Por Pablo Gamba
Desde allá (Venezuela-México, 2015), primera película latinoamericana en ganar el León de Oro en el Festival de Venecia del año pasado, cuenta con otra interpretación sobresaliente de Alfredo Castro, uno de los actores más importantes de la actualidad en la región. Pero se destaca también por el aporte de otra figura del cine de Chile: Sergio Armstrong.
El director de fotografía de todos los filmes de Pablo Larraín, desde Tony Manero (2008), hace en la película del venezolano Lorenzo Vigas un trabajo que recuerda a El club (2015) del director chileno, por lo que respecta a la luz y a la distorsión creada mediante los lentes y el contraluz, a lo que se añade en este caso un continuo uso del foco selectivo. La suavidad que adquiere la luz tropical es llamativa por su diferencia con la agresividad de la iluminación en la estética del hambre, puesto que Desde allá es una película sobre la violencia. Hay en el sonido un trabajo similar: atenúa la estridencia del ruido de Caracas.
La cuestión edípica y la tendencia autodestructiva son centrales en el guión del director y Guillermo Arriaga. El protagonista, Armando (Castro), está marcado por el conflicto que lo ha distanciado del padre y una represión sexual que lo lleva a masturbarse viendo a muchachos a los que les paga, rehuyendo el contacto físico. Pero es la violencia de los empujones y golpes con los que responde uno de ellos, Elder (Luis Silva), lo que lo impulsa a buscar el acercamiento y a descubrir en él algo en común con respecto a la figura paterna.
La escena que mejor ilustra el uso de la luz en función de la psicología de Armando tiene lugar en el ascensor de un lujoso edificio de oficinas, en que el personaje se mete siguiendo al padre sin que él se dé cuenta de que su hijo está allí. El rostro se le va disolviendo suavemente en una luz que se hace más resplandeciente a medida que se acerca al mundo de poder económico en el que se desenvuelve el padre, mientras que en el descenso ocurre lo contrario.
El foco da un aspecto consistente a los seres con los que Armando parece buscar el choque, además de contemplarlos, como si con los golpes constatara que no son solo espejismos que pueden hacerse borrosos. Hay algo en eso que recuerda a la novela Crash (1973) de J. G. Ballard. Refuerzan esa impresión dos detalles: Elder trabaja reparando carros accidentados; Armando fabrica y arregla prótesis dentales, que son como piezas de repuesto para seres humanos.
Pero no se trata solo de una cuestión psicológica, y eso es lo más interesante de Desde allá. A través de esos seres cuya solidez se constata cuando se reciben sus golpes, se representa un mundo de engañoso aspecto suave que tiene como realidad la violencia. El trasfondo es la diferencia entre una cualidad que pertenece a lo realmente existente, que es la solidez confirmada por los choques, y las impresiones no fiables que perciben los sentidos, específicamente la vista y el oído. El voyerismo y el onanismo son, por tanto, expresiones de una sexualidad que busca placer en lo ilusorio, y la historia se desarrolla como un acercamiento de Armando a la realidad de Elder, que tiene como contraparte la evolución del otro de la violencia a los sentimientos de amor por Armando.
Sin embargo, también hay en Desde allá un tránsito de la violencia que se ejerce a golpes, empujones o con una pistola a la de las instituciones. A esta última tiene acceso Armando con una llamada telefónica, desde una distancia análoga a la que mantiene con los muchachos cuando se masturba. No hay contacto físico directo con el agredido cuando se recurre a esa fuerza. Su padre tampoco lo castigaba dándole golpes él. Esa violencia es utilizada, además, por quien trata de establecer un vínculo de amor conversando, aparte de cuidar al otro cuando es víctima de una agresión. Tanto su voz como la luz de las alturas en las que se desenvuelve el padre tienen, por tanto, similar poder de crear las apariencias que ocultan la realidad violenta en el mundo de la película.
Competencia Oficial de Ficción
Dirección: Lorenzo Vigas.
Guión: Lorenzo Vigas, Guillermo Arriaga.
Producción: Rodolfo Cova, Lorenzo Vigas, Michel Franco, Guillermo Arriaga.
Fotografía: Sergio Armstrong.
Edición: Isabela Monteiro de Castro.
Sonido: Waldir Xavier.
Elenco: Alfredo Castro, Luis Silva.
Venezuela-México, 2015, 93 min.