclavos, de excluidos y poderosos: cuando se oye decir alegremente a la esposa del abogado defensor de Hermógenes «¿escuchaste? Ahora Hermógenes te trata como su nuevo patrón». El status quo permanece intacto.

En Aurora (Chile, 2014) de Rodrigo Sepúlveda sucede algo similar. Una mujer obsesionada con el hallazgo de un recién nacido en un basural, a quien desea adoptar para poder darle una sepultura. Lo que empieza como el retrato de una obsesión, a través de un personaje terco y que se autoafirma en sus decisiones en un entorno que asoma adverso, se vuelve en un manifiesto de ribetes conservadores  pro vida. En un plano simbólico, la voluntad de Sofía (Amparo Noguera) pareciera ser voz de un actor social que demanda la identidad de aquellos seres violentados por dictaduras y guerras, en un lucha fuerte por dar o recuperar memoria. Sin embargo, ese no es el trasfondo, sino una apuesta reaccionaria de preservación de un sistema social que culpa a mujeres que abortan, que fueron violadas o que decidieron no ser madres. «No botar guaguas», lema que Sofía pega en basureros en toda la ciudad, o imaginar que la madre de Aurora, el bebé asesinado, es una muchacha desconocida que sube a un bus, es parte de esta mirada persecutoria, paranoica y juzgadora que se eleva y triunfa.

En Tus padres volverán del uruguayo Pablo Martínez es un documental que esboza una tesis clara: que los hijos de los exiliados de la dictadura uruguaya de los setenta son las víctimas absolutas de una decisión egoísta de los padres, pero también, como resultado ideológico, de las izquierdas revolucionarias. Se escucha decir a un hijo de exiliado en Florencia que «no es revolucionario hacer un túnel para determinada acción sino que es revolucionario criar y cuidar a un hijo». Y también se oye en alguna escena al exsecretario de las Juventudes Comunistas Españolas asegurar que llevar de regreso en avión a más de 150 niños entre 3 y 15 años a Montevideo fue una buena estrategia de campaña de los partidos de izquierda. Así, el fracaso de la izquierda en América Latina traducida en seis testimonios de adultos que viven cómodamente en España, Bélgica, o Italia se vuelve en un asunto de regodeo sentimental, de lamento generacional sobre la construcción de identidad o sobre las vivencias lejos de la patria. Otro modo de recuperar el estado normal de las cosas.